DESLIZAS OTRA VEZ
Veía las estrellas desde aquella posición en el mueble, acostado. Miró la hora en su celular y suspiró, volviendo a ver hacia el cielo lleno de millones y millones de estrellas. No podía dormir, llevaba ya 3 horas sin poder conciliar el sueño y cuando lo intentaba, cambiando de posición en el mueble, menos que menos podía. No era que el mueble fuera incómodo; la verdad es que era realmente grande, suave y mullido, ya debería estar en el quinto sueño, pero era incapaz de cerrar los ojos.
La razón de su insomnio era Camila y su embarazo, no podía dejar de darle vueltas a la cabeza, pensando en ese bebé que ahora estaba formándose en su vientre. Por una parte, se sentía mal y muy estúpido por haberle complicado la vida a Camila poniéndola en estado, pero por el otro lado, se sentía extraño y algo...curioso, si se podía decir esa palabra, por cómo sería ser papá. Nunca se había detenido a pensar en cuando algún día lo fuera, jamás se había puesto realmente a meditar sobre ello y cuando medianamente lo hacía, era algo más en el sentido de una familia y todo lo que eso conllevaba; pero nunca en cómo sería él como padre. Pero, de lo que si estaba seguro, era que quería ser el mejor. No quería ser el típico gruñón, sino el amigo y en el que se podía confiar, así como su propio papá o quizá mejor.
Su propio padre era mayor, no era como Alejandro, un hombre de edad contemporánea y apenas entrando en sus medianos 40. Era un señor mayor y septuagenario, igual que su madre. Los dos los procrearon a él y a su hermano, apenas a los 52. Estuvieron intentando por muchos años, porque su papá tenía espermatozoides débiles y cuando finalmente lo lograron, por inseminación artificial, era ya un embarazo tardío para su madre y bastante de alto riesgo, porque ella ya estaba por entrar a la menopausia y podía en cualquier momento perderlos.
Sin embargo, el embarazo avanzó, pero siendo muy vigilado por varios médicos, quienes veían impresionados como se iban desarrollando. El parto se concretó más temprano de lo normal y fueron prematuros. Con 7 meses, ya Harold y él estaban naciendo y tuvieron que dejarlos en una incubadora por un tiempo. Fueron catalogados los dos, por los doctores, como los súper niños y a su madre como la súper mamá, por su fortaleza durante el embarazo y por ser gemelos. Que a una edad así, era casi imposible que llegara a feliz término y ella lo había logrado.
Por ello, sus padres, en especial su papá, eran muy sobreprotectores con los dos y sólo, apenas, entrando a la adolescencia es que ellos les "soltaron las riendas". Recordó que su padre le daba muchos consejos y que cuidara mucho a Camila, que tuviera cuidado con los embarazos no deseados, pero también con los deseados. Cuando les dijo a los dos que se iba con Camila de viaje, luego de graduarse, ellos se opusieron por semanas, pero luego le dieron su bendición y en la despedida, fueron muchas lágrimas en el rostro de su madre y su padre; deseándoles un buen viaje.
Ahora si les decía que la había embarazado, sería el responsable directo de que los dos se quedaran tiesos del infarto que les daría. No podía decirles, por lo menos no en esos momentos, ya buscaría una manera para hacerlo y de la forma más liviana posible, para no matarlos.
Suspiró, mirando por última vez las estrellas y al voltear, golpeó varias veces la almohada para amoldarla y conseguirle una forma en la que le ayudara a conciliar el sueño. Cerró los ojos, pero no pasaron ni 5 minutos, cuando escuchó un ruido como de algo de plástico cayendo al suelo. Abrió los ojos y vio a Louis en la pequeña cocina, viendo hacia el suelo, donde estaba un vaso y algo líquido derramado.
-Mierda...-musitó el muchacho, en un susurro, buscando un trapo para secar.
-¿Qué haces?
A Louis casi le dio un infarto cuando escuchó la voz de Harry y tuvo que agarrarse del mesón, para no caerse. Miró hacia el chico en el mueble y se puso la mano en el pecho, soltando el aire con muchísimo alivio.
