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Alba condujo su coche hasta su casa sin soltar la mano de Natalia, que reposaba bajo la suya en el cambio de marchas. La morena se limitó a mirar por la ventana y perderse en el tacto de la pequeña mano de la rubia rodeando la suya, en un silencio sólo decorado por la radio a un volúmen bajísimo.

La valenciana se acomodó en el sofá y tiró de la mano de Natalia para que lo hiciera encima de ella, pero de manera en que pudieran verse las caras.

Alba en ese momento no pensaba en barreras, en medir tiempos, en si se tocaban más o menos, ni en que esa intimidad no la habían vivido hasta ahora. La rubia sólo quiso centrarse en ayudar y apoyar a una Natalia a la que la tristeza y preocupación por Olivia conseguían apagar.

Alba la escuchó todas las veces que hizo falta y le argumentó sin cansarse los motivos por los cuales ella no era culpable de nada.

- Estoy segura de que Olivia no va a tardar en darse cuenta de todo, Nat. Si las dos sabemos que es súper inteligente - susurró mientras realizaba patrones sobre el tatuaje de la mano de la morena, que seguía atrapada entre las suyas-.

- Eso espero. A ver cómo pasa el fin de semana. Yo sé que Mikel lo va a hacer genial. Tiene una relación muy especial con ella e igual consigue hacerla entrar en razón.

- Seguro que el lunes vuelve con otra idea en la cabeza. Necesita un poquito de tiempo.

- Gracias, Albi, de verdad - soltó Natalia, con una sinceridad abrumadora en sus ojos, para después incorporarse lo suficiente como para dejar un pico en los labios de la rubia-.

Ese tierno contacto le recordó a Alba todos los pensamientos y teorías que habían pasado por su mente el día anterior y que ahora la hacían sentir imbécil y culpable.

Y le preocupaban. Le preocupaban porque, inconscientemente, el pasado había hecho que desconfiara de la morena a la mínima. Y no quería ignorar eso, ni que volviera a pasar. Prefería hablarlo.

- Ayer, cuando no venías...

- Lo siento, debí avisarte, pero de verdad que no pude.

- Sh... No tienes nada que sentir. Ahora que lo sé, lo entiendo perfectamente.

- Pero ayer me querías matar con tus propias manos, ¿no? - adivinó Natalia-.

- Pensé que estabas mosqueada por lo de Julia.

- ¿Lo de Julia? - frunció Natalia el ceño-. ¿Porque os vi saludaros?

- Sí, no sé. Es muy efusiva ella...

- No te voy a negar que un poco me extrañó, pero al momento me olvidé, sin más. Es tu amiga, ¿no? - alzó las cejas la morena-.

- No te voy a negar que me quería meter cuello, pero ya está todo aclarado.

- ¿Todo aclarado en qué sentido? ¿A ti te gustaba? ¿O te gusta? Porque si es así, no tienes por qué cohibirte... - soltó desordenadamente Natalia intentando dejar ver que tenía libertad para hacer lo que quisiera, que no eran nada, aunque por dentro ella deseara lo contrario-.

- Le hablé de ti - cortó la rubia sus dudas con una intensa mirada-.

- ¿Sí? - sonrió Natalia-.

- Sí. Y en relación a eso... - redirigió Alba la conversación-. Por Julia o por lo que sea, me rallé. Cuando te llamaba y no me cogías el teléfono no pude evitar que volviera a mi la sensación de cuando... ya sabes.

Natalia escuchaba atentamente, mordiéndose el labio en señal de preocupación.

- Te genero desconfianza - bajó la morena la mirada-.

- Me puse en lo peor muy rápido - cambió las palabras la rubia, subiendo con el dedo índice el mentón de la otra-.

- No te haría algo así, Alba. No sé cómo...

- No te agobies - besó la valenciana la mejilla de la más alta-. Solo quería decírtelo, para poder trabajar eso. No quiero que sea un fantasma que nos persiga.

- Yo tampoco. Necesitamos construir una base sólida, que nos de seguridad a cada paso. Poco a poco.

- Estás hablando de cosas muy serias, ¿sabes? Así no se puede ir lento - sonrió Alba, golpeando suavemente la nariz de Natalia-.

- Lo siento, no lo puedo evitar. No es un secreto para nadie que quiero que esto - las señaló a las dos- salga bien, Albi.

- Yo también.

- ¿Tú crees que en algún momento podrás confiar en mí? ¿Dejar atrás el pasado?

- Estoy convencida.

- Si no es así, por lo que sea, ¿me lo dirás?

Alba asintió ante las palabras de la otra y la besó estrechándola entre sus brazos. Quería hacerla sentir bien, hacerle ver que tenía un hombro en el que apoyarse.

Ninguna de las dos sabía cómo, pero esa tarde de consuelos, charlas y sonrisas tristes, había servido para unirlas muchísimo más y dejar encima de la mesa las cartas que podían en un futuro joderles la partida.

Natalia pasó el fin de semana en comunicación constante con Mikel, que le iba informando de los avances de Olivia. Ici le hizo compañía, animándola también y llenándola de buenos consejos para sobrellevar tanto el enfado de la chica como su corazón roto.

- Instauramos a partir de ahora un gabinete de crisis que consiste en Netflix y helado, para cuando veas que no consigues animarla. Me llamas y aquí me planto.

- Eres la mejor. Lo sabes ¿no?

- ¿A tu novia le dices lo mismo? - picó Iciar con un gracioso movimiento de cejas-.

- No es mi novia. Y para con los celitos, eres como una niña pequeña.

- Ahora te enteras de que tienes dos hijas. Un poco tarde, la verdad - le guiñó un ojo-.

- Te quiero, Ici.

- Te quiero, moñas.

....

Este de regalito, que me ha venido la inspiración nocturna 💫

Olivia | Albalia Where stories live. Discover now