Capitulo 74

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*POV Alba

-Esta casa trae tantos recuerdos... -me recosté en Natalia, mientras cerraba los ojos y sentía la brisa fría de la noche golpear en mi rostro. El suave olor del pasto en el que estábamos sentadas se mezclaba con el perfume de mi mujer.

-Es increíble como mis padres logran conservarla. -sentí la sonrisa en su voz. Sus labios luego se rozaron contra mi mejilla, mordiéndola suavemente -¿Quieres entrar? -abrí los ojos, con un poco de sueño, encogiéndome más en sus brazos.

-No, me gusta estar aquí. -sonreí, sintiéndome leve -Pero si quieres conversar un poco más con tus padres no hay problema, entramos.

Ella negó, presionándome más contra su cuerpo y acurrucándose junto al mío. Es impresionante el aura de paz que envuelve este lugar y, tal vez, un poco irónico al juzgar por como todo comenzó.

-En aquel tiempo del intercambio, ¿llegaste a imaginar que un día íbamos a terminar así?

-No, nunca me sentí lo suficientemente buena como para estar a tu lado. -respondió sincera, sin pestañear -¿Y tú?

-Tampoco, pero porque nunca pensé que alguien sería capaz de amarrar a Natalia Lacunza. -ella se echó a reír, yo sonreí. -En serio, eras tan libre...

-¿Libre? -repitió, incrédula -Yo no era libre. Yo estaba presa en aquel infierno. -suspiró -Lo chistoso es que tú siempre creíste en cuentos de hadas, pero nuestra historia es tan al contrario que una princesa fue rescatada por otra princesa.

-Tiempos modernos, mi amor, tiempos modernos...

Un flash aclaró la oscuridad, asustándome en el momento, hasta que noté la sonrisa traviesa en el rostro de mi suegra.

-Lo siento, estaban tan lindas, no me contuve. -sonrió.

-No hay problema. -sonreí, un poco tímida. Natalia sujetó mi barbilla, volviendo mi rostro en su dirección, depositando un leve beso en mis labios.

Después entramos a tomar un café antes de regresar al apartamento de Natalia, en donde nos estamos quedando hasta que el nuestro estuviera listo.

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*POV Natalia

-¿Estás segura? -me preguntó Alba, por la que sería la millonésima vez.

-Sí. -sonreí, segura.

-Pero te gusta tanto escribir... -abrazó su propio cuerpo, mientras me seguía con la mirada. Caminé nuevamente hasta la habitación para tomar la cartera que había olvidado y, cuando regresé a la sala, me detuve frente a ella, tocándole la mejilla.

-Sí y eso no va a cambiar, pero necesito de un empleo que nos dé un ingreso fijo. -besé su frente.

-Natalia! -golpeó el pie, cuando me vio moverme por el apartamento, metiendo en el bolso el celular y las llaves -¿Puedes escucharme?

-Dime. -sonreí, asomándome por el marco de la puerta de la cocina.

-No tienes por qué hacer eso. Solo mira, hace poco más de un mes que estamos casadas y ya tenemos nuestro propio apartamento amueblado, ¿no es lo suficiente para que te des cuenta de que no necesitas dejar de hacer lo que te gusta?

-Pero yo no lo voy a dejar. -repetí -Mi amor, tienes que entender que no será ningún sacrificio trabajar en la empresa, en caso de que sea contratada.

-Aun así, no es justo para mí estar solo en la clínica mientras tú estás encerrada dentro de un escritorio.

-Yo quiero hacer esto. Quiero hacerlo por nosotras, por la familia que pretendo construir contigo. -me acerqué nuevamente a ella, acercándola a mí desde la cintura -Por nuestros hijos. -susurré, haciéndola sonreír -Y esa expectativa para el futuro junto a este amor que siento por ti me llevan a ir detrás de ese empleo.

Ella llevó el rostro hacia el lado, mordiendo los labios, aprensiva. Suspiré, pasando el dedo por la pequeña arruga que se formó entre sus cejas.

-¿Está bien? -rocé los labios por su mejilla -Hm? -dejé un beso ahí. Ella respiró hondo y me vio nuevamente, entonces vi que había ganado la "guerra"

-Si estás segura de eso... -levantó sus hombros, entonces levantó las manos y cruzó los dedos -...estaré aquí pidiendo para que todo resulte bien. -sonreí, levantándola del suelo y girando con ella por el apartamento -Buena suerte. -colocó las manos en mi rostro e inclinó la cabeza hacia abajo, sellándome los labios antes que la dejara en el suelo y saliera hacia mi entrevista de trabajo.

*POV Alba

-Ella ya tuvo que haber regresado, no? -vi el reloj y puse la punta de mi uña en los labios, mordiéndola, delatando mi nerviosismo mientras sostenía el celular entre mi hombro y mi oreja.

-Cálmate, mujer. -respondió Elena, mientras reía -Ya va a llegar, esas cosas llevan tiempo. Jonas! -gritó, pero luego rió -Quítate esa llave de la boca. -reí, recostándome más relajada en el sofá -Cielos, tu ahijado está terrible. Atrás quedaron los días en los que pasaba durmiendo.

-Elena, solamente tiene un mes, deja el drama.

-Imagínate cuando entre en la adolescencia. -reímos -Tengo que cortar, mi gordo tiene hambre.

-¿Cuál de los dos? -ella rió.

-El único que está en casa ahora. -me respondió, riendo -Quédate tranquila y me llamas cuando llegue Natalia.

-Está bien. Dale un beso a Jonas de mi parte.

El tiempo siguió pasando después de terminar la llamada con mi cuñada, pero nada de que Natalia llegaba. Para no enloquecer con la ansiedad saqué una escalera que daba a la sala del computador -la única habitación de la casa sin terminar- y me puse a pintar la pared.

-Oh, mierda. -gruñí, al dejar un poco de tinta caer sobre mi blusa. Solté el pincel y me hice un moño en mi cabeza antes de que mi cabello también terminará pintado. Entonces el sonido de algo que estalló detrás de mí me hizo gritar y desequilibrarme. Cerré los ojos, esperando el golpe en el suelo, pero eso no pasó, Natalia, de milagro, logró atraparme antes que cayera totalmente.

-Natalia, ¿me quieres matar? -regañé, llevando la mano al corazón antes de abrir los ojos al verla, su rostro estaba rojo por la evidente alegría, con una mano ella me sujetaba mientras en la otra había una botella de champán abierta y derramándose en su brazo -¿Lo conseguiste?

-Si!!! El empleo es mío. -dijo animada, grité otra vez, esta vez de felicidad y la abracé antes de unir nuestros labios en un largo beso.

Esa noche celebramos ese nuevo inicio, con derecho a champán y una cena especial, teniendo la certeza que, poco a poco, estamos tejiendo nuestra historia. O simplemente seguimos escribiéndola.

The Exchange (ALBALIA)Where stories live. Discover now