Capitulo 24: Una llamada.

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Andrea lo miro algo desconcertada mientras el se despertaba con la respiración agitada, tenia sudor en la frente, se miraron de frente y el entendió que todo se trataba de un sueño, avergonzado se levanto dejando la copa en el pequeño bar que tenia en su despacho.

Samuel: Andrea, ¿Qué haces aquí? –se dirigió hacia ella para ver su rostro, entre la oscuridad no podía ver lo impresionada que estaba.

Andrea: Eh, este... vi la luz encendida y me acerque a ver si estabas, entonces te vi durmiendo, no quise despertarte, lo siento...

Samuel: Esta bien, no deberías estar despierta a estas horas, con lo temprano que te levantas –se acerco a besar su mejilla, percibiendo el olor a alcohol que desprendía su aliento- buenas noches –dijo y se marcho, ella también salio para irse a dormir.

Luego de unos días, Andrea había estado ocupada con su universidad, pudo seguir justo en el cuatrimestre en el que se quedo antes de dejarla, trabajaba de día como siempre en casa de Samuel y de noche estudiaba tres veces por semana, afortunadamente se puso al corriente de inmediato, siempre fue muy aplicada en sus estudios, y ya tena algunos conocimientos al ayudar a Samuel en sus negocios, lo que le daba un punto a su favor. Seguía recibiendo visitas de Braulio, este ya no insistía en preguntarle si quería ser su novia, aunque de vez en cuando lanzaba alguna que otras insinuaciones frente a Samuel para enojarlo.

Mientras Samuel volvió con Samara, ahora estaba mas tiempo cerca de el, cuando estaba en su casa ella iba a pasarse días completos, prácticamente no lo dejaba solo, cosa que estaba comenzando a impacientar a Samuel, siempre ha sido muy independiente y con ella ahora se siente muy controlado.

Con Ana y Benjamín, no podrían estar mejor, cada día viven su amor tan puro e inocente, pero a la vez con esa pizca de rebeldía e intensidad de la adolescencia. Ana no quiso contarle lo de la llamada, no quería que su felicidad se viera opacada por Samara, y menos porque parecía que ella no recordaba lo sucedido, o al meno s eso pensaba...

Samara: Media hora tocando la puerta y tuve que entrar por mis propios medios –dijo entrando a la casa, Ana quien se aproximaba para abrirle la puerta la observo caminando mientras el ruido de sus tacones hacían eco, su cabello largo se movía de un lado a otro, con esa mirada imponente que la caracterizaba- ¿y tu? No te quedes ahí parada, ve por café para mi y para mi novio, y hazlo rápido –dijo chasqueando los dedos y en seguida Ana fue a la cocina.

Andrea: ¿Por qué tanta rapidez? –pregunto al ver a Ana sirviendo dos tazas de café apresuradamente- tranquila... las cosas apresuradas no salen bien.

Ana: Es esa mujer, Samara... no se porque pero su mirada me intimida. Se me hace que el día que se case con Samuel seré la primera que estará de patitas en la calle –dijo pero se arrepintió al ver la tristeza en los ojos de Andrea- lo siento, no debí decir esas cosas... ¡Ay! Yo y mi bocota!

Andrea: No te preocupes, es algo que pasara tarde o temprano... igual no seras la primera de patitas en la calle, seras la segunda –le guiño un ojo y las dos sonrieron ante su comentario- si quieres puedo llevar eso por ti...

Ana: No esta bien, ademas la Samura esta con Samuel, así que es mejor que yo lo lleve, ¿no crees? –dijo y esta asintió. Llego hasta el despacho de Samuel donde los encontró conversando, Samara parecía dominar la conversación mientras Samuel solo se limitaba a escucharla.

Samara: Date prisa, estamos hablando algo muy importante y entorpeces nuestra comunicación.

Samuel: No le hables así, Samara –la regaño- ella solo hace su trabajo, no te preocupes Ana –cuando escucho su nombre, no pudo evitar mirarla con curiosidad- ¿puedes llevarle esto a Andrea? –le entrego un sobre a la muchacha y esta se retiro- quiero que sea la ultima vez que le hables así a Ana o a cualquier otra de mis empleadas, ¿Queda claro?

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