CHASING CARS
-Tomate esto.
-Gracias.
Bebió un poco del agua con azúcar que le entregó su padre y él se sentó a su lado, acariciando su cabello y mirándola atentamente. Le devolvió el vaso, sintiendo un poco de lo dulce que quedaba en su lengua. Estaba comenzando a sentir sabores desde hacía un buen rato ya, pero hasta ese momento, se iba sintiendo un gusto amargo en su garganta. De vez en cuando sentía demasiada angustia.
-¿Ya te sientes mejor?
-Un poco.
Alejandro continuó mirándola, sabiendo que todavía estaba algo impresionada y nerviosa, porque seguía frotándose el cuello con una mano, asustada.
Y es que no era para menos, hacía sólo una hora ya que ella se había metido a la habitación de Keaton y lo había visto morir; lo que le causó tanta impresión, que tuvo un ataque de pánico terrible. Estuvo llorando por un buen rato y no había quien la calmara, tanto que incluso hubo que ponerle una mascarilla de oxígeno, porque sentía que se asfixiaba. Finalmente se había podido tranquilizar.
-Lauren no deja de preguntar por ti. Pide que vayas a su habitación.
-...En un rato voy.
Alejandro suspiró y se puso de cuclillas frente a ella, dándole un beso en la frente.
-Tranquila, ¿Sí? Son cosas que pasan.
-Ya sé
-Además... los doctores dicen que pudo haber sido alguna complicación de la que en un principio no se dieron cuenta ¿Entendes?
Asintió y tomó aire profundamente para terminar de tranquilizarse por completo; sin embargo, no pudo evitar gimotear un poco y volver nuevamente a llorar. Estaba demasiado compungida y Alejandro sabía que se debía a que estaba todavía algo sensible al tema de la muerte y que verlo a Keaton fallecer frente a sus ojos, era recordarle lo que había estado a punto de sucederle a ella misma.
Ya más calmada, nuevamente, se abrazó a su padre fuertemente por unos segundos y luego se apartó, secándose las lágrimas.
-¿Listo? ¿Ahora sí más tranquila?
-Sí
-¿Segura?
-Sí, pa-murmuró, esbozando una pequeña sonrisa-Muchas gracias.
-De nada. Lauren te está esperando. Anda antes de que se levante de la cama para venir a buscarte. Yo voy a estar con Alan y tu tío.
Volvió a asentir en silencio y se fue directo hacia el ascensor para bajar. Mientras lo esperaba, por el pasillo vio a una mujer con el que debía ser su esposo; los dos iban con rostros de felicidad, hablando con una doctora, mientras llevaba la mujer un bebé recién nacido en sus brazos. El corazón se le sintió encogerse en su pecho, ponerse muy chiquito y con un enorme vacío en el estómago. Imágenes y voces en su mente comenzaron a aparecer una a una, mostrándole y recordándole que el día de su accidente había ido a ver por primera y última vez a su bebé, Cameron, conociéndolo para nunca más verlo crecer. Los veía acercarse a los radiantes padres, hablando todavía con la doctora, cuando escuchó que le hablaban.
-¿Amiga...?-la llamó un muchacho desde el ascensor-¿Va a entrar o no?
Asintió rápidamente y abordó el ascensor, secándose las lágrimas de los ojos al darse cuenta que los tenía inundados. Marcó el número del piso al que iba, pero entonces escuchó unas voces desde afuera, haciendo que el muchacho velozmente pusiera la mano entre las puertas del ascensor y detuviera su marcha.
