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- No puedo trabajar si me miras así, churri - se quejó Alba, mientras tecleaba sacando la lengua levemente-.

- ¡Es que es monísima tu lengüita! Mírate - la imitó-.

- Qué rápido se te olvidan las habilidades de mi monísima lengua, Natalia - susurró centrando toda su atención en la pantalla que tenía delante-.

- Ya ves que sí. Necesitaré un repasito, churri - soltó la navarra y Alba no pudo evitar reírse-. ¿Qué?

- Que eres muy graciosa llamándome así.

- Ah, ¿tú puedes y yo no? - frunció el ceño Natalia-.

- No he dicho que no puedas, sólo que me hace gracia.

- A ti todo te hace gracia - picó la morena-.

- Mira, ¿sabes qué? No estoy trabajando una mierda. Nos vamos.

- ¿Así de fácil?

- Trabajaré luego desde casa, cuando no te tenga delante distrayéndome.

- Me parece una idea genial.

- Me disminuyes la productividad, Lacunza - se lamentó Alba-.

- ¡Pero si te he dado contenido para una colección entera!

- También es verdad. Además para que un artista puede trabajar tiene que vivir. ¿De dónde sacamos la inspiración si no? - reflexionó Alba cuando apagó el ordenador y acabó de ordenar los papeles esparcidos por su mesa-.

- Así se habla, vamos a inspirarnos un ratito.

- ¿Alguna preferencia? - preguntó la rubia cuando salieron del edificio y Natalia aprovechó para encenderse un cigarro-.

- Tengo hambre.

- Muchas gracias, eres de gran ayuda.

- Quiero un trozo de tarta enorme.

- ¿Pero tú cuántos años tienes?

- ¿No te viene bien nada de lo que digo o qué? - protestó la navarra con un pucherito-.

- Ay, bebé - la consoló Alba imitando la mueca en su cara, para después acercarse a besarla-. Vamos a por un trozo de tarta, entonces.

Las dos disfrutaban como niñas pequeñas de la merienda. Natalia engullía una porción de pastel de chocolate más grande que su cara y Alba saboreaba unas cookies, que sí podía comer.

- Te estás manchando entera.

La imagen de la morena, vestida de oficina y disfrutando como una enana de su merienda mantenía una sonrisa fija en la cara de Alba.

- Ya está - se limpió Natalia la boca con una servilleta-.

- No. Si es que tienes chocolate en toda la cara - pasó la rubia el dedo por uno de sus mofletes y se lo llevó a la boca-.

- ¡Que lleva lactosa! - exclamó Natalia alarmadísima-.

- Ay, Nat, que no pasa nada - restó importancia la ilicitana-. Es una cantidad insignificante, no me va a hacer nada.

- ¿Ah, no? - frunció el ceño la navarra, reflexionando sobre eso-.

- No.

- ¿Y dónde más dices que me he manchado? - preguntó alzando una ceja y acercando su cara a la de Alba-. Yo digo que con un lengüetazo se va.

La rubia respondió a la provocación lanzándole una servilleta a la cara.

- Hay gente, Natalia. Límpiate tú.

- Limpiiti ti - la imitó-. Aburrida.

Alba chasqueó la lengua y tiró de la camisa de la morena para acercarla más a ella y poder atrapar su boca en un beso húmedo que la dejó sin palabras.

- A mí no me insultes - recriminó la ilicitana haciendo que la otra estallara en una carcajada-.

Cuando Natalia abrió la puerta de su casa, se extrañó al oír como Olivia hablaba con alguien.

- ¿Oli?

- Hola, mamá. Estoy con Ici - saludó la chica desde el salón-.

- Hola - la morena apareció con una sonrisa enorme y besó a ambas antes de sentarse con ellas en el sofá-. ¿Qué haces tú aquí?

- Cotillear sobre tu novia - soltó Iciar con sinceridad-.

- ¡Hala, Ici! - se quejó Olivia por el chivatazo-.

- ¡Que no es mi novia! ¿Ya estáis conspirando vosotras dos? ¿Qué es lo que pasa ahora?

- Le estaba contando a Ici que Alba es de las nuestras - sonrió la más pequeña-.

- O sea ahora es una virtud estar en mi contra - se hizo la ofendida Natalia-.

- Es un requisito indispensable que se sepan meter contigo, sí. Tú necesitas que te espabilen - argumentó la rubia-.

- Yo estoy bastante espabilada, gracias - contradijo la aludida-.

- Bueno, el caso es que Alba me encanta para ti. El buen gusto, mamá - la felicitó con una palmadita en el hombro Olivia-.

- Y además se porta genial con nuestro bebé - aportó Iciar estrujando a Olivia entre sus brazos-. Muy bien, Lacunza. Estamos orgullosas.

- Sois pavísimas.

- Pavísima serás tú que le traes cafecitos porque no te puedes esperar ni a que salga de trabajar - se burló su hija-.

- Pues le ha encantado la sorpresa, que me lo ha dicho - chuleó Natalia-.

- ¿Puede ser más perfecta la Reche? - reflexionó su amiga-. Te perdona las cagadas del pasado, aguanta tus moñerías, ayuda a Oli, folla bien...

- ¡Iciar!

- ¡Solo estoy dando datos objetivos! - se defendió-. La chica es un partidazo.

- Bueno, tú te relajas, eh. Que te veo muy lanzada.

- Un partidazo como cuñada, me refería - la tranquilizó-. Cualquiera se mete ahí en medio.

- Te arrastro.

- No a la violencia - intervino Olivia-.

- Eso es, mi vida - secundó Natalia-.

- ¡Pero si lo de arrastrar lo has dicho tú!

- Déjala que el amor la tiene tan atontada que no sabe ni lo que dice - picó Iciar-.

- Vale ya de meterse conmigo. ¿Te quedas a cenar y vemos una peli? - le propuso a la rubia-.

- ¡Noche de chicas! - saltó Olivia en el sofá-.

- Yo pensaba irme ya...

- Ici, por fa - suplicó Olivia-.

De repente Iciar se encontró frente a dos pares de ojitos de gato con pucherito incluido, marca de la casa, y no pudo evitar sucumbir.

- Siempre me enredáis - protestó-.

- Anda que te cuesta a ti mucho dejarte enredar... - aclaró Natalia, abrazándola tras salirse con la suya-.

.......

Este trío 😍

Olivia | Albalia Where stories live. Discover now