lunático

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—cariño, lo sé. Él fue a buscarte, salió hace algunas horas— tartamudeo sin poder decir nada coherente. Enormes ojos esmeralda me observan petrificados y me debato en si reaccionar a esa mirada o las palabras de jiyoon.

Un chico de bata blanca. alto, muy... Alto, de cabello oscuro que le caen cómo cascada por hombros y ojos penetrantes, arrastra una pequeña silla hasta quedar frente a mí.  Observa la planilla y extiende su mano para que le entregue la mía. No reacciono, entonces la toma sin permiso y revisa la herida de mí brazo. —debo dejarte. Te llamaré luego— digo y suelto un chillido al sentir el líquido frío del antiséptico hacer contacto con mí piel.

En ese momento, me doy cuenta que llevo la camisa abierta y medio culo al aire. El bochorno me quema el rostro y tengo que cerrar los ojos para no morirme de la vergüenza. Dónde está el doctor canoso con cara de pervertido? Lo prefiero! Me abrazo con el brazo libre para tapar mis vergüenzas y lo veo sonreír.

Menudo idiota...

Termina por vendar la herida de mí brazo y vuelve su atención a la planilla. No... Lo que me faltaba. —de acuerdo, princesa. Veamos esa otra herida— y me quedo helada. Esa voz...

—tú! Maldito lunático!— grito y suelta una carcajada. —no es gracioso! No dejaré que pongas tus manos en mí cuerpo!— pataleo mientras me siento sobre la camilla, pero me veo obligada a callar cuando se levanta y su cuerpo imponente me observa desde su altura.

—quiero irme a casa y no me dejarán salir hasta que termine contigo. Colabora y prometo que no dolerá— sonríe mostrando sus enormes dientes perfectos y mí rostro se desfigura al notar su tono en doble sentido. Pero estoy intimidada hasta la mierda y me recuesto esperando que todo acabe cuanto antes. Mí pecho sube y baja y la piel se me eriza cuando vuelve a echar el líquido frío en mi estómago —ponte de costado— dice y carraspea la garganta.

Respiro hondo antes de obedecer. En fin... ‹‹es un profesional! Es un profesional!›› me repito hasta que lo creo.
Corre unos centímetros hacia abajo las tiras de mí ropa interior con extremo cuidado y con una lentitud que me desespera (aunque no de buena manera)  pasa una gasa con una especie de ungüento para limpiar la zona provocando un leve ardor y jadeo tensando las piernas. Escucho cómo pasa saliva de manera forzosa y agradezco que comience a cubrir la herida con la venda porque esto ya pasó de doloroso a incómodo. —la pregunta es, cómo te subirás la cremallera de la falda con semejante vendaje?

—te quitaré tus pantalones si eso llega a pasar— suelto sin pensar y sus ojos se abren cómo platos. —me la debes. Estoy así por tu culpa— intento suavizar mis palabras.

—cazzo...— balbucea entre dientes con un acento que jamás había escuchado en la vida, por la expresión de su rostro sé que está insultando. —ok, vale. Te ayudaré con esto, sólo porque si sales desnuda con el frío que hace, volverás al hospital y ya tuve suficiente de tu grata y destructiva presencia— coloca la última cinta sobre mí cintura y toma mi mano para ayudarme a sentar sobre la camilla. —ya regreso.

Dice y se pierde por la puerta. En ese momento de soledad, recuerdo las palabras de jiyoon. "Jimin fue por ti" y siento cómo el estómago se me contrae con la simple idea.

No... Él no sería capaz.

Y si lo hace?

Con sólo pensarlo me duele la cabeza. —toma. Cuídalo porque es de la suerte— levanto la vista a la puerta y lo veo aventar la prenda en mí dirección. La examino y sin dar demasiadas vueltas, me la coloco.

Este chico es enorme, no me sorprende que tenga que levantar el ruedo del pantalón hasta mis muslos. Pero es eso o tendré que caminar las cuadras que me separan de la casa con medio culo al aire.

Termino de vestirme y salgo antes que el lunático aparezca otra vez. Ya ha visto más de lo que me gustaría admitir y lo único que falta, es que me vea estas fachas.

Ahora, mí abrigo no molesta al hacer contacto con mí brazo y la sensación es tranquilizadora.
Voy trotando hasta la salida, preguntándome si me quedará marca o si se infectará. Pero no me detengo hasta que siento el aire gélido golpear mí rostro. —princesa!— gritan detrás de mí y pongo los ojos en blanco. Giro sobre mis talones y lo veo ondear mí falda en lo alto.

Mierda...

Dejo que se acerque y se la quito sin decir nada. No me pasa desapercibido que ya no está vestido cómo enfermero. Ahora lleva unos jeans rasgados y una cazadora negra repleta de tachas. Su aspecto es del típico chico que muere por llamar la atención con su rebeldía. Le hago una reverencia y continuo mí camino.

***
Sé que tengo que caminar seis cuadras para llegar a la casa. Pensar en eso me causa escalofríos, está oscuro y todavía no me familiarizo con las calles nocturnas. —a que te perdiste— dicen y sé a quién se refiere, qué mierda le pasa?

—eres un acosador o algo así?— digo aferrandome de la pequeña cartera.

—debería preguntarte lo mismo? No es mí culpa que vayas por el mismo camino que yo— volteo la mirada y lo veo recostado sobre una moto la cual arrastra con los pies.

—podrías encender tu porquería e irte lejos de mí grata y destructiva presencia— comento y asiente.

—nunca te vi por estos lugares. Vas a la universidad de Seúl?— mí celular vibra en mí cartera. Decido ignorarlo al igual que la pregunta extraña del chico extraño. —eso es un sí?

—si, bueno no... Hoy di mí exámen de admisión— ni siquiera sé porqué lo comento. Doblo la esquina esperando que siga de largo, pero él también lo hace. Debería sentir desconfianza por su actitud, pero me alivia no tener que caminar sola.

—tan mal te fue?— dice y no puedo evitar recordar la manera que me vió llorando en el aquel café. Muerdo mis labios para regañarme y niego con la cabeza. —los exámenes son muy difíciles. Sólo deberías estudiar un poco más.

—me aceptaron hace meses. Pero decidí aceptar otra universidad que quedaba más cerca de casa. La cosas...— suspiro intentando no llenarme de recuerdos estúpidos y lo encaro. —bueno, no fue lo que pensé y aquí estoy.

—y qué te dice que esta vez te irá bien? Digo... A esta altura del año las cosas serán más complicadas.

—llevo años preparándome para esto. No es por alardear pero el exámen no se me hizo difícil... Si, muy extenso— me detengo en seco al notar la pic up de Jimin en la esquina.

No... No puede ser...

—siento un orgullo enorme cerca de mí— dice con una carcajada y giro sobre mis talones para seguir caminando en sentido contrario. —sabía que te habías perdido!— grita el chico pero no le hago caso. Aún no estoy lista para encarar al pelirosa.

Escucho el rugir de la camioneta y mi corazón se acelera. Apuro el paso de manera torpe pero no llego muy lejos y el portazo de la puerta me avisa que ya se ha bajado y seguramente está corriendo en mi dirección. —gata! Detente!— grita pero no puedo. —puedo correr toda la noche si eso quieres— dice y al comprender que es inútil, me detengo.

Enamorada Del Idiota (TERMINADA)Kde žijí příběhy. Začni objevovat