La calma

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—amor— advierte Sandara cuando la respiración de mí padre se acelera.

—no, no— suelta en tono tranquilo demostrando que puede controlarse. Pero lo hace de manera exagerada. —sshh... Nada, nada— cierra los ojos y suelta el aire conteniendo un grito. Su expresión es calmada, pero su espalda se tensa lo que me dice que no está feliz.

Intento levantarme, pero Jimin sale del shock y me retiene. Hunde su rostro en el espacio entre mí cuello y clavícula para ahogar una carcajada.
Lo golpeo en el brazo intentando que reaccione e impongo toda la fuerza que tengo para levantarnos a los dos. Sus mejillas están encendidas, sus ojos lagrimean y su boca forma una línea cómo si quisiera contenerse a soltar otra carcajada inconciente. —elegiste un mal momento para dejarte llevar por el efecto del cannabis— le reclamo y vuelve a reír

—necesito un momento para asimilar la situación— dice mí padre, encarando la puerta. Sandara lo toma del brazo para detenerlo pero él no deja que lo toque. —a solas!— aclara y me siento mal por la expresión de su mujer. Lo único que falta, es que ellos peleen por nuestra causa...

Quedamos los tres sin decir nada. Al menos yo, no sé qué debería decir. La idea era hacerlo público, pero no así!
Mí padre adora a Jimin, pero dudo que haya sido agradable verlo drogado y metiendo las manos en su pequeña hija.
—se puede saber en qué estabas pensando!?— el reclamo va dirigido a su hijo. El estómago se me revuelve de la vergüenza cuando oigo a Jimin soltar otra carcajada. —me estás tomando el pelo!?— le grita.

—no!— dice serio, pero vuelve a reír.

Los ojos de mí madrastra están que se le salen de sus cuencos, al mismo tiempo parece que quiere echarse a llorar. —no!? No!?— le recrimina mientras lo aporrea dejándolo caer de culo a la cama. —te mataré antes que tú lo hagas conmigo— dice y levanta una mano en forma de amenaza. Lo examina y le da un golpe en la cabeza. Firme, pero no muy fuerte. Por un momento creo que el golpe le ha devuelto la cordura, pero oigo su sonora carcajada y me desespero. —maldición! No te burles!— vuelve a golpearlo en el brazo.

Mis ojos se ponen en blanco al darme cuenta que me toca tomar las riendas de la situación. Obligo a Jimin a levantarse y le suplico que se de un baño. Él asiente tratando de contenerse al ver mí cara de preocupación y se pierde por la puerta. —perdón— me dice ella y me siento confundida.

Nos toma unos veinte minutos dejar la habitación en orden. Ninguna dice nada al respecto, pero por su rostro puedo notar lo decepcionada que se encuentra.
La sigo hasta la cocina, en donde espero a que se beba un café y me decido a cortar el hielo. —podemos hablar?— pregunto con la voz más tímida de lo normal. Ella asiente un poco más calmada. —jimin... Nosotros...— me desespero al no encontrar las palabras. Ella me mira levantando las manos para que me detenga.

—no, cariño. Ustedes nada. Yo intuía algo, pero jamás pensé que se atrevería a llegar tan lejos— cierra los ojos presionando la tela de su camisa. Sus uñas perfectas parecen quebradas de tanto morderlas y eso me dice lo alterada que estuvo a causa del berrinche de Jimin. Ella jamás descuida esos pequeños detalles en su aspecto. —sabía que él no podría contenerse, pero tenía la ilusión de que tú lo hicieras.

—lo hice. Lo más que pude— digo sincera.

—tú no eres así!— suelta desesperada.  —Lo amo! Es mí único hijo, pero no puedo permitir que te haga esto— niega con la cabeza y se acerca para tomarme de los hombros. —___, sólo... ¿entiendes lo que él te está haciendo? Dime...— suplica aferrando su agarre.

—no... No entiendo de que me hablas— es verdad. No entiendo a lo qué se refiere.

—a Jimin le encanta jugar. Una vez que tenga lo que quiere, actuará cómo si no te conociera— su voz es serena. Pero su rostro demuestra que está aterrada. Eso me molesta. Ve a su hijo cómo a una persona incapaz de tener buenos sentimientos o intenciones. Me provoca querer defenderlo. Pero también me gustaría saber qué más tiene para decir.

Enamorada Del Idiota (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora