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Olivia estaba teniendo un día de mierda. Una historia de Instagram le había puesto en la cara una realidad que no desearía haber visto.

Jorge y Miriam de paseo por la playa muy acarameladitos.

Natalia llegó al mediodía y, al verla triste, se encargó de cocinarle algo rico y de hacerle un concierto privado con sus canciones favoritas, para animarla.

La chica agradeció el gesto, pero no pudo esbozar ni un atisbo de sonrisa por más esfuerzo que la navarra pusiera.

- Esta noche ceno en casa de Lucía, así no me quedo solita - anunció la chica tras mensajearse con una de sus mejores amigas, que estaba más que dispuesta a estar con ella en esos momentos-.

- Me parece perfecto, cariño. Así también te distraes un poquito. Seguro que te viene bien una noche de chicas.

Una nueva notificación sonó en el móvil de Olivia, quien la revisó con desgana.

La castaña leyó un par de veces los mensajes que acababa de recibir, haciendo que una sonrisa enorme le creciera en la cara casi sin permiso.

- ¡Mamá, Alba quiere poner la portada que hice para el EP en su nueva exposición! ¡No me lo puedo creer! - gritó entusiasmadísima sin poder evitar dar un bote en el sofá-.

A Natalia le dolía la cara de sonreír tan ampliamente al ver como Olivia había pasado de tener la cara más larga del mundo a poder iluminar Madrid entero con su sonrisa de ilusión.

- ¿En serio? - se interesó la morena, tan contenta como impaciente por saber más-.

- ¡Sí! Dice que, a parte de los siete cuadros que me contaste, quiere que mi portada ocupe una pared entera. ¡Con una plaquita con mi nombre y todo!

- ¡Qué pasada, Oli! - la abrazó con ternura mientras la chica releía la información para seguir dándole detalles a su madre-.

- Me propone que si quiero, que claro que quiero, me pase por la galería el día que me vaya bien para preparar la ilustración y que se pueda convertir a formato físico sin que pierda calidad...

Natalia escuchaba a su hija con atención, pero no podía parar de perderse en sus manos nerviosas sosteniendo el teléfono y en sus ojos abiertos de par en par por el entusiasmo.

- Seguro que aprendes muchísimo, Alba trabajó de diseñadora gráfica un tiempo.

- Es una oportunidad genial, mamá. Espera... - frunció el ceño Olivia- se lo has pedido tú.

- No, no. Te juro que no - le contestó muy seria-. De hecho, Alba sólo me pidió permiso ayer para proponerte algo y yo no he sabido ni lo que era hasta ahora.

- ¿Seguro?

- Segurísimo, cariño. Todo el mérito es tuyo.

Natalia, con la ayuda de Olivia como asesora de imagen, se preparó para el segundo intento de cena.

Eligió para la ocasión un top blanco y unos pantalones de vestir negros. Completó el look con unas botas militares también negras y se maquilló sutilmente antes de salir de casa acompañada de su hija.

Subida en la moto, dejó primero a Olivia en casa de su amiga Lucía y se dirigió después hacia la de Alba.

El timbre pilló a la valenciana totalmente desprevenida, aunque justo había acabado de retocarse el maquillaje, la cena todavía no estaba preparada del todo. Tenía listo el infaltable risotto, pero no le había dado tiempo a emplatarlo, ni a preparar la mesa en condiciones.

Alba consultó la hora en su reloj y se dio cuenta de lo pronto que era.

Se alisó la falda de cuero roja, que no había querido no volver a ponerse aún a riesgo de ser gafe, se encaminó hacia la puerta y la abrió encontrándose frente a una guapísima Natalia.

Olivia | Albalia Where stories live. Discover now