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María se encontraba sonriente al otro lado de la puerta y observaba con una mueca divertida a la Alba llena de pintura que la recibía.

- Habíamos quedado. A las seis.

- ¿Y que hora es?

- Las seis y diez - informó, mostrándole la pantalla de su móvil-.

- ¡Ay! No me lo puedo creer, me he liado pintando y he perdido la noción del tiempo.

- Sí, ya veo que estás en modo artista. ¿Estabas muy inspirada?

- En realidad, sí. Estoy terminando algo.

- Pues voy a por una cerveza y te hago compañía mientras terminas. Que ya sabes que me flipa verte en acción.

- Está bien.

Las dos rubias pasaron hacia el estudio de la artista, previa parada en la nevera de Alba.

- Con música y todo, ¡estabas metidísima! Ahora me siento mal por haber interrumpido el momento.

- No es nada, la verdad es que estos días no me quita la inspiración nadie. Me faltan horas del día para pintar.

- ¿Y eso? ¿Algo que contarme?

- Te vas a enfadar, pero compruébalo por ti misma - anunció Alba y destapó los seis cuadros terminados que tenía apoyados en la pared-.

Algunos eran más abstractos y otros tremendamente realistas, pero en todos aparecía la media melena negra de Natalia, o alguno de los tatuajes, o su silueta cubierta con la americana morada que llevaba en la cena, o su antigua guitarra.

- Wow, qué pasada, Albita - piropeó la Mari, mientras movía el pie al son de la canción que sonaba-.

- ¿Te gustan?

- ¿Como obras de arte? Me flipan. ¿Como contenido? - hizo una mueca de desagrado-. Es Natalia ¿no?

- Sí. Y la que suena también - hizo la rubia alusión al disco que se reproducía en bucle en la sala-.

- ¿Qué dices? ¡Te iba a preguntar de quién era el temazo!

- Es "tarántula" - informó la ilicitana, y le tendió a María el disco, para no tener que explicarlo ella con palabras-.

- ¿No me dijiste que era abogada? No entiendo nada.

- Bueno, se ve que tras nuestra conversación quiso retomar el tema de la música - contaba Alba mientras organizaba sus pinceles y vertía pintura fresca en su espacio correspondiente-. Está haciendo un curso, han grabado unos temas y Olivia, su hija, los ha puesto en un cd.

- Y Natalia te ha dado una copia a ti - dedujo-.

- Sí.

- Y tú en vez de abrirle la cabeza con el disco, le haces unos cuadritos. Muy bien, Alba - dijo irónica-.

- ¡Mari! Solo vino a la galería, me dio el disco y se fue. Nada más. ¿Qué tiene de malo? Sólo es música. Y muy buena, además.

- Mira, no te voy a decir lo que tienes que hacer porque no soy tu madre, pero date cuenta de que estás bajando la guardia muchísimo.

- Lo sé. No puedo evitarlo, ¿qué quieres que haga?

- Cuidarte. Ser más lista que la última vez.

- Ya no soy una cría, Mari.

- Ya, pero mira lo que ha conseguido solo con verte dos veces - señaló a su alrededor-. ¡Y eso que le guardabas rencor!

- Ha conseguido que esté trabajando como una loca, así que me viene genial - simplificó Alba-. En la galería estarán felices de tener nuevo contenido tan pronto. Cuando termine este cuadro, ya tendré para hacer una nueva exposición.

- No si al final todo son ventajas con Natalia, oye - ironizó María-.

- No te burles de mí.

- No lo hago, Alba. Solo intento que veas las cosas desde fuera.

- ¿Qué es lo que hay que ver? Natalia solo se ha acercado a mí con todo el respeto del mundo a decirme que gracias a nuestro reencuentro se ha atrevido a hacer lo que de verdad le gusta.

- ¿Con qué intención? - puntualizó María, alzando las cejas-. La de engatusarte otra vez.

- No. Conozco a Natalia, no es así. No "engatusaría" - hizo Alba las comillas en el aire- a malas ni a una mosca.

- ¡Cinizci i Nitilii! - la imitó María-. ¿Ah sí? ¿A quién? ¿A la abogada separada con una hija casi mayor de edad o a la adolescente con la que compartiste un solo mes de tu vida hace mil años y te dejó tirada?

Alba sentía que en su interior tenía mil argumentos para rebatir a María, de hecho abrió la boca para contestarle, pero finalmente se quedó callada. Ninguno le parecía de suficiente peso.

- ¿Y bien? ¿Cuál de las dos? - insistió María-.

- Entiendo que me digas todo esto porque yo también lo haría si estuviera en tu lugar...

- Pero vas a hacer lo que te de la gana - completó María la frase-.

- Ya sabes que sí.

- Cómo te gusta complicarte la vida.

- No. De hecho me es mucho más fácil aceptar que Natalia está en mi cabeza, que ponerme a ligar con Julia y fingir que tiene toda mi atención. Sabes que nunca se me ha dado bien luchar contra mí misma.

- ¿Y qué piensas hacer?

- Seguir pintando, por ahora - concluyó Alba, no quería pensar más en ese momento-. ¿Tú no querías verme en acción? Pues vamos a terminar esta palomita.

- Natalia, tengo aquí a una chica que me pide pasar a hablar contigo.

- No tengo ninguna cita - contestó Natalia a su secretaria a través del teléfono de su despacho-. ¿Por qué no le tomas nota y le buscas hueco en la agenda como siempre, Marta?

- Dice que solo será un momento, que es importante.

- Hay que ver cómo es la gente - Natalia soltó un bufido de hastío-. Dile que estoy ocupada.

- Insiste en verte - recalcó Marta-.

- ¡Qué pesadilla! ¿Te ha dicho de quién se trata?

- Sí, es Alba... ¿Reche? - se aseguró Marta con la rubia que tenía delante, quien asintió-. Alba Reche.

......

Perdón por el hype. No me odiéis mucho.

¡¡Mañana se ven las carucas de nuevo, chicxs!!

Se vienen cositas tan guays que quiero escribir 24/7 (ojalá pudiera).

Olivia | Albalia Where stories live. Discover now