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Isabela se sentía sofocada a pesar de que el aire acondicionado estaba encendido en la habitación. Algo estaba recostado contra su espalda y la mantenía bien sujeta contra eso. Además, la sensación piel con piel era extraña, cálida.

Hizo un sonido con la garganta de protesta ante la nueva sensación aun con los ojos cerrados, estaba agotada.

-Buenos días, bella durmiente. Ya es hora de que dejes de holgazanear.

-Buenos di...- Isabela iba a responder por inercia cuando abrió los ojos de golpe.

Los recuerdos de la noche pasada pasaron por su cabeza de una manera fugaz y su boca se cerró. Giró la cabeza mirando por encima del hombro, al hombre acostado desnudo y pegado a su cuerpo descaradamente, recibiendo un beso en la mejilla sonrojada.

-¿Dormiste bien?

Dormir bien lo había hecho, eso no lo podía negar. Despertar... no tanto. La vergüenza la invadió de golpe. ¿Qué tan caliente debía haber estado ella la noche anterior para dejarse manosear por su... ahora esposo? Porque bien, manosear no era precisamente lo único que habían hecho.

Ella no le pudo responder, por lo que Giovani entrecerró los ojos.

-Ahora no me vas a decir que no recuerdas nada de lo que pasó anoche- el brazo de él se movió desde su cintura para llevar la mano y atrapar uno de los senos de ella por encima de la colcha- No tomaste ni una sola de alcohol, así que esa cabecita tuya estaba bien lúcida cuando terminamos en la cama.

Y claro que ella estaba más que lúcida, sino no tuviera su corazón latiendo a mil por los nervios. Ayer en la noche estaba nerviosa, pero se imaginó que había sido la excitación la que la había llevado a estar sentada a horcajadas encima del cuerpo desnudo de él, y sin embargo ahora ni siquiera podía articular palabras.

Y dado que ella no le estaba replicando, el ceo se inclinó para darle un beso en los labios cuando su celular sonó deteniéndolo a mitad del camino. Chasqueó la lengua con fuerza y cerró los ojos.

-Acaso piensan seguirme jodiendo la mañana- protestó molesto por la interrupción-No te vayas de la cama- le dijo a la mujer.

Isabela lo sintió moverse para levantarse se la cama dejando su espalda con una sensación fría y cálida a la vez. Fue entonces que se dio cuenta que estaba realmente cómoda con todo el cuerpo duro de él detrás de ella. Pero su sonrojo se volvió más fuerte cuando Giovani se incorporó de la cama dándole una vista de todo su cuerpo de atrás todo desnudo. Y vaya que era un cuerpo apetecible.

Un increíble juego de músculos en la espalda ancha que se desplazaba a una estrecha cadera, unas nalgas redondas y duras, unos fuertes muslos. Lo vio pasarse la mano por el cabello corriéndolo hacia atrás mientras con la otra tomaba una bata de seda y se la ponía por encima antes de contestar el celular. Se encaminó hacia el balcón para hablar no sin antes darle una mirada a ella por encima del hombro dándole a entender de su había disfrutado el espectáculo dado que había notado que ella lo miraba.

E Isabela supo que el color de su rostro era igual al de su cabello en ese momento. Se cubrió con la colcha de pies a cabeza temblando de la vergüenza. Maldito Giovani.

5 minutos después el Ceo colgó el celular con los dientes apretados. Su familia ni siquiera podía quedarse tranquila cuando él daba un paso, sin embargo, esta vez sería más inteligentes que ellos. Ya al menos les había tomado la ventaja. Ahora solo faltaba que pasara el tiempo estimado y la herencia del testamento sería de él. Solo tenía que mantener la virginidad de Isabela intacta. Aunque la noche anterior habían tenido de una forma u otra otro tipo de sexo que no estaba para nada mal.

Con mejor ánimo al recordar lo ocurrido se giró entrando a la habitación para que su ceja palpitaba. Bien recordaba que le había dicho a Isabela que lo esperara en la cama. Entonces... por qué ella no estaba allí.

Había huido de él.

Por su parte Isabela se había levantado en cuanto había pasado su ataque de nervios y aun envuelta en la colcha había huido de la habitación encerrándose en la suya. Se había dejado caer por la puerta hasta terminar en el suelo. Su rostro escarlata, su corazón latiendo, y aun podía sentir palpitar su sexo y la sensación de tener algo rozándose contra ella y algo mordiendo su pecho que estaba lleno de marcas de besos y chupones.

-Parece que me atacó un pulpo- soltó un suspiró y se cubrió el rostro.

Nada de lo que estaba pasando estaba en sus planes. Todo le decía que no debía relacionarse con Giovani más de lo profesional, que terminaría herida. Entonces... por qué su cuerpo no le hacía caso a su cerebro.

No le gustaba Giovani. No podía hacerlo. Era algo que se repetía, pero esa afirmación cada vez se le estaba volviendo más irreal. Debía hacer algo pronto.

***

Allen tocó la puerta de la habitación de Isabela por fuera. No había podido verla aun y la puerta desde el baño intercalado estaba cerrada. Y por más que la llamaba ella no le respondía. El niño comenzaba a preocuparse y molestarse a la vez. Se seguro era culpa de Giovani que ella estuviera así. Si le hubiera devuelto e Isabela ella no estaría en ese estado.

-¿Qué ocurre cachorro?- el niño escuchó una voz en su espalda y se giró con el ceño fruncido.

-Atacaste a Bela- le respondió con sus ojos azules muy encendidos- Ahora no quiere salir.

Giovani alzó las cejas y se acercó a donde estaba él. Esta vez fue él el que tocó la puerta.

-Isabela, soy Giovani, abre- le pidió con un poco de exigencia.

Un largo minuto después.

-Vete- el grito que vino desde adentro hizo que la sien de él palpitara y bajó la mirada hacia Allen que había cruzado los brazos sobre su pecho y lo enfocaba amenazadoramente.

Giovani no le prestó atención y en vez de insistir caminó hacia la habitación de Allen y entró. El niño no supo que intenciones tenía y lo siguió con ansiedad. No podía leer ese hombre a pesar de ser tan inteligente. Entró al cuarto y lo encontró inclinado sobre la mesita escribiendo algo.

-¿Qué hace?

-Algo que de seguro la sacará de ahí-

Y diciendo eso se acercó a Allen y con un rápido movimiento lo cargó sobre su hombro. AL momento el niño comenzó a moverse para liberarse.

-Bela, Belllllaaaaaaa- y a gritar cuando se dio cuenta que el agarre era recio no dejándolo huir- Ayúdameeeeee.

Giovani con una leve sonrisa pasó por delante de la puerta de ella y tocó con los nudillos.

-Te dejé un papel en el cuarto de Allen. Te veo después- y bajó la escalera con despreocupación.

Minutos después Isabela, conociendo lo peligroso que era Giovani corrió hacia donde le había dicho y leyó el papel con letras elegantes pero un mensaje bastante siniestro

«Secuestré a Allen. Si quieres verlo de nuevo, baja a desayunar»

Acaso le estaba tomando el pelo.

Como estafar al Ceo siendo virgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora