Capitulo 48

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*POV Alba

La cena fue muy animada, María pasó toda la noche intercambiando miradas con el mesero, mientras Julia no se enteraba de nada, y Natalia me hacía algunas cosas. Me quedé muy feliz al ver a mis mejores amigas llevarse tan bien con mi mejor -y único- amor, que por cierto, pagó toda la cuenta, por más que batallamos diciéndole que no era necesario.

-¿No le dejará ni una nota? -preguntó Natalia a María.

-Yo!? No soy capaz. -respondió, prendiendo el bolso en su hombro mientras salíamos del restaurante -Él es muy tímido, me gustan los hombres con más actitud.

Natalia me vio, como pidiendo una explicación, solamente me encogí de hombros, demostrándole que tampoco entendía las locuras de María.

-Y entonces enamoradas, creo que puedo decirles así, ¿a dónde van ahora?

-A casa. -respondí, frotando mis brazos al sentir el viento frío contra mi cuerpo en la calle -¿A dónde iríamos?

-Quien sabe...

-¿Qué diablos tenía esa coca-cola? -preguntó Natalia

-¿Ese es el famoso humor americano?

Negué con la cabeza, riéndome de las dos niñas pequeñas.

-Entonces, ¿nos podemos ir o nos quedaremos aquí paradas como tres idiotas un tiempo más? -pregunté.

Luego regresamos a casa.

-Y enotonces, ¿que te pareció la comida?

-Hm... peculiar. Quiero decir sus especies... -se enredó un poco -...son completamente distintas.

-Tienes que acostumbrarte. -Diablos, ¿en dónde deje las llaves? Odio estas bolsas grandes, es un parto poder encontrar las cosas dentro -También me llevó un cierto tiempo en Miami.

-Si, pero no tienen un sabor tan mal. -adicionó, delicada. Sonreí. AJÁ, aquí están!!! Tomé la llave como quien alza un trofeo, Natalia arqueó una ceja, viéndome -¿Está todo bien?

-Si, todo perfecto. -giré la llave en mi dedo, sonriendo. Finalmente abrí la puerta y pudimos escapar del corredor helado.

Todo estaba oscuro y en silencio, me golpeé en la rodilla con la mesa del centro cuando caminaba, quejándome suavemente y causando una risa graciosa en Natalia. Ella me abrazó desde atrás, sentí su respiración caliente tocar mi cuerpo y erizar toda mi piel, entonces mágicamente aquella sala oscura se volvió el lugar más maravilloso del mundo. Ella caminó lentamente, guiándome hasta las escaleras, en donde subimos con una exagerada precaución hasta mi cuarto. Cerré la puerta y no encontré necesario encender la luz, porque la que venía de la calle ya iluminaba el lugar.

-¿Será que les importará a tus padres si duermo contigo esta noche? -preguntó, sentándose sobre mi cama.

-Creo que no. -me quité mis zapatos tirándolos lejos, sonriendo -Y más porque es exactamente eso lo que hacemos... dormir. -mi voz debió salir muy aburrida porque ella se echó a reír.

-Ven aquí. -me llamó, estirando su mano, la sujeté y dejé que ella me llevara hasta sus brazos -¿Qué voy a hacer contigo, señorita Alba? -habló como una profesora preocupada con un alumno problemático. O en mi caso, terco.

-Acepto besos gratis. -suspiré, haciéndola reír.

-¿Cuándo te volviste ninfómana, que no me di cuenta? -arqueó una ceja.

-En el mismo momento en el que tú te volviste una santa y no me di cuenta. -me crucé de brazos, sentándome en su regazo.

-Puedo hacer algo por ti. -anunció, lanzándome una mirada algo malvada, que me hizo temblar de pies a cabeza.

The Exchange (ALBALIA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora