La verdad (2)

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Todo se acabó. Las verdaderas mentiras habían salido a la luz y era hora de asumir las consecuencias.

Mi madre abre la puerta y el silencio incómodo vuelve. Nadie se anima a decir nada, nadie quiere seguir preguntando nada por miedo a que todo se vuelva a descontrolar. Pero el recién llegado, nada sabe de lo que se habló. Si bien con Lee, ayer habíamos hecho una descarga, no teníamos un plan. Yo no estaba segura de poder hacerlo sin él y él no estaba seguro de soportar las represalias de mí hermana. Porque, a pesar de todo. Él admitía que se había enamorado de ella y esto le dolía tanto cómo a mí.

—qué haces aquí?— la rubia me mira con cara de asco, cómo sintiéndose traicionada por dejarla al descubierto. Luego, mira a su ex esperando una respuesta y este le hace una reverencia a los mayores antes de encararla.

—vine a impedir que pierdas la poca humanidad que te queda— dice y mira el suelo. —___, me confirmó lo que ya sabía.

La respiración de Soyeon se acelera. Sus ojos se abren exageradamente mientras acorta la distancia entre las dos. Tengo que contenerme para no llorar, tengo que esconder el miedo en lo más profundo de mí ser o terminará ganando. —cómo te atreviste?— me reprocha entre dientes.

—yo? Tú empezaste— levanto las palmas para que las vea. —la única diferencia es que yo me estoy defendiendo. Estoy cansada de que me lo quites todo.

Se sorba la nariz con el reverso de la mano. Parpadea efusivamente conteniendo lágrimas que ahora estoy segura que son sinceras, inhala y exhala de manera acongojada y sin siquiera darme tiempo a reaccionar, su mano aterriza en mí mejilla dejándome aturdida por el impacto.

Otra vez, el escándalo se escucha en todos los rincones. Y ahora, estoy segura que los vecinos llamarán a la policía.
Cuándo reacciono, Lee la tiene en sus brazos intentando que se tranquilice. Mis padres discuten entre sí, mí padrastro niega sin poder creer el hermoso lío y Sandara es la que me arrastra a la cocina.

—será mejor que no vuelvas hasta que se tranquilice— me dice sacando hielo y colocándolo en un repasador limpio. —ponte esto— dice y se marcha. Sé que no puede dejar a mí padre solo y lo agradezco.

Juego con la tela en mis manos mientras hago un esfuerzo por comprender el murmullo que proviene de la sala. Pero hablan todos y tan rápido, que es imposible llevarles el hilo. Lo único que entiendo es que mí hermana no deja de llorar y defenderse. No puedo creerlo... Ella sigue insistiendo en que necesito ayuda, a pesar que ya quedó claro que es todo lo contrario. Entonces, me dejo el hielo en el fregadero y voy a al comedor. Abro la puerta para acercarme y tener mejor entendimiento de lo que ocurre.

—ya basta! Esto se te ha ido de las manos!— Lee comienza a gritar y nadie se anima a calmarlo. Quizá por miedo o quizá porque él tiene más cojones que todos y por fin hace lo que ninguno se animaba. —a caso no tienes vergüenza!? Empujaste a tu única hermana al suicidio! A la censura del mundo a base de mentiras! Ella que te lo dió todo, que se desvivía por ti!— y se la suelta bruscamente. Soyeon busca la ayuda de Jimin, pero este parece congelado en su lugar. Presiona sus dedos mientras muerde el interior de sus mejillas y sus piernas tiemblan al igual que sus ojos.  —dejaste que todos pensemos que necesitaba ayuda. La medicaste con pastillas porque no dormía, estaba prácticamente al borde de la anorexia y no te importó! la dejaste volver a ese colegio en donde habían abusado de ella! Porqué!? Porqué tanta crueldad con tu hermana!?— su voz se quiebra y tengo que tragar duro para no llorar. No quiero escuchar sus motivos, pero a la vez eso me ayudaría a entender mejor las cosas. —manipulaste a Jackson para que te ayudara a acabar con ella. A caso eres humana?

—es tu culpa!— grita señalando al rubio. —y de ustedes!— ahora señala a los mayores.

Mí padrastro abraza a mí madre que llora desconsolada y mí padre peina sus cabellos mientras se balancea en su lugar. —nuestra culpa? Te lo dimos soyeon! Todo!— replica lee y ella esboza una sonrisa triste.

—siempre viví en la sombra de mí pequeña hermana! Todos me comparaban con ella!— golpea al rubio en el pecho con los puños cerrados. —nunca me amaron cómo a ella!— Este deja que haga su descarga un rato, pero luego la sostiene de las muñecas y la obliga a reaccionar.

—arruinaste su vida. Te das cuenta de eso?— niega con los ojos cerrados. Ya no lo resisto. Tengo que salir de ahí, tengo que irme antes de que todo me supere.

Cuando vuelvo a la sala, todos quedan en silencio. No quiero mirar a nadie, no quiero que me quiten el poco valor que me queda. —yo...— balbuceo. —iré por mis cosas. Ya no tardan en venir por mí.

—creí que él había venido por ti— asegura mí hermana. Niego y me atrevo a mirarla. Él la está abrazando para darle consuelo y ella tiene la cabeza pegada a su pecho.

—él vino por ti— contesto triste y ella esboza una sonrisa tímida.

Los mayores se acercan y me dan un abrazo por turno. El de mí madre, fue el más corto y menos significativo... Quizá, haya comprendido que no hizo bien al compararnos entre hermanas. Eso alimentó el odio de Soyeon hacia mí. A mí sólo me dolía. Me hacía sentir poca cosa... Pasé toda la adolescencia creyendo que se avergonzaba de mi personalidad y quizá así fue. O quizá, esa fue su manera insensible de hacerme ver las cosas. Quizá, ella intentaba que me quisiera un poco más. Lo cierto es que muchas veces me encontraba sola, llorando, esperado por un poco de cariño de su parte.

Sandara me dió aliento. Me dijo que todo estará bien siempre que no olvide comer y me aleje de las malas compañías. Ojalá mí madre fuera cómo ella...

Me atreví a mirar a Jimin antes de dirigirme al pasillo. Se veía triste, cómo un pequeño cachorro abandonado. Quería despedirme de él, pero eso sólo haría las cosas más difíciles para los dos.

Tenía que dejarlo atrás, tenía que seguir con mí camino.

***
Toda mí vida entró en dos maletas. Patético... Pero una. la más grande, estaba llena de libros.
No me había dado cuenta hasta ese momento que nunca había vivido cómo era debido. Y me dolió comprender que nunca fui más feliz, cómo cuando Jimin entró en mí vida. Nunca había reído tanto, nunca me había ilusionado tanto, cómo cuando él me miraba. Nunca me sentí tan mujer, cómo cuando estaba en sus brazos... pero también, nunca había sido tan miserable.

Limpio mis mejillas húmedas con mis palmas temblorosas y luego de un largo suspiro tomo las maletas, decidida a dejarlo todo atrás.

Pero al cruzar la puerta, él estaba ahí. Cómo si nada hubiera pasado, salvo por su expresión de dolor. Recostado contra pared con una pierna apoyada y los brazos cruzados en su pecho. Esa imagen que antes provocaba que me convirtiera en una niña miedosa y tímida, ahora me rompía el corazón.

Sólo dios y mí conciencia sabe cuánto lo amo, cuánto me costará sacarlo de mi pecho. Y me gustaría decir que me gusta verlo deshecho, que me alegra verlo llorar, pero no puedo. —adiós...— llego a decir antes de cruzar frente a él. No estoy segura si me escuchó o si esperaba que le dirigiera la palabra. Lo cierto es que cuando sus brazos me rodearon supe que debía despedirme. De no hacerlo, jamás podría dejarlo ir. 

Enamorada Del Idiota (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora