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Natalia boqueaba intentando recuperar el aire cuando la rubia atacó su boca con descaro, haciendo que probara su propio sabor.

- Eres una diosa - susurró Natalia-.

- Y tú eres irresistible.

- No sé si estaré a la altura... - un halo de inseguridad cubrió de repente a la morena, que se sentía increíblemente inexperta ante Alba-.

La rubia negó con la cabeza, la besó y llevó su mano, junto a la suya, hasta su sexo.

- Estoy así por tu culpa, no creo que te sea muy difícil hacerme explotar, Nat.

Ciertamente, los dedos de ambas resbalaban por la humedad que emanaba el sexo de la ilicitana.

Natalia no pudo evitar llevarse la unión de sus manos a los labios, para probar su sabor.

Ambas jadearon ante la sensación de la lengua cálida de la morena fusionándose con la esencia de Alba.

- ¿Qué quieres hacerme, Nat? - preguntó la rubia con la voz ronca dadas las circunstancias-.

- Me muero por probarte - confesó la morena, cambiando su posición para poder llevar a cabo su deseo-. La Natalia del pasado se quedó con muchas ganas de hacer esto.

La navarra abarcó de un lametón todo el centro de la rubia, sin dejar de mantener contacto visual con ella. El cambio de expresión en la cara de la otra la excitaba y a la vez la ayudaba a dirigir los movimientos de su lengua con mayor acierto.

- Así, Nat - apremió Alba cuando la más alta dibujaba patrones circulares en su punto más sensible-.

Natalia obedeció e incorporó dos de sus dedos a la ecuación, mientras la mano restante se apoyaba en el muslo de la ilicitana, dejando marcados sus dedos.

Alba notó como sus músculos se tensaban gradualmente hasta finalmente llevarla al borde del abismo.

Un suave mordisco en su necesitado clítoris desató un orgasmo descomunal que Natalia intentó alargar al máximo, continuando con sus atenciones hasta que la rubia se desplomó sobre el colchón sin dejar de gruñir su nombre.

La morena escaló por el cuerpo exhausto de la otra hasta llegar a la altura de su cara. Se tumbó a su lado y besó su sien mientras paseaba los dedos por su torso.

Alba la miraba con una sonrisa en la cara que contagió rápidamente a Natalia. Ninguna de las dos pudo evitar querer llenar de besos esa expresión de felicidad.

Las chicas respiraban en silencio, mirándose y acariciándose con la punta de los dedos, como si de repente el cuerpo que tenían al lado llevara el cartel de frágil.

- Tengo muchos tatuajes nuevos que aprenderme - observó Alba mientras repasaba con sus dedos los trazos de tinta que adornaban la zona de las costillas de la más alta-.

- Yo también, alguno que otro ¿no? - contestó Natalia, buscando con el índice el corazón roto tatuado entre los pechos de la rubia-.

- Nat... - la llamó la ilicitana, sin ánimo de decir nada más-.

- Quiero hacerte el amor otra vez, pero también quiero quedarme así toda la noche...

- Es que quieres muchas cosas, Natalia - la picó-. Y todo no se puede.

- Tidi ni si piidi - la imitó la morena, para después atrapar sus labios-.

Natalia fue subiendo sus manos por el torso de la rubia hasta llegar a su pecho, en el que dibujó círculos suaves alrededor del pezón.

- Tú querías saber cómo me tocaba yo pensando en ti, ¿no? - recordó-.

- Sí - afirmó Alba en un susurro cargado de expectación-.

- Pues era más o menos así... Con una mano me encargaba de las tetas, las masajeaba y pellizcaba mis pezones hasta que estuvieran duritos.

- Nat... - jadeó la rubia, la combinación entre el relato susurrado directamente al oído y las manos de la navarra haciéndolo realidad sobre su cuerpo, la encendió demasiado-.

- Con la otra mano, ésta - le mostró la mano tatuada y la llevó a la boca de la rubia, que no dudó en usar su lengua para humedecer los dedos índice y corazón que la morena tenía en alto-. Eso es, exacto, la lubricación es muy importante.

Natalia llevó entonces los dedos húmedos a la parte baja del abdomen de Alba y los fue arrastrando hacia abajo hasta encontrarse con su clítoris.

La rubia no pudo evitar soltar un sonoro gemido cuando la otra presionó con sus dedos ese punto.

- Shhh. Yo hacía todo esto calladita, no hay que ser escandalosa cuando no vives sola - informó dejando un húmedo beso en su boca-.

La rubia hizo caso omiso y siguió expresando su placer a través de jadeos cada vez que los hábiles dedos de la más alta hacían mella en su parte más sensible.

- En este momento, cuando los deditos de los pies se encogen inevitablemente y sientes ese pinchazo, introducía los dedos en mi interior. Así - la morena acompañó sus palabras con hechos, y la penetró a la vez que mordía el lóbulo de su oreja-.

- Natalia, me vas a matar - susurraba Alba entre jadeos, dado que, aunque las palabras las susurraba con extrema tranquilidad, los movimientos de la morena eran certeros, duros y a un ritmo que aumentaba vertiginosamente-.

- Ahora es cuando te imaginaba desnuda entre mis brazos - relató sin disminuir la intensidad en sus embestidas-. A veces tu torso enmarcado por las olas del mar, a veces tu culo adornado por la luz de la luna, a veces tu mirada llena de deseo. Y a veces tu cara al correrte.

Natalia arqueó sus dedos en el interior de Alba, llevándola a un orgasmo que la hizo estallar, gritando de nuevo su nombre.

- Exactamente esta cara - susurró la morena cuando Alba abrió de nuevo los ojos y se encontró con su pícara sonrisa a un milímetro de la suya-. Mi favorita.

Alba agarró las mejillas de la morena para después invadir con fiereza su boca, en un beso sensual que fue ganando en ternura poco a poco.

Natalia se separó de esos labios tentadores y optó por recostar su cabeza en el pecho de la rubia, donde los latidos de su corazón, esforzándose por volver a su frecuencia habitual, le sacaron una sonrisa.

Alba acariciaba el pelo de la más alta en silencio, buscando las palabras adecuadas para todo lo que le había hecho sentir.

No las encontró, por lo que se decidió por decírselo con la mirada. Tiró del mentón de la morena para dedicarle la mejor de sus sonrisas, con los ojos iluminados.

Natalia sonrió en respuesta y se incorporó para besar su nariz.

- ¿Te ha gustado? - preguntó la navarra con una tímida sonrisa-.

- Me ha encantado, Nat.

La morena mostró todos sus dientes ante la afirmación de Alba y a ésta no le pudo parecer más tierna su reacción.

- Me has dejado cansadita - admitió con un puchero la rubia-. ¿Me abrazas y dormimos un ratito?

- Claro.

Alba se colocó de lado y Natalia la abrazó por detrás pegándose a su cuerpo. La rubia unió sus manos a las de la morena, que reposaban en su abdomen.

Natalia no estaba segura de si iba a poder dormir. Se dedicaba a disfrutar del momento, a recrearse en la sensación de notar el cuerpo de la más pequeña pegado al suyo y a dejar tiernos besitos en la nuca y hombros de la otra, que se le antojaban irresistibles desde tan cerca.

....

Buenas noches chavalxs.

Dormid calentitxs

Olivia | Albalia Where stories live. Discover now