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- Ahora es cuando me dices que te encargas de llevar la sucursal...

- ... del bufete de mi padre en Madrid, sí. Especializada en derecho de familia, concretamente - terminó Natalia la frase y fijó su mirada en la de la rubia, que achinó sus ojos dorados en busca de un rastro de mentira en los de la morena-.

- Me estás vacilando.

- No - bajó Natalia la cabeza avergonzada-.

- ¡Dijiste que ni de coña! - exclamó Alba indignada, enfatizando su enfado con un suave puñetazo en la mesa, que hizo que la navarra volviera a mirarla-. ¿Por qué, Natalia?

- Cuando decidimos que íbamos a tener a Olivia, Mikel también desechó la idea de estudiar y se puso a trabajar como un loco, de todo lo que encontró. No paraba ni un segundo. Cuando la peque creció un poco, yo quería ayudarle y pensé... pensamos que lo más fácil era que trabajara con mi padre. Así lo hice mientras me sacaba la carrera online y cuando la tuve nos fuimos a Madrid para abrir la sucursal.

- ¿Te gusta por lo menos? - fue lo único que se le ocurrió decir a Alba mientras procesaba toda esa información-.

- Si te digo que sí te miento, pero se me da bien.

Poco después, el camarero se acercó a las chicas para avisarles de que iban a cerrar. El tiempo se les había pasado volando. Natalia se empeñó en pagar la cuenta, pese a las protestas de Alba, justificando que había sido Olivia la que había orquestado el encuentro.

Las dos salieron del local a paso lento, no sabiendo muy bien qué hacer a continuación.

- ¿Ya que no puedo pagar, me dejas por lo menos que te invite a una copa? - se atrevió a proponer Alba y Natalia pareció pensárselo-. No te dejo decir que no.

- ¿Por qué quieres tomarte una copa conmigo? Te lo digo a buenas, ¿eh? - dijo Natalia alzando las manos en son de paz-. Me sigues odiando, te lo noto.

- Todavía me debes muchas explicaciones.

- Está bien. Entonces, vamos - se encogió de hombros la morena-.

Alba en realidad no sabía por qué no quería dejarla irse todavía. Igual que no sabía porque había acabado aceptando esa cita. Se convencía de que era la manera de saber toda la verdad, de dar portazo definitivo al asunto.

Por más que las circunstancias se le hubiesen complicado a la navarra, las hipótesis de Alba se ajustaban bastante a la realidad.

Finalmente, Natalia Lacunza había resultado ser, en efecto, una traidora y una cobarde. Y la ilicitana pensaba recitar mentalmente esos adjetivos como un mantra durante el resto de la noche.

Se permitiría ser amable con Natalia, pero siempre teniendo presente quién era y por qué hacía casi dos décadas que no sabía nada de ella.

Alba llevó a la morena hasta un bar pequeñito pero acogedor, con la música lo suficientemente baja como para poder seguir charlando. Al llegar, la rubia pidió un par de gin-tonics y eligieron una mesita con sofá para estar más cómodas.

- ¿Cómo te encontró Olivia? - preguntó Natalia-.

- No lo sé. Me contactó por correo diciendo que me quería entrevistar para un trabajo de arte. Un poquito mentirosilla tu hija... - acusó en tono burlesco-.

- Madre mía. Lo siento - se disculpó Natalia por enésima vez esa noche, la rubia negó con la cabeza restándole importancia-. No me explico como pudo dar contigo.

- Redes sociales, supongo. ¿Nunca me buscaste tú? - preguntó Alba-.

- No me atreví - confesó la morena-.

- Yo tampoco, la verdad. Tenía miedo de lo que me podía encontrar.

- ¿Miedo? ¿Qué esperabas encontrar?

- No sé, lo típico. A ti siendo feliz con alguien que no era yo.

- Pues ya ves que no.

- Olivia me dijo que Mikel y tú estabais separados. ¿Hace mucho de eso?

- Cinco años, pero la relación llevaba muerta desde... bueno, por mi parte desde que te conocí.

- Pero seguiste con él más de diez años después de eso - le recriminó Alba-.

- Sí... Yo no era la persona más receptiva del mundo ni me esforzaba en cuidar la relación, así que él también se acabó desenamorando.

- ¿Y por qué aguantasteis tanto? ¿Cómo no lo dejaste antes?

- Me dejó él. Me dijo que había conocido a alguien que le gustaba y antes de hacer nada prefería decírmelo y que nos separáramos sin malos rollos. Él sabía que éramos más amigos que otra cosa.

- Que encima te dejó él - se llevó Alba las manos a la cara-.

- Yo sabía que el amor en esa relación no lo iba a tener, pero éramos una familia. Ninguno de los dos tenía que perderse nada de Olivia, estábamos en el mismo barco. Me conformé. No sé... - justificó Natalia mientras jugaba con su copa-.

- ¿Qué pretendías que él también renunciara a ser feliz para siempre? Hay millones de parejas separadas que son padres maravillosos.

- Lo sé. Nosotros lo somos ahora. No creas que le recriminé nada ¿eh? Todo lo contrario. Olivia aparte, cuando me dijo que me dejaba sentí alivio. Solo me faltó darle las gracias y un beso en la frente. Creo que yo no habría dado el paso nunca.

- ¿Y salir de tu zona de confort? No, por favor. ¿Vivir? ¿Qué es eso? - ironizó Alba-.

- Ya sé que es todo muy decepcionante, no hace falta que me lo restriegues - pidió clemencia Natalia-.

Olivia | Albalia Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt