Epílogo

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Alba salía de trabajar como cualquier otro miércoles, con la diferencia de que nada más poner un pie en la acera se dio cuenta de que la estaban esperando.

Natalia se quitaba el casco de la moto en un movimiento tan fluido que a la rubia le pareció como sacado de una película. De serlo, seguramente la escena se habría emitido a cámara lenta, para poder disfrutar del placer visual que era el ir admirando cada rasgo de la perfecta cara de su novia poco a poco, a medida que iba quedando al descubierto.

La morena aprovechó para acomodarse el pelo, que se había cortado hacía bien poco, sacudiendo la cabeza hacia un lado. Dejó el casco encima del asiento de la moto y pasó a alisarse el traje oscuro que llevaba puesto y que le sentaba como un guante.

Alba escaneó sin prisa a la navarra, desde las creepers negras hasta sus ojos brillantes, que al encontrarse con los suyos, se volvieron incluso más luminosos. O quizás fue su sonrisa.

- ¡Amor! ¿Qué haces aquí? - preguntó la ilicitana acercándose a saludar a su novia con un beso-.

- Venir a buscarte - respondió ésta con obviedad-.

- ¿Y por qué?

- ¿Y por qué no? - se hizo la interesante la morena-. ¿No puedo venir a recogerte?

- Claro que puedes. ¿Pero así? - preguntó Alba haciendo alusión a su ropa-.

- ¿Qué? ¿Tan fea estoy?

- No seas pava - rodó los ojos-. ¿Por qué vienes a recogerme en traje un miércoles cualquiera?

- Porque igual no es un miércoles cualquiera. O igual sí, no sé - mareó la perdiz Natalia-.

- Ay, Nat - protestó Alba, odiaba no controlar la situación y ya se estaba sintiendo mal por si no había recordado alguna fecha importante-. Nuestro aniversario no es, imposible, ni cumplemes, ni el cumpleaños de nadie, ni el aniversario de cuando nos conocimos, ni del primer beso... Jo, es que hay tantas cosas...

- Eres monísima - apuntó Natalia, que se mordía el labio viendo como descartaba acontecimientos concentradísima-.

- ¿De verdad no me vas a decir qué día es hoy? - pidió la rubia, y su novia negó con la cabeza-.

- Sube, anda - señaló la moto e hizo el amago de montarse, pero Alba atrapó su brazo antes de que pudiera hacerlo-.

- No te he dicho lo preciosa que estás. Casi se me para el corazón cuando te he visto.

- Este corazón tuyo debería estar ya más que acostumbrado a verme - rió la navarra-.

- Pues ya ves que no. Infartitos sigo teniendo por culpa de tu faceta de motera trajeada. Es muy sexy. Ilegal, diría, incluso.

- Tú sí que eres ilegal - piropeó la morena para luego dejar un beso intenso en sus labios-. Vámonos.

- ¿Mi casa? - se extrañó la ilicitana cuando Natalia aparcó en su portal-. ¿Subimos o...?

- Subimos. Tienes quince minutos para cambiarte.

- ¿Cómo? ¿Para cambiarme para qué? ¿Quince minutos? Eso es poquísimo. Por lo menos que me de tiempo a darme una ducha - paniqueó Alba, ante el gesto aparentemente tranquilo de su novia, que nada más entrar se sentó cómodamente en el sofá-.

- ¿Veinte minutos? ¿Veinticinco? - ofreció la morena-. ¿Cuántos necesitas?

- ¡Pero dime para qué! ¿Cómo quieres que sepa qué ponerme si no sé a dónde voy?

- Tómame de referencia - se encogió de hombros su novia, con una sonrisa pícara-.

- Ay, odio esto.

Olivia | Albalia Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon