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Faltaban apenas cinco minutos para que Natalia pasara a por ella, tal como habían acordado el día anterior vía WhatsApp.

Alba daba los últimos retoques a su suave maquillaje mientras se debatía entre usar tacones o decantarse por sus inseparables botas.

Al llevar un ceñido vestido negro palabra de honor, que le sentaba como un guante, se acabó decidiendo por las botas, pues no sabía como era el local al que irían y no quería ir demasiado arreglada.

El timbre la sobresaltó a las seis en punto y la rubia no quiso hacer esperar a su cita.

En cuanto salió de su portal, se encontró con Natalia apoyada en una moto preciosa, fumándose un cigarro.

La rubia sonrió ante la imagen y no pudo evitar recrearse en ella. Llevaba una camiseta negra básica de manga corta metida por dentro de unos pantalones de cuadros negros y rojos. Alba se preguntó como podía estar tan guapa.

Natalia también dibujó una sonrisa en su boca cuando se dio cuenta de que no era la única que se había quedado un pelín embobada.

- Hola, Alba - la saludó finalmente con dos besos, tras desechar el pitillo-.

- Hola, Nat - devolvió el saludo la rubia, causando que la sonrisa de la morena se ensanchara al máximo por el apodo-. ¿Moto?

- Es lo más cómodo para la ciudad. Y más estando solo Olivia y yo - se encogió de hombros-.

- Pensaba que te daban miedo.

- ¿Miedo? ¿Por qué? - preguntó extrañada-.

- Bien que te quejabas cuando te llevé yo en mi motillo por Santa Pola. Que si no te fiabas, que si más lenta, que si te daba cosa que no llegara bien al suelo... - recordó-.

- Ay, Alba, pero si era para meterme contigo. Estabas graciosísima con el casco ese rosa de hormiga atómica.

- Oye, ese casco era lo más. Y el que te dejaba a ti, de Hello Kitty, también.

- Igual por eso no quería subirme a la moto y no por miedo, ¿no te parece? - dijo Natalia y ambas rieron-.

- A ver, ¿qué casco tienes tú para mí?

- Pues uno que no te hará pasar vergüenza.

La morena sacó de debajo del asiento un casco blanco liso.

- Aburrido - hizo Alba una mueca, para después ponérselo-.

Natalia hizo lo propio y se subieron a la moto. Alba se agarró a la parte de atrás del vehículo, esperando a que la navarra arrancara.

- Te puedes agarrar a mí que no doy alergia, ¿eh?

- No quiero que te vengas arriba - bromeó Alba-.

Natalia negó con la cabeza, buscó con sus manos las de la rubia y las pasó por ambos lados de su cuerpo, haciendo que reposaran en su abdomen.

- Así mejor. Sujétate fuerte que nos vamos.

Los escasos veinte minutos de trayecto se le hicieron eternos a la ilicitana. No podía dejar de centrar su atención en los abdominales que se intuían bajo la camiseta de Natalia.

La morena aprovechaba los parones en los semáforos para asegurarse de que su acompañante iba a gusto, detalle que encantó a la rubia, aunque la picara diciéndole que ella conducía mejor.

- Es aquí - informó Natalia cuando aparcó la moto y ambas bajaron de ella, guardando los cascos-.

- ¿Entramos ya?

Olivia | Albalia Where stories live. Discover now