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Natalia llevaba sentada en la mesa desde las siete menos diez. Alternaba su mirada entre la puerta y el móvil, por el que se mensajeaba con Olivia.

Su hija le echaba la bronca por haber llegado tan pronto a la vez que intentaba tranquilizarla de manera en absoluto efectiva.

Alba entró por la puerta justo cuando la morena alzaba la mirada hacia esa dirección, así que sus ojos se cruzaron sin previo aviso.

Ambas esbozaron una media sonrisa y se saludaron con un par de besos en la mejilla antes de sentarse.

En seguida, la camarera se acercó a tomarles el pedido.

- Un café con leche, por favor - pidió Natalia, Alba asintió, dando a entender que quería lo mismo-. Dos. Dos cafés con leche, uno sin lactosa ¿verdad?

Alba, que iba a añadir ella misma su inseparable coletilla "sin lactosa", se quedó soprendida al ver que esta vez no le hacía falta.

- Sí, sin lactosa - confirmó a la camarera, quien se retiró-. ¿Te acuerdas de eso?

- Claro que me acuerdo.

Natalia sonrió y Alba hizo lo mismo, inevitablemente.

- ¿Sales ahora de la galería? - se interesó la navarra, que creía que empezar con temas banales ayudaría a calmar sus nervios-.

- Sí, bueno, esta mañana he estado trabajando en una nueva exposición, así que solo he estado allí por la tarde.

- La que hay ahora me encantó - apuntó Natalia-.

- Está inspirada en Ámsterdam. Cuando llego y cuando me voy de cada ciudad siempre pinto. Y así luego puedo exponer las dos visiones. Me ayuda a ver en qué me han cambiado y se nota bastante si la experiencia ha sido buena o no - comentó Alba-.

- ¿Es la última cuidad en la que estuviste?

- Sí, creo que fueron dos años en total, antes estaba también por Holanda, pero en Rotterdam.

- Quietecita no te quedabas ¿no? - rió Natalia-.

- ¡Qué va! El caso es que iba haciendo amigos, que también se movían de un lado a otro, y me iban llegando ofertas para exponer. Deberías haberme visto, sobre todo al principio, después de París. No decía que no nunca, era como una peonza.

- ¿Y cómo lo hacías para mantener la relación con la gente? ¿No te sentías sola? - cuestionó la morena-.

- Bueno, al principio me costó un poco encontrar mi lugar y ver que realmente era capaz de vivir lejos de casa. ¡Y más con la Rafi insistiéndome cada día para que volviera!

- Madre mía, ¡qué personaje tu madre! ¿Te acuerdas de la única vez que me vio?

- ¡Como para olvidarlo! ¿Qué te dijo exactamente? - entrecerró Alba los ojos, intentando recordar el momento-.

- Que sabía que había sido yo la que te había convencido para robarles cerveza y que era una mala influencia. Todo esto mirándome como si llevar un septum y un tatuaje me hicieran ser automáticamente una delincuente.

- Estaba enfadada conmigo porque me pasaba el día fuera de casa sin decirle a dónde iba y con quién. Fuiste un blanco fácil - apuntó la rubia-. Bueno y es verdad que algo de culpa tenías...

- Pero yo no era una mala influencia - protestó Natalia en un tímido puchero-.

- No, no lo eras pero lo parecías. A Marina le caías bien, si te sirve de consuelo.

- Tu hermana me espiaba cuando te acompañaba a casa. Estoy segura de que era su crush.

- ¿Su qué?

Olivia | Albalia Where stories live. Discover now