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Un silencio cómodo se instauró entre los dos. La morena aprovechó para encenderse un cigarrillo y simplemente disfrutar del momento compartido con Santi.

Hacía mucho que no tenían uno así.

- Tenemos que vernos más, Natus.

- Lo sé. Y lo haremos.

- Eso dices siempre. Y al final por unas cosas o por otras no apareces por aquí y cuando bajamos a Madrid no tienes tiempo...

- Lo siento. Siento haber estado tan ausente, de verdad - se disculpó Natalia, mirándole a los ojos-.

- No era un reproche, siento si ha sonado así.

- Tendría que haberos visto más, llamado más. E igual no sería siempre la última en enterarme de todo - rodó uno de sus anillos, mirándolo fijamente-.

- Bueno, todos sabemos que eres un poco así, más desapegada. Y no pasa nada, cada uno es como es.

- Es que en el fondo no soy así, Santi. Me importáis, muchísimo. Y esto no va a pasar más. Que nos veamos dos veces al año no va a pasar más. Te lo prometo.

- ¿En serio?

- Muy en serio. Quiero estar para vosotros y que estéis para mí.

- ¿Es esto acaso una reunión de hermanos a la que no he sido invitada? - apareció Elena de pronto, interrumpiendo la conversación-.

- Por supuesto, enana. Estamos conspirando en tu contra - afirmó Santi con una sonrisa, mientras la más pequeña se acomodaba en una silla, al lado de su hermana-.

- ¿De qué hablábais?

- De que voy a dejar de ser la hermana ausente - informó Natalia-.

- No eres la hermana ausente. No digas eso.

- Sois demasiado buenos conmigo.

- Nuestro esfuerzo nos cuesta, no nos quites mérito - vaciló Elena y Natalia puso los ojos en blanco-.

- Ay, te he echado mucho de menos, mocosa - alargó la morena la mano para acariciar su rodilla-.

- Pues lo podrías demostrar regalándome unas entraditas para algún concierto de tus artistas.

- ¡Pero si acabo de entrar a la productora!

- ¿Y más adelante? - parpadeó exageradamente-.

- No sólo te la regalo sino que te acompaño. Es más, vamos todos. En familia.

- Yo depende de quién sea... - empezó a protestar Santi-.

- Tú vienes también, gruñón. Aunque sea trap.

- Voy a ser padre.

- Eso no es ninguna excusa, hermanito.

- Puede venir también Alba, ¿no? - propuso Elena-.

- Contaba con eso - sonrió la morena-.

- ¡Hasta las trancas estás! ¡Qué ganas de conocerla!

- Os caería bien. Le encanta meterse conmigo.

- ¿A quién no? - pinchó Santi-.

- Oye. Un respeto a la hermana mayor.

- In rispiti i li hirmini miyir - se burlaron los otros dos al unísono-.

- No os soporto - bufó Natalia, como si ese par no fueran su debilidad-.




- Oli, cariño, ¿puedes dejar el móvil? Estamos en la mesa - la regañó Natalia mientras daba un mordisco a su tostada-.

- Ay, es que es importante.

- No, si ya te veo, pegada a la pantalla estás. ¿Álvaro?

- También. Pero hablaba con Sara, la hija de los vecinos, ¿te acuerdas?

- Eh... no - dijo después de fruncir el ceño, pensativa-.

- Ay, mamá, ¡cómo no te vas a acordar! - suspiró Olivia-. Dice que llega ahora a la estación y no pueden ir a buscarla. ¿Me llevas a recogerla?

- ¿Ahora?

- Sí, bueno, en un ratito, todavía le queda media horita.

- ¿Y no están sus padres?

- Se ve que no.

- ¿Y cómo la dejan sola? - se interesó de nuevo su madre y Olivia se encogió de hombros-.

- Ay, no sé, mamá. ¿Me llevas o no?

- Sí, sí, te llevo - cedió finalmente-.


- Mamá, estáte atenta tú que eres más alta - pidió Olivia una vez estaban en la parte de llegadas, pues su madre estaba distraída con el móvil-.

- Pero si yo no me acuerdo ni de quién es.

- Ya salen, ya salen.

Natalia levantó la vista y no tardó ni un segundo en reconocer a Alba Reche, que se acercaba a ella portando una maletita de ruedas que parecía tener vida propia.

- ¡Albi! - exclamó eufórica y la esperó con los brazos abiertos hasta que pudo rodearla con ellos y dar vueltas sosteniéndola en el aire-.

- ¡Sorpresa! ¿Quieres ser mi novia?

- Oye, no está bien que me robes las frases - hizo un puchero Natalia, que le duró poco, pues la sonrisa no pudo evitar hacerse hueco-.

- ¿Pero quieres o no? - insistió Alba acercándose para dejar un besito en su nariz-.

- Es que yo ya tengo novia, ¿sabes? - siguió el juego la navarra-.

- Ah, ¿y es celosa?

- No, no mucho.

- ¿Le importará que te de un besito?

- Para nada.

Ambas rompieron el teatrillo con una carcajada antes de comerse la boca como si no se hubieran visto en años.

- ¿Qué haces aquí, amor? - preguntó la más alta, dejando picos en los labios de su novia-.

- ¿En qué momento me iba a perder yo a la Natalia excursionista?

- No puede ser, eres pavísima.

- En realidad, habría venido ayer con vosotras pero tenía una reunión importantísima y no la pude aplazar- se lamentó la rubia-. Me quedo todo el fin de semana.

- ¿En serio?

- En serio - confirmó la ilicitana, que rodeaba el cuello de la pelinegra con sus brazos, acariciándole la nuca-.

- Albi, ¿sabes qué?

- ¿Qué?

- Voy a ser tía - confesó con ilusión-.

- ¿De verdad? ¿Santi? - preguntó con los ojos muy abiertos, contagiados de su emoción-.

- ¡Sí! Todavía no me lo creo, estoy súper feliz. Y ahora que estás aquí, súper súper súper feliz.

- Ay, bebé. Me alegro mucho - la besó Alba con ternura y se separó para mirar a su alrededor-. ¿Y Oli?

- Lejos de vosotras, para que no me de una subida de azúcar con lo empalagosas que sois - apareció la aludida, que se había apartado para dejarles cierta intimidad-.

.........

Obviamente Alba no podía perderse el viajecito a Pamplona 😊

Olivia | Albalia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora