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Terminar en el regazo de Giovani, con sus piernas a cada lado de su cuerpo y el miembro de él entre sus labios de su sexo, solo separados por la fina tela del encaje de su braga, no era precisamente lo que Isabela había tenido en mente para no noche de bodas. Más bien, ella había imaginado que terminaría durmiendo en el cuarto junto con Allen y al otro día despertar como si solo se hubiera casado por contrato, por lo que era. Sin embargo... era Giovani del que estaba hablando, un hombre que sabía tentarla al punto de tenerla en ese estado de excitación donde su mente ni siquiera ponía trabas a lo que le estaba haciendo.

Un dolor excitante la recorrió y miró hacia abajo con las mejillas completamente rojas.

-Concéntrate- Giovani le dijo con el pezón de ella entre sus dientes.

El sujetador en algún momento se lo había quitado en cuanto se había sentado y la había acomodado sobre él y su boca no había perdido tiempo en atacarlos. Eso la había avergonzado a morir, pero cuando la lengua de él dio la primera lamida en uno de sus pezones, todo se fue volando.

La sensación que la recorrió fue más fuerte que cualquier pensamiento de rechazo. Solo podía apretar los labios para contener los gemidos ante aquella boca que estimulaba uno de sus senos mientras el otro era atendido por la mano de él.

-Gio... vani- su voz era temblorosa y con algo de miedo- No me muerdas- sí, tenía miedo que si la hacía alguna herida tuviera algún sangramiento, y eso no era un lujo que pudiera darse.

-Tranquila- dijo él soltando su pecho con un sonido húmedo por la saliva que había quedado ahora sobre la piel de ella- Relájate y disfruta, cariño.

Y volvió a chupar el pecho de ella, pequeño pero perfecto. Las manos de ella se enredaron en el cabello oscuro de él mientras gemía ante la estimulación.

Giovani dejó de sobar su otro pecho para bajar la mano entre ellos y terminó de desabrochar su bata que se abrió a cada lado dejando que su erección golpeara sobre su ingle, húmeda de presemen. Ah se sentía tan bien. Se acarició dos veces sin que ella reaccionara aun y su mano agarró una de sus nalgas y la apretó más hacia él. El sexo de ella se rozó por encima de su erección dada la posición de ella, e Isabela gimió marcadamente.

Giovani soltó su seno y besó la boca de ella hundiendo su lengua, enredándola con la de ella, casi enloqueciéndola. Isabela se sentía aturdida, era mucha estimulación por cada lado. Y más entre sus piernas donde ahora podía sentir el miembro de él palpitar con mucha más intensidad que antes debido a solo la fina tela que los separaba.

Su pecho latía nerviosa, estaba casi completamente desnuda encima de él y él... sus ojos se abrieron de la impresión cuando él soltó su boca para dejarla tomar aire, y miró hacia abajo. Ya había visto el pecho de Giovani completamente descubierto, pero ahora no había ninguna barrera desde su abdomen marcado hasta más allá, por lo que percibió el fino trillo recortado de vello oscuro hasta su ingle hasta el miembro de él que se perdía debajo de la braga de ella y tragó en seco.

No era lo mismo sentirlo que verlo. Y tragó en seco mordiéndose el labio inferior. El pene de él era grade, grueso, y se notaba bastante hinchado en ese momento. Y eso... no sería fácil tenerlo dentro, de seguro dolería. Desvió la mirada avergonzada pero su oreja fue mordida.

-¿Qué? ¿Ahora te dio miedo?- lamió hasta su lóbulo sintiéndola temblar cuando alzó un poco su cadera para restregarse contra ella- Soy muy bueno en la cama, soy grande pero no hago que sea una experiencia dolorosa- su voz era embriagadora.

-Espera- Isabela jadeó necesitando aire. Sentía como él sostenía su cadera hacia abajo mientras él se movía rozándose contra su sexo donde el encaje estaba empapado y apenas perceptible. Era la única barrera para que no la follara.

-Shhhh, no te resistas- Giovani lamió el borde de su barbilla, y bajó de nuevo por su cuello para buscar su seno, y llevarlo a su boca, ganando un grito de ella.

Eso no lo detuvo. Estaba tan duro que dolía, quería romper la tela que estaba en medio y enterrarse en el interior cálido de ella, mandando a la mierda el contrato y lo demás. Sus manos apretaron tan fuerte las nalgas de ella contra él que sus dedos de seguro dejarían marcas, más no le importó, siguió rozándose hasta que ella estuvo jadeando y estremeciéndose sobre él. Sabía que estaba a punto de correrse, y él también.

Giovani soltó su seno y se centró en devorar su boca de nuevo. Los brazos de Isabela rodearon su cuello apretándolo como si él fuera su única ancla en plena tormenta, tormenta que azotaba a su cuerpo y que hizo que gimiera aun con la lengua de él casi en su garganta cuando el orgasmo la asaltó.

Su cuerpo entero se tensó y la sensación que había azotado su vientre se desplazó. El líquido trasparente empapó el miembro de Giovani y corrió por los muslos de él mientras él manchaba con su semen su propio vientre y parte de la braga de ella con un gruñido.

Lo único que se escuchaba en la habitación eran las reparaciones forzosas de ambos. Giovani se sostuvo con un brazo recostándose hacia atrás un con el peso de Isabela sobre él que jadeaba con su rostro en el hueco de su hombro. Una sonrisa satisfecha apareció en los labios de él. Ese había sido un buen orgasmo a pesar de no haberla penetrado. Y, sobre todo, lo que más le gustaba era lo que había provocado en ella, un verdadero orgasmo húmedo, una total delicia que en otro momento lamería directamente.

Mas no ahora cuando el peso de la mujer cayó sobre él.

-¿Isabela?- la llamó sin recibir respuesta.

Pasó su mano por la espalda un sin resultado para encontrar que ella se había quedado inconsciente. Por lo que él le tocaría todo el trabajo de limpieza. Mas no se quejaría. Había disfrutado bastante de su noche de bodas, por ese día lo podría soportar.

-Dulces sueños, mi linda esposa.

Como estafar al Ceo siendo virgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora