capitulo 66

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Deseo que sea feliz, él lo merece.

—Buenos días ¿aún dormida?

—Ya sabes cómo soy los domingos.

—¿iremos a desayunar hoy? Ya no quieres pasar todo tu domingo conmigo.

—No quiero que el imbécil de tu novio me odie aun mas.

—Vamos Meg, Eliot sabe que eres sagrada para mi y si quiero puedo pasarme todo los días que quieras conmigo.

— Y es eso lo que no quiero que suceda, nunca te pondría en esa posición te quiero y se que Eliot es tu mayor prioridad.

— Eso no es así –La interrumpo no pienso seguir es esta charla donde se que me esta engañando.

—¿Dónde nos vemos para desayunar?—Escucho la dirección mientras tomo nota mental

Estoy lista así que subo a mi auto y tomo el carril hacia el sur de Park Avenue entre las calles 41ª y 42ª, flanqueado por la 120 teniendo como señal el viaducto de Pershing Square, el lugar está salpicado de árboles, mesas y sillas, la Plaza ofrece una alternativa al típico entorno urbano de mayo a octubre. Los peatones son bienvenidos a pasar por la bolsa de almuerzos, o simplemente para sentarse en el sol, ya que absorben el pintoresco resplandor de Mercurio y el inspirador de Bellas Artes la cual es la fachada sur de Grand Central Terminal.

Busco en las mesas a Rose y no ha llegado, aprovecho la oportunidad y pido que por favor me atiendan en las mesas de adentro, no quiero encuentros sorpresas con gente desagradable, últimamente eso es lo que acontece en mi vida y este podría ser un oasis urbano en el corazón de nuestra comunidad, un refugio tranquilo en medio del bullicio de Midtown.

Al sentarme le envió un mensaje

—Estoy en la parte de adentro, mesa del fondo.

—Woo vale la pena venir a desayunar aquí Meg, me gusta el ambiente, la comodidad, y la proximidad a Gran central y otros puntos de interés a los que pienso ir contigo después de desayunar.

Ruedo los ojos quien sabe que se traerá entre manos —Ordenemos ya, muero de hambre.

Pedimos nuestro desayuno y mi estomago ruge al escuchar que Rose pide como aperitivo una Ensalada de pera al vino con pistachos tostados y queso de cabra cremoso como aderezo.

—Plato principal? Pregunta el mesero.

—Dos sándwiches Maine Lobster Roll acompañado de papas fritas y ensalada de col

—Desean algún postre? —le hago seña para que no pida, pero se burla de mi haciendo exactamente lo contrario

— Eh si, quisiera un pastel de chocolate negro cubierto con ganache de chocolate.

Le interrumpo para pedir mi bebida — por favor podría traerme zumo de naranja fresco?

— Por supuesto señorita.

—¿Rose como puedes comer tanto y seguir en forma? —le reprocho mientras el mesero se aleja, la escucho reírse y la adoro.

—Sabes que mi metabolismo esta bendecido igual que el tuyo, además no he dejado de ir a correr como algunas personas por ahí.

— Tienes razón no he retomado el correr por las mañanas.

Traen nuestra orden y Rose me cuenta que hubo una salida de cuatro –¿ah si? –No me sorprende la forma en que lo dice, puedo imaginar de que se trata y porque me habla como si eso fuese a molestarme.

—Sí, no tenía idea de que Eliot invitaría a Josh y a su nueva novia, si no yo...

Mientras muerdo el pan crujiente de mi sándwich y saboreo el sabor de la carne blanca la lechuga y ese toque de mayonesa sus palabras me suenan a nada, esto esta delicioso ella tiene razón, en cuanto a comida ella siempre tiene razón.

—Escucha Rose me importa poco si esa salida fue con Josh y su nueva conquista, siempre y cuando no te vuelvas la mejor amiga de la chica.

—Eso jamás ¿como crees? la odio, intento hablar mal de ti en el desayuno y Josh le paro la lengua a tiempo, le pregunte a él ¿a qué se debe esto? Ella respondió por él –Josh me puso al tanto de la historia, es obvio que tu amiga fue la que fallo, Josh es un caballero el no es como ella lo pinta.

Escucho como la remeda con voz infantil y estallo de risa — ¿Así que Josh Wetterberg ya tiene quien lo defienda? Pobre quiero ver como sale con los platos rotos en la cabeza y maltratada por las perras de sus hermanas.

—Después de eso es casi imposible que yo sea amiga de esa chica, mejor hablemos de buenas noticias, tengo algo que contarte —la miro a los ojos y veo que sus ojos brillan, siento que voy a desmayarme, por favor que no me salga con que va a casarse.

—Eliot y yo rentaremos nuestro propio apartamento.

Suspiro y dejo caer todo el stress que se había acumulado en mis hombros —pero si ya tienen un apartamento –le digo mientras lamo la pequeña cuchara de pastel llena de chocolate ganache.

—Siempre me has dicho que la mujer no debe depender del hombre y yo quiero un apartamento donde este el esfuerzo de los dos, además que este decorado a mi gusto con los toques que Eliot quiera agregar, para poder sentir que estamos construyendo algo juntos.

—Vaya me alegro que mis palabras hayan servido de algo, te felicito, estoy feliz por ti.

La abrazo para celebrar y entonces a ella como siempre no se le escapa nada y pregunta.

— ¿Tu como estas? ¿Qué ha pasado con Alex? ¿Qué ha pasado con Piero?

Le cuento de lo sucedido con Alex y su sonrisa se borra de su lindo rostro, sus ojos japonesas se cierran de furia y suspira decepcionada —¿de casualidad la chica es rubia?

—Si — abro los ojos como platos — ¿tu como lo sabes?

—los he visto juntos más de una vez en la clase de álgebra y en la biblioteca, para torturarla le preguntaba a Alex por ti, le pregunte si habías dormido bien en su casa y la chica sonrió malévola rodeando sus hombros con sus brazos.

—Entonces frecuentan la misma universidad —de pronto me siento más triste que ayer —tenía la esperanza que fuese una chica de una sola noche Rose, pero ella estaba esa mañana en su apartamento y solo vestía el camisón de Alex, se atrevió a abrir la puerta, que otros derechos tendrá.

—Si se atrevió a atender a la puerta vestida de esa manera, seguramente estaba planeado que la vieras, ella esperaba que fueses tú la que llamo a la puerta y por mala suerte si fuiste.

—Pues que sea feliz Rose, él lo merece es lo único que puedo desear.

Fria y Oscura Dulce Desastre IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora