Epílogo Extra II

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- ¿Se puede saber qué haces? - cuestionó Alba viendo que su mujer rodaba su alianza frenéticamente a la vez que se mordía el labio con preocupación-.

- Quítate el anillo - apremió Natalia a la rubia mientras se disponía a hacer lo mismo con el suyo-.

- ¿Qué? - exclamó ésta sorprendida para después advertirle-. Como te quites la alianza no te la vuelves a poner en tu vida.

- Alba, en serio, creo que es lo mejor - dijo en un suspiro-.

- ¿Lo mejor? ¿Te estás oyendo?

- Sí. Aunque me joda tener que llegar a esto, creo que la prioridad ahora es que estemos bien.

- Natalia, mírame.

- Tampoco hace falta que me llames así - pidió la morena, conectando su mirada a unos ojos de miel que empezaban a echar chispas-.

- Bueno, es que mira cómo te estás comportando - se defendió abriendo sus manos para evidenciar la situación-.

- Dime tú qué otra solución crees que hay - se encogió de hombros-.

- La solución es muy simple, Nat. Ya lo sabes.

- Lo será para ti.

- Me estás hartando, en serio te lo digo.

- ¿Te puedes poner un poquito en mi lugar? ¿Tanto te cuesta?

- Te recuerdo que estoy en el mismo lugar que tú. Te recuerdo que esto es un matrimonio - recalcó Alba señalándolas a ambas-.

- Pues con más razón. Venga, nos quitamos el anillo y aquí no ha pasado nada - insistió-.

- Es que estoy flipando, de verdad. Eras tú la que se moría por casarse, la que no se sacaba el "mi mujer" de la boca y ahora a la primera de cambio me sales con esto...

- Perdona que te diga pero contárselo a la Rafi no es "la primera de cambio", si no una cuestión de vida o muerte.

- Natalia no exageremos.

- ¿No exageremos? ¿No crees que cuando le diga que te he pedido que te cases conmigo a 9000 kilómetros de distancia de ella no me va a matar con sus propias manos?

- No te va a matar, amor - la tranquilizó acariciando su brazo-. Como mucho igual te deja de hablar o te pone la parte chamuscada de la paella o te putea y te usa de escalera para hacer el cambio de armario...

- ¿Y te parece poco? - abrió Natalia los ojos exageradamente, con una expresión de terror en ellos y un puchero en los labios-. Que yo soy el ojito derecho de la Rafi, no quiero dejar de serlo... No quiero que me odie.

- Mi amor, prioridades - enfatizó Alba mostrándole la alianza de su mano-. O eres la mujer de la Reche o el ojito derecho de la suegra. Todo no se puede.

- Elijo ser la mujer de la Reche, siempre.

La navarra reafirmó sus palabras besando a su esposa cómo si sus labios pudieran transmitirle ánimos y fuerzas para lo que se venía.

- Esto ya me gusta más. Me estabas cabreando.

- Es que me muero de miedo, Albi. Pero que no pasa nada, que pa'lante. Venga - apretó su mano-.

- Espera - frenó Alba a la morena cuando ésta ya se disponía a llamar al timbre de la antigua casa de la rubia-.

- ¿Qué?

- No lo digamos tampoco desde el principio, ¿vale? - dijo Alba con cierta preocupación-. Dejemos que surja el tema.

- Oh, ¿qué tenemos aquí? ¿Acaso mi mujer también se hace caquita en los pantalones? Ni ixigirimis, Nit - se burló Natalia-.

Olivia | Albalia Where stories live. Discover now