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- Creí que dijiste que tú y yo no...

- Sé lo que dije - cortó la rubia-. En ese momento pensé que era la mejor opción. Y quizás lo sea. Pero lo que de verdad quiero hacer es tomarme un café contigo.

- Yo también. Buah, Alba - la navarra se pasó la mano por el pelo, desordenándolo ante la atenta mirada de la rubia-. Claro que quiero. Cuando quieras.

- ¿Cuándo puedes tú?

- Mañana... - sopesó Natalia-. No tengo clase, así que sería genial. Igual te parece muy pronto...

- Me parece perfecto. Concretamos por Whatsapp. Tengo tu número - agitó el disco en el aire y la morena asintió. Alba consultó entonces la hora en su reloj-. Me tengo que ir.

La rubia se levantó de la silla y Natalia imitó su movimiento, ambas se dirigieron a la puerta.

- Nos vemos... mañana - se despidió Alba, pero fue Natalia la que se abalanzó hacia ella para dejarle un beso en cada mejilla-.

El contacto las estremeció, haciendo que mantuvieran las miradas conectadas un poco más de la cuenta, antes de que la morena abriera la puerta.

- Hasta mañana, Alba.


- ¡Mamá! Deja de mirar la pantalla que se te van a salir los ojos.

- Es que todavía no me ha dicho nada, y son ya las ocho de la noche. ¿Y si se ha arrepentido? O peor, ¿y si le he dado el número mal con los nervios?

- Y si, y si - se burló Olivia-. ¿Y si simplemente no es una histérica como tú? Relájate.

- ¿Cómo me voy a relajar? ¿Tú me has escuchado lo que te he contado? ¡Que ha venido a buscarme! ¡Que vamos a tomar un café mañana!

- Si quieres llegar viva a ese café, necesitas tranquilizarte.

- Tienes razón - admitió Natalia y respiró hondo-.

- Eso es. Dame el móvil - pidió Olivia-.

- ¡No!

- ¡Sí! Lo vamos a poner en sonido si quieres, pero basta ya de mirarlo fijamente.

La morena no estaba por la labor, pero en un ágil movimiento, su hija le arrebató el dispositivo.

- Vale. Ya es mío. Ahora vamos a ir tú y yo a hacer la cena y así nos distraemos.

- Esto es surrealista - soltó Natalia y ambas se miraron para estallar después en una carcajada-. ¿Quién es la madre de quién?

- Eso me pregunto yo. ¿Fajitas? - propuso Olivia, y Natalia asintió poniéndose manos a la obra-.

Natalia estaba retirando el pollo de la sartén cuando una notificación la puso en alerta. Olivia se llevó la mano al bolsillo trasero del pantalón donde custodiaba el móvil de su madre y se dispuso a abrir el mensaje.

- Olivia, ya - la apremió Natalia-.

- Es papá, para recordarte que este finde me toca con él - informó Olivia con una mueca de decepción-.

- ¡Qué oportuno tu padre, joder! - exclamó indignada-. Siempre en medio, parece que tenga un radar o algo, es aparecer Alba y ¡focos a su persona!

- Mamá - la reprendió-. No te pases que no ha hecho absolutamente nada.

- Perdón, perdón, estoy nerviosa.

A las nueve y cincuenta, llegó la notificación que la morena esperaba con ansias.

- ¡Es Alba! ¡Es Alba! - exclamó Olivia-.

- ¿Qué dice? - se abalanzó Natalia sobre su hija, ya en el sofá, para tener acceso a la pantalla-.

"Hola Natalia, soy Alba. ¿Te va bien vernos mañana en la cafetería de al lado de la galería a las 19h?"

- Sí, sí, sí. Dile que sí. Trae - interceptó la morena su móvil-.

- Oye, no te sientas especial, ¿eh? A mí también me llevó allí. Y antes que a ti - la vaciló Olivia-.

- Un respeto, que soy tu madre - la reprendió fingiendo seriedad para después pasar a una mueca pensativa-. ¿Qué le contesto?

- Pues "ok" no. Ni el emoticono con el pulgar para arriba tampoco. Que eso es muy de madre pero cero de ligar.

"Hola Alba, perfecto. Allí estaré a las 7"

- Sosísima, mamá.

- ¿Qué quieres que le diga? Tampoco ha sido ella la reina de la creatividad.

- Bueno, pues lo tendrás que ser tú. Que vea que vas a ganar, que hasta ahora ha sido Alba la de la iniciativa.

- ¿Me muero de ganas de verte? - propuso Natalia-.

- ¡Demasiado! La vas a asustar - Olivia se llevó las manos a la cabeza, dramática-.

- Buenas noches y emoticono de lunita - sugirió entonces su madre-.

- Bueno, vale. Aceptable - aprobó Olivia, y Natalia lo envió-.

"Que descanses, Nat"

- ¡Que ha puesto Nat! - exclamó Natalia eufórica-. ¡Descansa, Nat!

- No es para tanto - restó importancia su hija-.

- Sí, es para tanto. Sí, es - puntualizó la morena mordiéndose el labio-. Créeme que sí es.

- Vale. Pero, oye, tú no puedes ir así de acelerada mañana, ¿eh? Mira cómo te va la pierna - destacó Olivia, ante el movimiento constante de la extremidad de Natalia-.

- Tienes razón. No puedo hacer el ridículo. Tengo que ir segura.

- Tienes que ser tú misma. Lo que me has dicho tú siempre. Dejarte fluir. Que todo fluya.

- Hay que ver lo bien que te he educado, hija.

- Y humilde, sobre todo tienes que ser humilde, mamá - bromeó Olivia, recibiendo un intento de cosquillas por parte de su madre-. Ahora en serio, seguro que va genial.

- Bueno, ya veremos. Lo primero es saber si de verdad no me odia ni me guarda rencor. Lo cual sería un milagro.

- Si lo hiciera de verdad no habría vuelto a aparecer. Por alguna razón, Alba no se ha olvidado de ti, ni quiere. Yo te lo dije desde el primer momento, sus ojos me lo decían.

- Olivia, la pitonisa - se burló ahora Natalia-. Gracias por aguantarme, aunque en vez de una madre parezca una adolescente loca. Bueno, aunque también te digo que como ha sido todo culpa tuya, ahora es lo que te toca.

- Estoy feliz de verte así. Así que confía en ti y verás que todo saldrá bien.

- Ay, te quiero tanto, pequeñaja - susurró Natalia para después dejar un beso en el pelo de Olivia-.

- Y yo a ti, mami.

....

Confieso que adoro escribir a Nat y Oli 💖

Mañana nos tomamos un cafelito con las albayas. Nervios.

Olivia | Albalia Where stories live. Discover now