Capitulo 43

1.4K 63 3
                                    

*POV Alba

Volví a abrazarla con fuerza, porque no podía creer que ella estaba aquí. Que pudo venir a casa antes de que yo partiera. Parece que la sorpresa no fue solo mía. Ninguna de las dos estaba creyendo en este reencuentro. Necesitaba controlarme y soltarla, dejar que estuviera con su familia, pero mi cuerpo no me lo permite, no tengo la suficiente fuerza para alejarme.

Ella me vio una vez más y sin decir nada aproximó sus labios a los míos, cerré los ojos y esperé a sentir su sabor nuevamente. El beso inicio lento, repleto de anhelo, salado por las lagrimas, movido por la emoción. Yo no entendía exactamente que ella estaba justo ahí, mi cabeza daba mil vueltas, necesitaba sentirla para poder creerlo. Mi boca temblaba, perdida, dejándose guiar por Natalia, que hacía todo para ser cariñosa. La tomé de la nuca, obligándola a intensificar el beso, su lengua se entrelazaba con la mía, creando una secuencia de escalofríos en mi cuerpo. Nos alejamos, buscando un poco de aire, sus labios seguían rozando los míos.

-No puedo creer que todavía estés aquí. -susurró, en medio de una sonrisa.

-Y yo tampoco creo que estés en casa. -regresé, en el mismo tono.

-¿Cómo es posible que estés más linda de lo que recordaba? -tocó mi rostro, acariciándolo levemente. Sonreí, dejándola secar mis lagrimas.

Vi de reojo su mano y pude notar que seguía usando la pulsera que coloqué en su muñeca antes de ser internada. Natalia notó mi mirada.

-Lo más difícil de estar internada no fue el tener que aguantar medicamentos, agujas o el ambiente sin vida. -me contó -Fue tener que estar sin ti. -mordí mis labios -Sin saber en dónde estabas, cómo estabas o qué hacías... -sujetó mi mano, entrelazando los dedos en los míos -Es chistoso, pero solo le di valor a lo que siento cuando no te tuve cerca. -sonrió un poco -Ahora vas a tener que aguantarme, porque lloro por cualquier cosa. -reímos -Y estoy un tanto melosa. -hizo una mueca -Pero, ¿sabes porque no me importa? -negué -Porque te amo. Y me siento feliz al convertirme en una idiota. -sonreímos.

Dejé de ser egoísta y me alejé de Natalia, permitiéndole a su familia acercarse, fui a la habitación. A su cuarto a esperar a que todos pudieran matar la nostalgia, porque sabía que si me quedaba en la sala ella no se concentraría en nada más. Y yo no soportaría estar lejos.

Me acosté y me puse mis audífonos, mientras escuchaba una canción cualquiera, cerré los ojos e intenté poner cada idea en su lugar. No vi el tiempo pasar. Solamente volví a mi al sentir los labios calientes de Natalia sobre los míos. Abrí los ojos y me quité los audífonos.

-Dormilona. -sonrió, levantando su cabeza para verme -¿Ahora eres la dueña de mi cuarto? -bromeó.

-Así es. -respondí, haciendo un puchero. Ella depositó un pequeño beso ahí, haciéndome sonreír -Te extrañé tanto. -la tomé, abrazándola muy fuerte.

-No pasó ni un segundo en el que no pensara en ti.

-Creí que ya no te iba a ver más. -confesé, ella me vio.

-Después de todo nos merecíamos un poquito de felicidad. -sonrió.

-¿Un poquito? Tenerte aquí es mi mayor felicidad. -ella besó mi frente. Vi su brazo, notando las marcas de las agujas -Te lastimaron. -hablé triste, ella giró quedando a mi lado, alzándome para quedar sobre su pecho, pasé mi dedo levemente por las heridas.

-No te preocupes, solo son marcas, no duele. -acarició mi cabello. Asentí. Nos quedamos en silencio por algún tiempo, solamente sintiendo la presencia la una de la otra, hasta que tomé coraje para pedir algo.

-¿Te puedo pedir una cosa? -la volví a ver.

-Lo que quieras mi amor. -me vio de regreso, sonriendo.

The Exchange (ALBALIA)Where stories live. Discover now