Capítulo 45

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De vuelta a Manhattan

Es temprano en Italia, hemos salido de la mansión y me despido de Giolet, Giusta, y Darice, se quedan pasmados porque los abrazo y les doy las gracias Darice me da las gracias al despedirse de mí, por haberle pagado un año en la escuela de gastronomía donde estuvimos Piero y yo.

Leo y Clarisse han venido al aeropuerto a despedirnos, me hacen prometer que volveré a visitarlos y que Rose también vendrá, por cierto Rose a abarrotado mi teléfono con miles de mensajes de textos.

—¿Regresas hoy?

—¿Ya saliste?

—¿Ya salió el vuelo?

—Avísanos para ir a recibirte

Por Dios santo va a volverme loca, trato de responder uno por uno con la debida paciencia, recordar que del otro lado del teléfono debe estar riéndose de mí me hace sonreír –hay Rose no cambies nunca.

Me sorprendo al ver que después de dejar nuestras maletas en control y pasar el pasillo que nos llevará al avión Piero me toma de la mano como si fuesemos novios, mi cuerpo brinca ante el gesto pero me gusta cómo se siente su mano en la mía, los asientos de primera clase son algo más cómodos y más privado al sentarnos él inclina el peso de su torso en su brazo para quedar recostado frente a mi, me mira y me dice — no quiero que las cosas cambien entre nosotros, quiero que sigamos siendo los mismos que fuimos en Italia.

Sus palabras me hacen sentir comprometida, Rose no sabe nada de lo que ha pasado entre Piero y yo y no sé cómo lo vaya a tomar, Alex me llamaba todos los días en la mañana y aunque pasaba horas hablando con él y nunca le conté nada, es incomodo para mi decirle estas cosas a un chico que se me ha declarado desde que rompí con Josh, es cierto que no he establecido una relación con Piero pero en el fondo tampoco quiero que las cosas cambien entre nosotros.

No sé qué decir ante su petición así que solo sonrió y le doy un beso en los labios, me acomodo en el asiento para dormir durante el viaje y así fue Piero me despertó después de horas que ya estábamos en New york Manhattan.

Vamos por el pasillo con las maletas pero esta vez Piero opta por no tomarme de las manos, vamos cada uno arrastrando su maleta y vemos que mamá, Dalia, Rose y los padres de Piero están esperándonos en la sala de espera del aeropuerto, Rose tiene un cartel a la altura del pecho que dice lo siguiente.

Aquí se le extraña a la hermosa y dulce Meg... Así que bienvenida a Manhattan.

Corro a abrazarla y Dalia y mamá no paran de reírse, nos abrazamos todas al mismo tiempo y Piero está abrazando y besando a sus padres, la familia Bianchi se une a nosotras en abrazos y besos y me saludan efusivamente, Rose me dice que me espera en el auto y se marcha con mamá y dalia, los señores Bianchi entienden el comportamiento de Rose y hacen los mismo con Piero, nos han dejado solos y piero rasca su cabeza sin saber cómo despedirse.

— Esto es difícil, no sé como dejarte ir después de dormir en el mismo hotel que tu e incontables días a tu lado.

— Le sonrió por se ve tan dulce diciendo esto que el corazón me da un vuelco —ya tendremos tiempo, nuestras familias nos extrañaban y debemos tener tiempo para ellos.

— Voy a volverme loco Meg, no te has ido y ya te extraño.

—Pues eso quiero extrañame y no me olvides.

— Eso jamás, ahora ¿tú me extrañaras?

— Sí, claro que si, adiós Piero.

—Adiós no Meg por favor, no digas adiós, dime hasta luego.

Fria y Oscura Dulce Desastre IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora