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La morena llevaba sentada en el sofá viendo Netflix toda la tarde del domingo, esperando la vuelta de Olivia. Se tensó cuando escuchó el sonido de las llaves, nerviosa por cómo se la iba a encontrar.

- Hola, mamá - saludó Olivia al llegar al salón, dejando en el suelo su bolsa y acercándose a su madre con los brazos abiertos-. No te odio, lo siento mucho.

El pucherito de su hija provocó una tierna sonrisa en Natalia, quién no dudó en levantarse para abrazarla con fuerza, apoyando su mentón en la cabeza de Olivia.

- ¿Me perdonas? - susurró la más pequeña, aún escondida en el pecho de la otra-.

- Claro, mi amor. ¿Cómo estás? - se separó Natalia para poder observar con más detalle los ojos y la expresión de su hija, que para ella no escondían secretos-.

- Más relajada. Papá me ha ayudado bastante, y me ha hecho ver que tú no tenías la culpa. Me siento fatal por cómo te hablé. Yo no soy así.

- Lo sé, mi vida. No pasa nada - recalcó la morena con una sonrisa tranquilizadora, mientras colocaba un mechón rebelde tras la oreja de Olivia con ternura-. A todos nos puede pasar y más cuando algo nos sobrepasa.

Olivia se dejó caer en el sofá con una mueca de tristeza y Natalia hizo lo propio a su lado, palmeando sus piernas para que su hija reposara su cabeza en su regazo.

- ¿Quieres hablar del tema?

- Mamá, yo pensaba que me quería - se lamentó-.

- Mi amor... - le acarició un moflete con suavidad-. A veces no todo es como parece.

- Es que no me esperaba que fuera tan básico, parecía más inteligente que eso, ¿sabes? Ha resultado ser un niñato.

- Pues sí. Él se lo pierde, se va a arrepentir toda la vida.

- ¿Crees que se me pasara pronto? - preguntó Oli con preocupación-.

- ¿El corazón roto?

- Sí.

- Con los mimos de mami, seguro que antes de que te des cuenta ya no sabrás ni cuántos trocitos había - contestó Natalia acariciando el pecho de Olivia-.

Las dos se quedaron un rato más en silencio, solo con las manos de Natalia encargándose de repasar una y otra vez con cariño la zona del corazón de la pequeña, como si de verdad pudieran sanarlo.

Olivia de repente cayó en la cuenta de algo y se incorporó prácticamente de un salto, asustando a Natalia.

- Mamá, la cena con Alba - se llevó las manos a la cabeza-. No fuiste.

- No.

- Si es que todo mal, mamá, se habrá enfadado y todo por mi culpa... - soltó Olivia agobiada, hasta que Natalia atrapó sus manos con las suyas, en pleno aspaviento-.

- Primero de todo, que te quede claro, Olivia, que nada, pero nada en el mundo es más importante que lo que te pueda estar pasando a ti.

- Mamá... - protestó la chica, pero su madre se aseguró de que la mirara a los ojos antes de seguir hablando-.

- No, escúchame bien. Me da igual si te duele el corazón o una pestaña, para mí se para el mundo. Eres mi prioridad, siempre. ¿Te queda claro?

- Sí - asintió Olivia, dejando que Natalia aprobara su respuesta con un fugaz beso en su mejilla-.

- En cuanto a Alba, no te tienes que preocupar porque está todo solucionado y más que bien - anunció la morena con una amplia sonrisa-.

- ¿Seguro? No me lo dices sólo para que no me sienta mal, ¿verdad? - la retó mirándola a los ojos-.

- ¿Para qué te voy a mentir? Se enfadó un poco por el plantón pero lo hablamos, lo solucionamos y además ya hemos organizado otra cena para esta semana.

- Menos mal, mamá - suspiró aliviada-. Me alegro mucho.

Alba llamó a Natalia en un rato libre que tuvo a principios de semana, para preguntar por el estado de Olivia y por cómo lo estaba llevando la morena.

- Te lo dije. Si es que es imposible odiarte.

- ¿Lo dices por experiencia?

- Oye, no sé yo si no es demasiado pronto para hacer bromas sobre esto.

- ¿Es acaso "demasiado pronto" tu nueva frase favorita? - bromeó Natalia-. Ah, no, no, esa es "despacio".

- Yo que pensaba en llamarte para levantarte un poco el ánimo y tú me vacilas... No merezco, Nat.

- Estoy contenta porque mi hija no está enfadada conmigo y veo la luz al final del túnel, déjame que se note en mi humor.

- Está bien. Oye... Estoy organizando todo el tema de la nueva exposición y tengo una idea que me encantaría llevar a cabo.

- ¿Y necesitas mi ayuda? - cuestionó Natalia-.

- No, necesito tu permiso.

- ¿Para qué?

- Me gustaría que Olivia formara parte de la exposición.

- ¿Quieres exponer a mi hija? Ya sé que es guapa pero de ahí a plantarla como obra de arte... - rió Natalia-.

- Qué graciositas estamos ¿no? ¿Me puedes tomar en serio?

- Sí, perdona, Albi.

- ¿Me das permiso para proponerle algo a tu hija?

- Uy, uy, uy. ¿Y no me vas a decir qué es? ¿Y si es indecente?

- No es indecente - rodó Alba los ojos-. Es a nivel artístico.

- Bueno, entonces sea lo que sea, tienes mi permiso, señorita artista. ¿Quieres que le diga algo?

- No, ya hablo yo con ella, si no te importa.

- Me da miedo que me adelante por la derecha, que mi niña te enamora con un pestañeo y todos mis esfuerzos qué.

- Natalia estamos hablando de tu hija, por dios - recalcó Alba-. No te hagas la dramática.

- Es que Olivia es mucha Olivia, eh...

- ¿Le has contado lo de la exposición que voy a hacer? - volvió al tema la rubia-.

- Por supuesto.

- Y lo admites tan tranquila. Te dije que era confidencial - reprochó la rubia en un enfado fingido-.

- Olivia es mi otra mitad, la confidencialidad ya no existe entre nosotras, lo siento.

- Bueno, está bien. Te lo perdono.

- Oh, muchas gracias - exageró la navarra-.

- Oh, venga, deja de reírte de mí y ponte a trabajar, señoría.

- Señoría son los jueces, Albi, no los abogados.

- Lo que sea. Acuérdate de la cena de mañana.

- No podría olvidarme ni aunque quisiera.

- Eso espero. Dos plantones es tarjeta roja.

- No te va a hacer falta. Ay, me está sonando el fijo - se quejó, alcanzando el teléfono para pausar la llamada momentáneamente-. Te tengo que dejar, el deber me llama.

- Yo también debería seguir trabajando.

- Un beso, Albi - dijo la morena y acompañó las palabras con un ruidoso sonido del mismo-.

- Mil besos, Nat.

.....

Estoy escribiendo así 😍😍😍

Olivia | Albalia Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum