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En el viaje de regreso Isabela se había quedado completamente dormida en su asiento. Los labios de ella aún se mantenían rojos debido a la ola de besos a los que los había sometido. El sabor aún quedaba en la boca de él. Isabela había estado bastante cooperativa dejándole jugar con ellos, mordisquearlos y casi follarle la boca con su lengua. Había sido simplemente delicioso. Y aunque había sido un episodio desagradable dado el lugar donde estaban, al menos en la parte sexual habían avanzado bastante... y en la sentimental también. Bueno... eso aún tenía que verlo, Isabela era una mujer volátil. Y ahora que ya no estaba en un lugar donde fuera amenazada quizás volvería a ser la misma mujer de antes.

Esperaba que no.

No quería reconocerlo del todo, pero aparte de volverlo loco tanto por la excitación que le provocaba todo lo de ella, como la forma de enfrentarlo, ella era sumamente interesante, inteligente y hasta divertida. Con ella todo era diferente a como lo planeaba. Estaba seguro que si planificaba una cita y hacía un listado de las cosas que harían, ella se encargaría de que ni la mitad de los puntos se cumplieran y al final esta fuera igual de excitante.

Esa era la magia de la mujer que había elegido para que fuera su esposa temporal. Isabela había cumplido sus expectativas y hasta las había rebasado. Una leve sonrisa apareció en el rostro de él mientras la miraba de reojo sin perder la atención de la carretera. Tenía que aprovechar ahora dado que en cuento llegaran a su mansión la atención de ella se desviaría en función de Allen.

y... era increíble que es estuviese poniendo celoso de un niño de 10 años. Solo que este niño era el centro de la vida de la mujer sentada a su lado.

Media hora después entraron por la puerta de la mansión y la magia del tiempo juntos se desvaneció. Giovani aún podría aprovechar y apagando el auto haciendo el menor ruido posible, se soltó el cinturón y se inclinó en dirección de Isabela que tenía la cabeza recostada hacia su lado. Sus labios chuparon el inferior de ella que era el más hinchado. Ante el toque ella se removió ligeramente, pero él no le dejó cabida para que pudiera escapar. En cuanto ella abrió ligeramente los labios él aprovechó para meter su lengua y profundizar el beso.

Isabela abrió los ojos de golpe y quiso separarse, pero la lengua de él se había enrollado en la de ella y su mano presionaba su nuca para no dejarla ir. Ella gimió ante la invasión húmeda que jugaba con ella como quisiese. Pero era suficiente.

Isabela lo empujó poniendo sus manos sobre su pecho. Ante la insistencia de ella, Giovani soltó su boca y se separó pasando la lengua provocativamente por sus labios.

-Es hora de levantarse Bella Durmiente.

-Tú no eres mi príncipe azul- dijo ella con una leve mueca de dolor acariciando sus labios- me duele- esta vez se cubrió los labios con las manos.

Giovani frunció ligeramente su ceño.

-Nunca he conocido a alguien que se queje por que le duelen los besos.

Isabela entrecerró los ojos en dirección a él.

-te tengo que recordar cuantas veces me has besado. Los tengo súper hinchados. Apenas me los siento ya y mi lengua está igual

Giovani alzó una ceja y lejos de molestarse una leve sonrisa de lado adornó su rostro.

-Eso quiere decir que he estado haciendo un buen trabajo. Además, debo rellenar baterías. Una vez te reúnas con tu hijo te olvidas de los que están a tu alrededor y solo te centras en él. Si quiero volver a tener un beso tuyo lo voy a tener que robar- soltó como si aquello fuera una simple conversación de una pareja que llevaba ya mucho tiempo juntos.

Y en términos de pareja... ellos estarían casados, pero por un acuerdo y pareja... pareja como se debe decir tampoco lo eran. Quitando sus encuentros casi sexuales entre los dos no había intercambio de afecto romántico ¿verdad?

Como estafar al Ceo siendo virgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora