Capitulo 63

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*POV Alba

-¿Qué tal un café, señorita Reche? -invitó Natalia, con una sonrisa que me hizo reír.

-Claro, señorita Lacunza. -respondí, sonriendo -El único problema es que creo que ni siquiera pan viejo hay en la casa.

-Justamente por eso estaba pensando en salir. Hay una panadería a algunas cuadras de aquí, en donde venden la más impresionante respostería del lugar.

-Entonces vamos. Solamente tengo que cambiarme. -ella recorrió su mirada por mi vestimenta y asintió. Me solté de sus brazos y me apuré en cambiarme, estando lista en un tiempo record de treinta minutos.

Me puse roja bajo la mirada arrebatadora de Natalia.

-¿Tan irresistible estoy? -bromeé, terminando de bajar. Ella se acercó, tocando levemente mi rostro.

-Me encantas. -sonrió, tierna. De cualquier forma opté por la simplicidad, una blusa blanca normal, jeans, converse y una pequeña coleta. Por eso me choca cuando Natalia hace ese tipo de comentarios -¿Sabías que siempre soñé con campesinas? -se burló, un segundo después. La empujé, riendo, mientras pasaba por ella y me encaminaba hasta la puerta -Alba, por Dios, no te muevas tanto. -gruñó, atrás, aumentando mi carcajada -O no vamos ni a la baranda de afuera. -pasó su brazo sobre el mío abriendo la puerta mientras olía mi cuello. Me ericé con el acto.

Ella entrelazó sus dedo a los míos mientras caminábamos por las calles prácticamente vacías de la ciudad. El sol nos golpeaba y el viento traía el olor a campo, dando una sensación única de libertad. Después de un tiempo relativamente corto llegamos frente a una casa simple con un letrero que decía "Café de la nana". Sonreí.

Entramos al pequeño lugar, con el delicioso aroma a pan fresco mezclado con algo que me recordaba los fines de semana que pasaba con mi abuela. Natalia se sentó en una de las pequeñas mesas, haciéndome acompañarla.

-Oh, no lo puedo creer, mi niña! -una simpática señora de unos setenta años y con el cabello naturalmente blanco exclamó sorprendida al ver a Natalia, quién rápidamente se levantó para abrazarla.

-Hola, nana. -dijo con un cariño eminente en la voz que me llenó de ternura.

-¿Quién es esta hermosa chica, hija? -sonrió, viéndome. Me levanté, saludándola y siendo recibida por un caluroso abrazo.

-Soy Alba, mucho gusto.

-Solo mírate, que linda. -tocó mi rostro, mientras sonreía -Oh, Natalia, tienes una amiga hermosa -sonrió. Ella se rió de mi expresión avergonzada -José, prepara un muy buen café para estas dos jóvenes. -ordenó, mientras desaparecía entre dos puertas.

-Desde que Elena compró la casa aquí siempre venimos a tomar café de la nana, es como una tradición. -explicó, notando mi curiosa mirada -Ella nos trata como si realmente fuéramos de la familia.

El cariño con el que ella habló de la señora me hizo sentir que la amaba aun más.

-¿Y tu hermana? Dile que no le volveré a mandar panecillos si no viene a visitarme. -comentó nana, mientras dejaba las tazas de café en la mesa.

-Está embarazada, nana. -le contó. La señora dejó lo que hacía y dejó escapar una sonrisa que hasta opacó la luz del sol.

-No me digas. -dijo sorprendida -Oh, que maravilla! -llevó las manos a su rostro -Un niño era lo que le faltaba a este lugar. -sonrió.

-Llámala, te garantizo que le encantará escucharte. -la señora rápidamente acató la sugerencia y mientras nos deleitábamos con el mejor café de nuestras vidas ella hablaba emocionada con Elena.

The Exchange (ALBALIA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora