Capítulo 38

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Los gemelos se les estaba complicando caminar, sus piernas temblaban y sus traseros dolían.

—Estoy muy cansado Lou. — William se queja. — Crear lazos es cansador.

—Todavía necesitamos una mordida más. — Su hermano responde mientras se agarra fuerte del barandal mientras bajan las escaleras. — ¿También quieres los cachorros de Edward o no? ¿Quieres su nudo por primera vez?

William lloriquea de emoción apretando su erección que se estaba endureciendo. Maldita sea.

Cuando llegan a la cocina, ven a dicho hombre parado y comiendo de la tarta de frutillas que habían hecho el día anterior. Sonríen cuando notan la crema esparcida por su mentón y mejillas, la boca llena de tarta.

—Eddy...— Louis lo llama y el alfa alza la mirada mientras traga. — ¿Estás disfrutando de la tarta?

—Está bastante bueno — Comienza a admitir, pero se detiene cuando huele el aire. Sus ojos se agrandan y gruñe. — Están enlazados.

—Estábamos ansiosos. — William dice mostrando su marca con orgullo. — ¿Ustedes no?

—Están enlazados. — Dice nuevamente. — Sin mí. Ustedes cuatro han hecho el acto más íntimo que existe, y me excluyeron.

El dolor en su voz era profundo, y ambos omegas fruncen el ceño. Esto no era lo que esperaban.

—¿Debo ser olvidado cuando se trata de algo? — Murmura dejando el tenedor. — ¿Por qué siempre soy el que dejan de lado? ¿Ustedes cuatro no me quieren? ¿Solo soy la carga mientras ustedes tienen una relación verdadera?

Sus inseguridades estaban saliendo a la luz. El gran alfa estaba a punto de derrumbarse, y los gemelos dedujeron que era por todo lo que se estaba acumulando.

Sus hermanos lo habían dejado de lado, ellos lo habían dejado de lado, de todo. Parte de eso era su culpa, pero más que nada era los gemelos y los trillizos intentando conseguir lo que querían.

Querían que se uniera, y pensaron que dejando de lado emocionalmente al alfa, haría que se abriera a ellos. Estaban equivocados.

Edward ahora estaba llorando, triste y sintiéndose traicionado, y ellos habían hecho que eso pase. Eran unos omegas terribles.

—Oh Edward...—Louis exclama y se acerca a abrazarlo. — Te amamos, los cuatro. Eres el mejor alfa del mundo. Testarudo y bruto, pero tienes nuestros corazones.

—No llores alfa. — William murmura con dolor en su voz mientras abraza a Edward también. — Lo sentimos. Estábamos tan desesperados por ser tuyos, y pensamos que si tus dos hermanos nos marcaban, entonces tú también lo harías. Queremos tu marca ahora, no el domingo.

Le secan las lágrimas con sus pulgares haciéndole puchero para luego besar sus mejillas acurrucándose contra él.

—No les digan a mis hermanos sobre esto. — Dice luego de calmarse un poco, Louis le tiene el plato con la tarta para que se lo termine. — No sobre mi llorando. No lloro frente a ellos.

—Lo prometo. — Ambos omegas dicen a la vez asintiendo con la cabeza haciendo que el alfa sonría mostrando sus hoyuelos.

—Vayan a la habitación. — Dice una vez termina de comer, William limpiando la crema. El alfa debía hacerlo ahora, no había más tiempo que esperar. — Los quiero desnudos, húmedos, y exponiéndose a sí mismos.

El temblor en sus piernas había regresa, sabiendo lo que estaba por venir. Al fin.

Louis se acerca a él dándole un beso caliente en la boca y cuando se separa dejando al alfa medio volado, toma a William del brazo corriendo hacia el cuarto principal. Con solo sus palabras había hecho que se mojen largando lubricante natural cayendo por sus piernas. El aroma era fuerte cuando entran al cuarto desvistiéndose.

The Alpha Sirens (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora