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- ¡¿Qué?! Marta dile que pase, pero ya. Y si ves que no salgo anula lo que tengas que anular. Que venga Alba es... como si viniera Olivia. Se para el mundo ¿vale? - indicó Natalia histérica-.

- Illo, no hay quién te entienda, Lacunza. Está bien, está bien. Le digo que pase.

¿Qué hacía Alba Reche en Lacunza Abogados un lunes por la mañana?

Natalia colgó el teléfono y se alisó de manera frenética el traje azul marino que llevaba. Se colocó el pelo y cambió cinco veces su postura en la silla. Se planteó esperarla de pie, pero se volvió a sentar, cruzando esta vez las piernas. A los treinta segundos, dos golpes secos en la puerta le hicieron levantarse como un resorte, haciendo inútiles las mil y una posiciones que había ensayado.

- A-Adelante.

- Hola.

La rubia apareció detrás de la puerta con una sonrisa tímida. Vestía un veraniego mono de rayas y unas sandalias planas. Natalia pensó que no podía estar más guapa.

- Alba, ¡qué... sorpresa! - fue todo lo que dijo Natalia, quien hizo un amago por salir de detrás de la mesa, pero al final se quedó en el sitio-.

- Eh... sí. Perdona que aparezca así de repente... - empezó la rubia-.

Toda la decisión que había acumulado para presentarse en el puesto de trabajo de la navarra parecía haberse desvanecido en un momento. O quizás era la visión de Natalia en modo ejecutiva, dueña de un amplísimo y moderno despacho, lo que la hacía flaquear.

Que a la morena no le pegara nada ser abogada no era incompatible con que, en lo visual, la situación le resultara bastante atractiva.

- No, no pasa nada. No interrumpes nada - la intentó tranquilizar Natalia, de manera bastante poco efectiva, pues ella misma estaba como un flan-. ¿Te quieres sentar? ¿Quieres algo de beber? No sé, tú diras en qué te puedo ayudar.

- Estoy bien - dijo finalmente la rubia-.

La mente de Natalia iba a dos mil por hora, planteándose infinidad de hipótesis sobre la presencia de Alba en su despacho de abogados.

La morena finalmente se sentó, aunque solo fuese para que la ilicitana no notara tanto que le temblaban las piernas. Alba la imitó, tomando también asiento.

- ¿Algún problema con tu socia? ¿Con algún cliente? Estamos especializados en el ámbito de familia, pero te puedo asesorar en lo que necesites - ofreció la morena, juntando sus manos en un gesto profesional-.

- He venido hasta aquí porque tu bufete era la única forma de encontrarte que se me ocurrió sin meter a Olivia de por medio, pero no vengo a buscar a la Natalia abogada - aclaró la rubia-. No tengo problemas legales, por suerte.

- Ah... ¿Entonces? Estoy un poco perdida.

Alba rebuscó en su enorme bolso y sacó el disco de Natalia. Lo posó sobre la mesa y lo arrastró hasta dejarlo en frente de su autora.

- Vengo por esto.

- Me lo devuelves - supuso la morena con una mueca de tristeza-.

- No.

- ¿Estás enfadada? No es literal, ¿eh? Nada de lo que digo... bueno, algunas cosas sí - titubeó Natalia-. Pero por ejemplo, lo de Olivia y el veneno, no. Es como un juego de palabras, no te estoy llamando venenosa, ¡ni mucho menos! Es una metáfora. Si te ha ofendido te...

- Natalia, respira. No es nada de eso. Me ha encantado - frenó Alba la verborrea de la navarra y le dedicó una sonrisa-. Vengo a que me lo firmes.

Los ojos de Natalia se abrieron como platos y, a pesar del shock inicial, sus comisuras finalmente se elevaron sin su permiso, mostrando todos sus dientes. Esa reacción enterneció a la rubia, quien en vistas de que la autora del EP no decía nada, siguió hablando.

- ¿En qué momento le regalas tu disco a alguien y no se lo dedicas?

- Eh, claro, tienes razón - Natalia tomó el disco entre sus manos, lo miró y luego alzó sus ojos a la altura de los de la rubia-. Pero ahora... no estoy muy inspirada. Necesito pensar qué poner.

- ¿Y si escribes lo primero que te venga a la mente?

Lo primero que le venía a la morena a la mente era que no podía pensar de los nervios que le suponía tenerla delante. Y así se lo hizo saber.

- No puedo pensar ahora mismo. Dame un poco de margen - pidió Natalia y Alba asintió-. ¿Cuál es tu canción favorita?

- ¿Cuál va a ser? Pues Olivia - confesó ella, y la morena sonrió-. Pero todas, de verdad. Me parece un trabajo increíble. Enhorabuena.

- Gracias - Natalia agradeció los halagos pero también la mirada limpia, sin rencor, que vio en los ojos color miel de la rubia-. Lo tengo.

- ¿El qué? - preguntó la ilicitana, frunciendo el ceño-.

La abogada rebuscó en su lapicero, sacando su mejor bolígrafo y abrió el disco para escribir en la parte de dentro de la portada.

"Si todo tiene que girar, que nunca sea hacia atrás"

Junto a esas palabras, Natalia estampó sus iniciales, y su número de teléfono. Con la mano aún temblorosa, le devolvió el objeto a Alba.

La rubia leyó la dedicatoria en silencio, ante una Natalia que movía la pierna y se mordía el labio, expectante.

- Estoy de acuerdo.

- El teléfono es para que no tengamos que ir a buscarnos al trabajo cada vez que queremos comunicarnos la una con la otra. Que no es que me moleste, ¿eh? - aclaró-. Pero es más práctico.

- Lo es - sonrió Alba y se aclaró la garganta-. Oye, ¿te tomarías un café conmigo algún día de estos?

Natalia sentía que estaba delirando, a esas alturas. Alba Reche en su despacho, en son de paz, halagando su disco y pidiéndole tomar un café. Que alguien le pellizcara.

....

Natinat está que no se lo cree. ¿La pellizcamos?

Gracias por el amor que le dais a esta historia, de verdad ❤

Olivia | Albalia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora