46

13.2K 816 188
                                    

Alba no quería aceptarlo, pero estaba nerviosa. En cualquier momento Olivia entraría por la puerta de su despacho.

Sabía que Natalia y su hija, desde que ella había dejado de ser un tema tabú, se lo contaban todo.

A la rubia le inquietaba el nivel de detalle que la navarra había podido usar para definir los últimos acontecimientos y le asustaba un poco cómo la miraría Olivia la cara.

Sus dudas se disiparon cuando la castaña asomó por el umbral de la puerta con una sonrisa.

- ¿Se puede?

- Claro, claro, pasa. ¿Qué tal? - saludó Alba a la chica, con dos besos-.

Olivia notaba la tensión en la ilicitana y en parte le hacía gracia. La chica se debatía entre portarse bien o dejar caer algún que otro comentario de los suyos.

Al recordar lo amable que estaba siendo la artista con ella, decidió esperar a tener un poco más de confianza para empezar a sacarle los colores.

- Muy bien, con muchas ganas de que me enseñes cosas - informó despreocupada-. Bueno, primero mil gracias por contar conmigo y por ayudarme. No tenías por qué.

- De nada, Olivia. Creo de verdad que esto nos puede venir bien a las dos. Si te parece te voy a enseñar primero todo lo que tengo pensado, para que veas dónde encajas tú.

- Perfecto.

- Eso sí, es confidencial.

- Claro, claro.

- Pero confidencial incluye a todo el mundo, no te puedes ir de la lengua con nadie - recalcó la última palabra-.

- No le diré nada a mi madre, te lo prometo - se comprometió la joven, y Alba asintió tímidamente-.

La pintora le enseñó un boceto de cómo iba a ser la distribución de la sala, dónde iba a colocar cada uno de los cuadros y, finalmente, el lugar que ocuparía su diseño y por qué.

Olivia estaba encantadísima, escuchando atenta todas las ideas de la rubia, que le parecían increíblemente creativas y llenas de significado.

- Y para eso tenemos que convertir tu diseño a un formato mucho más manejable. ¿Has traído el archivo?

- Aquí lo tengo - sacó Olivia un pen drive-.

- Pues manos a la obra.

Ambas se sentaron enfrente del ordenador de Alba y empezaron a trabajar.

La artista le explicó primero los distintos programas que podía usar en esos casos y luego le montó un tutorial paso a paso sobre cómo utilizar el que ella creía que era la mejor opción.

Olivia, flipando con la master class, no paraba de hacer preguntas e interesarse por cada paso.

Viendo que pillaba las cosas súper rápido, la rubia le cedió el control a la castaña, que redibujó su diseño en un formato mucho más profesional.

- ¿Y ya está? Buah Alba, esto es una pasada.

- Ha quedado genial, Olivia - la felicitó-. Ahora podremos usarlo como queramos y siempre estará perfecto.

- ¿Y esto para qué sirve? - no pudo evitar preguntar la aprendiz sobre otra de las opciones que el programa ofrecía-.

La inagotable curiosidad de la chica sacó una gran sonrisa en Alba, que no estaba acostumbrada a que la gente con la que trabajaba lo viera todo como si fuera lo más interesante del planeta.

- Ay, perdona, no te estoy dejando trabajar - se preocupó Olivia cuando avisaron a Alba de que debía atender a uno de sus clientes-. Ya me voy, que con la tontería ya te he robado más de dos horas.

- De eso nada. Voy a atender la visita y tú mientras tanto investigas cómo podrías empezar a diseñar el cartel para la exposición - sentenció Alba-.

- ¿Que qué? No, Alba, yo no...

- Vuelvo en veinte minutos, a ver qué tienes - reafirmó la rubia, con un guiño de ojo, antes de salir por la puerta-.

A Olivia le costó reaccionar, pero cuando lo logró, la mejor de sus sonrisas creció sin permiso en su cara.

Sólo lo que Alba le había enseñado en un par de horas ya le había servido muchísimo. Y pensaba aprovechar ese ratito para jugar con todas las opciones que el avanzado programa le ofrecía.

Cuando la puerta se abrió de nuevo, la chica ya tenía un diseño de prueba que enseñarle a la rubia.

Pero no fue ella la que irrumpió en el despacho.

- ¡Sorpresa! No podía esperar hasta las siete - exclamó Natalia entrando en la sala con dos cafés para llevar en la mano, justo antes de darse cuenta que detrás del ordenador no se econtraba su rubia favorita precisamente-.

Alba, que había visto a Natalia dirigirse hacia su despacho, pero no le había dado tiempo a frenarla, también hizo acto de presencia en la sala.

- ¿Qué haces aquí, mamá? - preguntó Olivia alzando las cejas con una sonrisa burlona-.

Natalia miró a su hija y después a Alba.

- Pues venía a traer cafés a mis artistas favoritas - improvisó y se giró hacia Alba para evitar la mirada de Olivia-. En agradecimiento.

- Sí, en agradecimiento - ironizó su hija-. Si era obvio que no sabías que yo iba a estar aquí.

- Claro que lo sabía - se defendió dejando los cafés sobre la mesa-.

- Mamá, yo no bebo café.

Alba intentaba contener la risa ante el partido de tenis que estaba viviendo, en el que Natalia tenía todas las de perder y ya se estaba poniendo roja.

- Pues ya es hora de que empieces, cuando tengas que trabajar y hacer diseños de un día para el otro bien que te va a hacer falta.

La justificación ridícula de la navarra provocó que Alba no pudiera evitar soltar una fuerte carcajada.

- Alba, no sé de qué te ríes - la fulminó la morena con gesto serio, lo cual solo incrementó su risa-. Dile, dile lo útil que es el café para...

- Mamá, ya está - la frenó Olivia-. Te he pillado, no pasa nada.

- Oli...

- Bueno, mucho traer café pero poco saludar... - chinchó su hija con una sonrisa pícara-.

- Olivia - la reprendió su madre-.

- Hola, mamá, gracias por el café - saludó la chica acercándose a Natalia y dejando un beso en su mejilla-. Ahora saluda a Alba, ¿no?

.....

¿Y ahora qué Natinat?

Me meo escribiendo esto 😂

Olivia | Albalia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora