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María, que perreaba intensamente con un chico, tuvo que parar para prestar toda su atención al espectáculo que estaban dando las otras dos.

Sabía que su amiga Alba se movía como para tener que llamar a los bomberos por un movimiento de cadera, pero la morena, que tan estiradita parecía de primeras, tenía una soltura y una habilidad que haría babear a cualquier ser humano.

Más allá del don del ritmo y los movimientos perfectamente ejecutados en sincronía, era la química más que evidente que desprendían lo que llamaba la atención.

Estaba segura de que si alguien las tocaba, saldría ardiendo en cuestión de segundos. María no podía entender cómo esas dos estaban aguantando tanto sin empotrarse contra alguna de las paredes del antro en el que se encontraban.

Cuando la canción terminó, Natalia miró a Alba con la respiración agitada por el esfuerzo y por el calentón. La rubia le correspondió y se lanzó a su boca para dejar en ella un beso salvaje, como aperitivo de lo que se venía.

Agarró la mano de la más alta y llegó hasta María para comunicarle que pensaban hacer bomba de humo.

- Es un caso de fuerza mayor, lo entiendo perfectamente - empatizó la Mari y atrapó a Alba en un abrazo tan apretado como infinito-. Disfruta de Elche, furby bebé.

- Te traeré otro imán - sonrió la rubia a modo de despedida-.

- Wonka, confío en tus habilidades para darle un buen fin de fiesta a mi amiga - soltó mientras señalaba con el dedo índice a la más alta-.

- Yo me ocupo, Mari - chuleó Natalia y notó como la valenciana tiraba de su brazo hacia la salida-.

- Anda, vamos, chulita.

- Hasta la próxima, María - se despidió con la mano-.

- ¿Dónde vamos? - preguntó Alba una vez subida en la moto y abrazada a la cintura de su conductora favorita-.

- A mi casa. Oli no está y así puedes ver mi humilde morada - aclaró la morena antes de dar gas-.

- Es muy tú - fue la primera impresión de la rubia cuando entró a un piso decorado elegantemente en tonos negros y grises-.

- ¿Gracias? - frunció el ceño la navarra-. ¿Quieres tomar algo?

Alba negó con la cabeza y se acercó a su presa, llevando las manos a su culo y la boca a su apetecible cuello.

- No, quiero que me enseñes tu cuarto. Ya - exigió mordiendo la zona de su yugular-.

- En ese caso, no se hable más - susurró Natalia sugerentemente para después alzar a la rubia y llevarla hasta su cama-.

- Muy bonito - habló Alba sin siquiera apartar la vista de los ojos de la morena-.

Natalia no tardó en lanzarse a su boca mientras recorría frenéticamente el cuerpo de la otra con los dedos.

La paciencia brillaba por su ausencia en esa madrugada en que la ropa de ambas tardó minutos en colmar el suelo de la habitación.

- ¿Te vas a acordar de mí estas dos semanas? - preguntó Natalia en su oído mientras sus dedos atendían ya los pliegues del sexo de la rubia-.

- Depende de lo bien que lo hagas - picó ésta, provocando una sonrisa socarrona en la cara de la morena-.

- Cierra los ojos - pidió Natalia, tras dejar un beso largo en la boca de Alba-.

- No. Quiero verte.

- Y yo que cierres los ojos. Mi casa, mis normas - endureció el tono la pelinegra-.

- ¿Ah, sí? - sonrió pícaramente la rubia-. Lo tendré en cuenta.

- Cierra los ojos.

- Está bien.

La rubia obedeció y Natalia se apartó de encima de ella. Se dedicó a observarla: sus labios tentadores, su respiración haciendo bajar y subir su pecho, sus piernas abiertas...

Natalia suspiró antes de disponerse a acariciarla y Alba abrió los ojos.

- Tramposa, los has abierto.

- Es que me has abandonado.

- Is qui mi his ibindinidi - se burló Natalia, que recuperó su camiseta para usarla como venda-. Tú lo has querido.

- Nat - protestó al ver que la morena pretendía privarla del sentido de la vista de verdad-.

- Como te la quites te ato las manos - amenazó en su oído-.

- Dios - jadeó Alba-.

- Y ahora te esperas a que te toque.

- Natalia, me las vas a pagar.

- Y tú te vas a acordar de mí en Elche porque no vas a poder ni andar.

La morena acompañó sus palabras con un mordisco en su labio inferior y una caricia suave pero constante en su clítoris.

Alba agarraba con una mano la nuca de Natalia y con la otra se aseguraba de que los dedos de la otra se mantuvieran en su punto más sensible.

La ilicitana notó como Natalia se separaba de ella, sólo escuchaba sus pasos por la habitación y algún que otro movimiento que no supo identificar. El hecho de no ver le hacía estar en tensión constantemente, pero también la llenaba de adrenalina.

Unos minutos después, todo el peso de la más alta cayó parcialmente encima de ella, pues ésta se preocupó de apoyarse en la cama con uno de sus codos para no aplastarla.

La rubia se sobresaltó cuando, a la atención que los largos dedos de la navarra volvieron profesar a su clítoris, se le unió un objeto largo y duro introduciéndose en su vagina a la vez que Natalia conquistaba su boca con pasión.

La navarra apretó el botón mágico y el vibrador empezó a hacer su función, haciendo que Alba gimiera con fuerza ante la inesperada invasión.

- Mm... Nat - jadeó la rubia, que sufría las acometidas del aparato y veía cómo la presión se acumulaba rápidamente en su bajo vientre-.

- Albi... ¿te gusta? - gruñó la dueña del artilugio mientras lamía los pezones de la más bajita para estimular también esa parte de su cuerpo-.

- Nat... Me voy a correr - anunció ésta, siendo consciente de que no podría aguantar mucho más sin que las intensísimas embestidas que dirigía la morena la hicieran explotar-.

- ¿Ya? ¿Y si paro ahora? - jugó Natalia, sintiéndose poderosa-.

- Te... arrastro... por la Gran Vía - amenazó prácticamente sin fuerzas, Alba-.

La navarra soltó una risita y pasó su lengua por los labios entreabiertos de la rubia. Cuando notó que ésta estaba al borde del abismo, le destapó los ojos y le dedicó una mirada que habría podido incendiar el edificio entero. Alba se corrió al instante, gritando el nombre de Natalia como si no hubiera un mañana.

La aludida no paró de embestirla hasta que el último espasmo abandonó el cuerpo de la pequeña y el ritmo de su respiración se normalizó un poco.

Alba atrapó con sus labios la boca de la morena, tirando de su pelo con fiereza.

- Veo que tienes una casa muy bien equipada - dijo con tono sugerente y Natalia hizo uso de su sonrisa ladeada-.

- Por supuesto.

.........

🔥🔥🔥🔥

Sigo escribiendo, que no panda el cúnico. Dadme un ratito y subo otro.

Yo también odio el smut a medias 😉

Olivia | Albalia Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora