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En una de las canciones, Alba se dio la vuelta, llevando las manos de Natalia a su cintura y presionando con su culo el centro de la morena, al ritmo de la música.

La más alta aprovechó la posición para lamer la oreja de la rubia, acabando por morder su lóbulo.

- Esta posición es muy peligrosa, Alba - susurró en su oído-.

- ¿Ah, sí? - cuestionó ella girando la cabeza lo suficiente como para ver su cara, sin dejar de rozar su cuerpo contra el suyo-.

- Sí.

Natalia no pudo evitar llevar sus manos al cuero que envolvía los muslos de la rubia, acariciándolos lentamente hasta colar los dedos por debajo de la tela.

- Me vas a subir la falda.

- ¿Y cuál es el problema?

- Que todavía no - sentenció la rubia, apartando las manos de Natalia de sus piernas y volviéndose para quedar de nuevo frente a frente-.

Alba no tardó en atacar su cuello, aprovechando para dejar en él besos húmedos, que dejaban constancia de cuánto estaba disfrutando al arrancarle cada jadeo a la más alta.

- Alba... - la morena disfrutaba de las atenciones de su acompañante con los ojos cerrados, perdiéndose en cada roce-.

Los dos cuerpos pegados seguían meciéndose al ritmo de la música, en un baile de caricias, miradas, mordiscos y besos que pretendían no terminar nunca.

Cuando Alba se mordió el labio inferior tratando de controlar su respiración, Natalia aprovechó para trazar con su lengua el recorrido entre los lunares del cuello de la rubia una y otra vez.

- No te imaginas... - susurró la morena sobre esa parte de su anatomía-. No te imaginas cuántas veces me ha perseguido esta constelación...

La rubia gimió en respuesta y coló sus manos bajo la camiseta de la morena, explorando ávidamente la piel caliente de sus costados.

- ¿Cuántas veces? - preguntó Alba con voz ronca-.

- Muchas, muchas veces - respondió Natalia entre besos-.

- ¿Y qué hacías al respecto?

- ¿Tú que crees? - fue todo lo que respondió Natalia, perdida en los besos que la otra repartía ahora por su mandíbula-.

- Dímelo.

- Tocarme, Alba. Correrme pensando en ti - confesó clavándole la mirada-.

La rubia sonrió, satisfecha con esa respuesta, para después tomarla de la mano y guiarla hasta su dormitorio.

La anfitriona se encargó de que la más alta quedara tumbada sobre la cama, y aprovechó para recrearse en esa imagen desde su altura.

- Enséñame qué hacías al respecto, Natalia - exigió-.

La morena tragó saliva ante la situación.

- No.

- Quiero verlo.

- He dicho que no. Yo ya me he tocado bastante todo este tiempo, ¿no crees? Si tanto lo quieres ver, tendrás que hacerlo tú.

La morena se levantó y agarró a Alba de los muslos para alzarla y hacer que sus piernas se enredaran en su cintura.

Natalia besó la mandíbula de la rubia en un recorrido hasta su boca, en la que se volvió a perder mientras giraba, intercambiando posiciones.

Alba acabó tumbada en la cama, con Natalia encima de ella, besándola frenéticamente. La ilicitana se las arregló para incorporarse lo justo y deshacerse de la camiseta de la morena.

Olivia | Albalia Where stories live. Discover now