Capitulo 41. Sorpresas 2.

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Cuando estaba con el se le olvidaba todo, volvía a ser esa niña que solo velaba por el. Increíblemente el era capaz de acelerar su mundo y al mismo tiempo detenerlo. El hecho de que ahora se este comportando de esta manera tan dulce y mostrando cierto interés en ella, era algo nuevo para Andrea, era lo que siempre soñó y que pensaba que nunca pasaría. Aun así, aunque lo estuviera viviendo tenia cierto temor de que esto no fuera verdad, conocía a Samuel cuando se enamoraba y todavía no encontraba en sus ojos la respuesta de su gran enigma, pero de todos modos no podía hacer otra cosa que dejarse llevar, Samuel estaba ahí con ella, y sea como sea le encantaba.

Todas las miradas los seguían atentamente, desde cuando conversaban con otras personas, hasta cuando caminaban o comían algo podía sentir los ojos de las personas a su alrededor, sobretodo de las mujeres que seguían atentamente a Samuel y le clavaban la mirada a ella. Samuel sentía lo mismo en cuanto a los hombres, no podía soportar que otro la viera descaradamente desnudandola con la mirada, por eso de vez en cuando no perdía el tiempo y la acercaba a el, a veces pasando su mano por su cintura y otras veces simplemente tomándola de la mano, quería que vieran que ella no andaba sola y que era su acompañante.

Samuel: Quiero que brindemos –dijo pasandole una copa de Champagne, Andrea lo miro haciendo una mueca.

Andrea: Samuel, no quiero que tomes –este la miro atentamente- si quieres brindamos con otra cosa, pero no tomes alcohol por favor –Samuel sintió na felicidad en el pecho al ver su preocupación, eso le daba a entender que todavía le importaba.

Samuel: No te preocupes, tomare un jugo –iba pasando un mesero con una bandeja con jugos y el tomo uno- listo, brindemos –chocaron las copas- por nosotros –ambos tomaron de sus copas sin apartar la mirada.

Andrea: ¿Por qué por nosotros? –sonrió. Samuel tomo las copas dejándolas a un lado y le tomo las manos.

Samuel: Anda, vamos a bailar –se escuchaba una música suave, el violinista tocando una música agradable. Ella recostó la cabeza en su pecho sintiendo las manos de el en su cintura, y se dejaba llevar por el.

Ana estaba en el salón de su casa comiendo unas galletas con chispas de chocolate cuando sonó el timbre, una de las empleadas fue a abrir la puerta mientras ella seguía viendo unas revistas.

Benjamín: Hola –se acerco a ella quien sonrió al verlo, beso su mejilla- ¿Cómo están las dos mujeres de mi vida? –vio como sus mejillas se tornaron de un color rojizo.

Ana: Bien... con hambre –soltaron unas carcajadas.

Benjamín: ¿Quiere que las lleve a comer algo? ¿Qué se te antoja? Anda pide lo que quieras, estoy dispuesto a complacerte...

Ana: Mejor vamos a lo que viniste, voy por mi bolso, ahora vuelvo –fue a su habitación y cuando volvió lo vio en el mismo lugar esperándola- nos podemos ir –ambos salieron de la casa y se fuero en el vehículo de Benjamín.

Ana le había contado su preocupación por su amiga, y por supuesto, este se ofreció a acompañarla para averiguar lo que paso con Lina, a el también le extrañaba que desapareciera de esa manera, si ellas eran muy cercanas, casi como hermanas. Llegaron a la vecindad donde vivía, Ana y Benjamín buscaron el lugar exacto donde vivía con su mama, reconoció a la señora entrar a su casa y Benjamín fue a detenerla antes que cerrara la puerta.

Benjamín: ¡Deténgase! –la señora lo miro extrañada mientras Ana se acercaba, en cuanto la vio a la mujer le brillaron los ojos.

...........................: Chiquita eres tu –emocionada se acerco a abrazarla, siempre le ha tenido mucho cariño a la amiga de su hija- oh por Dios –viendo el vientre de la muchacha- ya estas casi dando a luz.

Mundos OpuestosWhere stories live. Discover now