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- No. Necesito desahogarme - cortó ella, a Natalia le iba a tocar escuchar todo lo que Alba había tenido que gritar al aire en el pasado-. Te fui a buscar a la escuela de Teatro Musical mil veces. Tonta de mí, quería agotar todas las opciones. Nunca te encontré.

- No empecé nada al final. Me pasé como un mes intentando reunir el coraje para cumplir la promesa, aunque la hubiera cagado, porque no podía sacarte de mí. Antes de que me decidiera a dejarle me enteré que estaba embarazada.

- No te excuses, no lo habrías hecho nunca.

- Puede que no. El caso es que cuando vi el positivo pensé que me lo merecía, por cobarde. El karma, la vida, o lo que fuera me estaba devolviendo mi cobardía en forma de embarazo no deseado cuando quería empezar de verdad mi vida. Justicia poética - rodó los ojos, que se empañaron-.

- Natalia... - susurró Alba ante la extrema dureza que se adueñó de la expresión de la morena-.

- Mikel me dijo que estaría conmigo decidiera lo que decidiera. Mis padres insistieron en que todos nos ayudarían y yo... Yo me lo tomé como el sacrificio que tenía que hacer por no haber sido capaz de ser valiente. Me siento fatal, porque quiero a Olivia con todo mi corazón, pero es así, tomé la decisión de seguir con el embarazo para castigarme a mí misma.

- Natalia - intentó cortar de nuevo el duro discurso de la navarra-.

- Me daba asco, sentía total decepción hacia mí. No podía convivir con mi parte cobarde que no me permitió dejar a Mikel en cuanto me abrió la puerta. A día de hoy creo que todavía no sé convivir con esa parte - confesó Natalia, limpiando un par de lágrimas rebeldes que se le escaparon-. Lo siento, lo último que quiero es darte pena o hacerme la víctima. Si soy la culpable...

Alba observaba a la Natalia atormentada que tenía delante y no podía evitar empatizar con ella. Por más que fuera objeto de su desprecio, o le guardara rencor, verla así le ponía un nudo en el pecho.

- Eras muy joven, Natalia. Te sobrepasaron las cosas...

- Por favor, no me defiendas. Tú no. Te fallé, Alba. Nos fallé - rectificó Natalia y la rubia simplemente no supo qué decir. Tenía razón-.

Ambas comían en medio de un silencio incómodo e indeseado. Las dos tenían mil inquietudes y preguntas que les quemaban en la lengua, pero el relato de Natalia las había dejado tocadas.

La tensión se podía cortar con un cuchillo, hasta que la morena se atrevió a abrir la veda de nuevo, cambiando de tema.

- ¿Y tú? ¿Qué es de tu vida? ¿Estás con Isaac?

- Dios, no. Ni siquiera me acuerdo de su cara. Corté con él en cuanto lo vi y le perdí la pista para siempre.

- Tú cumpliste la promesa aunque yo ya había desaparecido... - no pudo evitar enfatizar Natalia, esa nueva información la hizo sentir todavía peor persona-.

- Te dije que tenía esperanzas - recalcó la rubia con una media sonrisa, intentando quitar hierro al asunto para no volver a ver a la Natalia angustiada de hacía unos minutos-.

- Dime, por favor, que eres pintora y tienes muchas galerías super exitosas - pidió Natalia, deseando escuchar que por lo menos ella sí había cumplido sus sueños-.

La rubia asintió fervientemente y la primera sonrisa de la noche asomó sincera por las comisuras de Natalia.

- Algo así. Fui la tercera de mi promoción de Bellas Artes y me fui a París con una beca increíble. Allí hice mi primera exposición. Hace casi quince años, ¡madre mía! Viví allí un tiempo, me encantaba.

- Me alegro tanto, Albi - soltó sin pensar, apodo incluido y la rubia frunció el ceño, haciéndola rectificar- A-Alba. Yo fui a París, bueno y a Disney, con Mikel cuando Olivia cumplió seis. Esa ciudad es increíble.

Silencio otra vez. Ambas se miraban sin decir nada, conscientes de los rumbos opuestos que habían tomado sus vidas. Esta vez fue Alba la que quiso romper de nuevo el hielo, convenciéndose de que lo mejor era ser cordial con su ex... ex-nada.

- Sí. De todos los sitios en los que he vivido, diría que es mi favorito.

- ¿Has dado muchas vueltas? - se interesó Natalia-.

- En realidad, sí. Creo que me he mudado de ciudad unas siete veces desde que empecé mi carrera profesional. Quería ver qué se cocía en todos lados, conocer nuevas técnicas, otros artistas... No me apetecía anclarme a un sitio.

- ¿Estás en Madrid de paso, entonces?

- No, no. He venido para quedarme. Tengo dos sobrinos preciosos en Valencia y la verdad es que me estaba partiendo el corazón estar tan lejos. No quiero que crezcan pensando que la tía Alba es la que solo aparece en Navidad.

- Así que estás sentando cabeza - dedujo Natalia-.

- Sentando el culo, por ahora. Bueno, ¿y tú qué? Ya me contó Olivia que escribes canciones. ¿Eres cantante? No, no, claramente compositora, de esas que crean super hits. ¿Has hecho tú alguno de los temazos que suenan en la radio? - bromeó Alba tratando de adivinar la profesión de Natalia-.

- No, nada de eso.

- ¿Productora? - probó Alba-. Sí, tienes cara de productora.

- Abogada - confesó Natalia tan bajito que dudó si la rubia la había llegado a escuchar-.

Olivia | Albalia Where stories live. Discover now