Capitulo 57

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Me senté en una de las barandas que hay en el corredor de la casa y me quedé viendo la lluvia que aun caía sobre la acera de la calle. A pesar de que la veía no me enfocaba realmente en nada, mis pensamientos estaban muy lejos.

Nunca fui el tipo de persona que le importa estar sola o le incomoda el silencio, tal vez por haberme convertido en mi única compañía durante este tiempo que he estado en Miami. Pero no puedo negar que ya me he sentido sola en varias ocasiones. Un tipo de soledad diferente, vivo rodeada de personas, personas que hablan alto, que llenan cualquier ambiente, pero la presencia era física, no llegaba a completarme, a sustituir el vacío que existía en mi corazón. Anoche, mientras estaba en los brazos de Natalia, me sentí viva, plena. Es por eso que me golpeó fuerte cuando desperté y no la encontré a mi lado, mi inconsciente no quería volver a sentirse tan solo y eso dolió.

Una pequeña lagrima recorrió mi mejilla, me esforcé para secarla lo más rápido posible. Ya pasé la fase de llorar por desamores, pero parece que el encuentro con Natalia despertó a la niña que hay en mi.

-¿Aburrida? -la voz ronca me hizo saltar del susto -Opa, te asusté. -sonrió -Recuerdo lo fácil que era cometer esta hazaña antes.

-Si, veo que eres muy buena en eso. -me levanté, llevando algunos de mis cabellos detrás de mi oreja -Que aburrido con tanta lluvia. ¿Será que empeora? -vi hacia el cielo, intentando descubrir si caerá una tempestad nuevamente.

-Tal parece que si. -extendió su brazo, dejando que algunas gotas la mojaran.

Tuve que contenerme para no suspirar al ver la blusa ajustada marcar el contorno de sus senos. Bajé la mirada y terminé enfocándome en la marca roja a la altura de mi pecho. Pasé levemente mis dedos sobre ella, tan distraída como para darme cuenta que ahora la mirada de Natalia estaba en mi rostro.

-¿Está muy fea? -levanté la mirada y me encontré su rostro más que cerca. Ella pasó su dedo sobre la marca, lo suficiente para alertarme.

-Nada que el maquillaje no pueda ocultar. -aunque me estaba quemando de la vergüenza quería demostrarle que cosas así pasan todo el tiempo. Ella alejó su mano como si se hubiese quemado.

Me quedé sola en la baranda después de mi rápida conversación con Natalia. La noche comenzaba a caer y el viento helado llegar con ella, golpeando mi cabello. Escuché mi celular sonar a lo lejos, entré corriendo y lo busqué en el bolsillo de mi chaqueta.

-Hola? -una vez más grité al atender.

-Alba, es Julián. -anunció, su voz estaba bastante seria. Me congelé.

-¿Pasó algo?

-Escúchame con atención, ok? -asentí -Solamente te contaré lo que pasó aquí si me prometes que esto no te hará regresar.

-Primero habla, después veo qué hago.

-No. Esa es mi condición. Y ni intentes cruzar los dedo al prometer.

-Está bien.

-¿Recuerdas a Isaac? -en el mismo instante vino a mi cabeza la imagen del joven al que apadrine y luché junto a él contra las drogas.

-Claro que si.

-Está mal, Alba. -tragué seco -En el hospital. Parece que ingirió una sobredosis. -mis ojos automáticamente se llenaron de lagrimas -Sinceramente, no sé si salga de esta.

Tengo un apego muy fuerte con cada joven que ayudo en la clínica. Las victorias son de ellos. Las perdidas son mías. Como son poco a los que cuido personalmente me apegué a todos y cada uno de ellos. Un amor casi materno. De quien regaña pero quiere solamente el bien.

The Exchange (ALBALIA)Where stories live. Discover now