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-Por favor dígame que ha escuchado hablar alguna vez acerca de la familia Black. -Expresa Henry, con aire aún gentil.

-Por supuesto, no me encuentro tan desactualizada. -Dice Anastasia riendo un poco-, He escuchado hablar de ellos, creo que son una de las familias más ricas de Londres.

-No, son la familia más rica, en realidad. -Contesta Henry-, Yo trabajo para el señor y señora Black, al igual que soy el asistente personal del campo de negocios de su hijo, el señor Chester Phillips Black.

-¡Oh, sorprendente en verdad! -Exclama Anastasia-, ¿Por ello su nombre apareció en el periódico? Creo recordar que se estaba hablando de dicha prestigiosa familia, y, una velada que estos realizarán en su mansión.

-Sí, una velada para conmemorar el aniversario de la antigua y famosa compañía que fundó el señor Black.

-Entiendo.

Y así transcurrieron, charlando toda la noche, de sus intereses, de los de ella, y de muchas cosas en realidad. Ambos se agradaron en extremo mutuamente, quizás más de lo propicio.

El señor Bastor se había ofrecido a llevar a casa a Joanna Simnet y a Anastasia Blair, a ambas mujeres les pareció demasiado embarazoso aceptar, pero debido a la hora tan alta de la noche, sintieron que podría ser más seguro.

Luego de haber dejado a Joanna en su respectiva propiedad, fueron a la casa de los Blair.

-Fue un placer conocerla esta noche, espero que nos podamos reunir en otra ocasión. -Le dice Henry.

-Espero lo mismo, desde luego, siempre que sea oportuno. Muchas gracias por traerme.

Al despedirse, aquél hombre se retira en su casi refinado auto, y Anastasia entra a la casa.

No podía dejar de pensar en él, en su sonrisa, en sus modales, su voz tan apuesta, y, en su trato tan amable hacia ella.

Probablemente Henry Bastor haya sido, hasta ahora, una de las pocas personas que había otorgado a Anastasia Blair, un trato tan amable, dulce y sutil, y eso a ella le gustaba, aunque, sinceramente, a penas le conocía.

Transcurrieron varios días más, casi una semana, y, Christina a menudo la pasaba muy mal, las constantes amenazas, golpes en la calle, y semejantes actos probablemente efectuados por Jackson, la sacaban de sus casillas.

Ahora vivía todo el día con miedo, con miedo a que algo peor se repitiera la vez siguiente.

Emily y Anastasia intentaban calmarla, Charlie sólo le decía frases como "Te lo dije, debes darle esos niños a su padre. No te apoyaré si quieres presentar cargos."

Y Anastasia, por su parte, aunque intentaba por cualquier lado apoyar y cuidar de su hermana, también había estado constantemente entretenida con otro tema. Ahora se veía con Henry muy a menudo, tal vez demasiado, por lo menos una vez al día.

Él estaba encantado con ella, y ella con él.

Una tarde, con sólo una semana de conocerse, Henry tuvo la valentía suficiente para decirle a Anastasia lo siguiente:

-Ana, debo confesar que me atraes enormemente, y que tu sencilla presencia es para mí como un lindo regalo que se me puede otorgar. Así que, me gustaría, si accedes, que pudieras darme la dicha de acompañarme en unos días a la mansión de los Black, para convivir en tal velada de tan alto nivel. ¿Podrías aceptar?

-¿Qué? ¿En serio? -Anastasia había quedado atónita-, ¿Yo? ¿Acompañarte a ese lugar? ¿De veras quisieras asociarte conmigo en público, sin menor temor de los comentarios ajenos, o de la inconveniencia que presentan nuestras respectivas clases sociales en común?

-¡Por supuesto que sí! Sería para mí un honor llevarte conmigo a Londres. El señor Chester Black me dió el gusto de llevar a una persona como invitada. -Explica Henry-, Y me encantaría que esa persona fueras tú.

-¡Oh! -Exclama Anastasia-, No sé qué decir, en realidad me halaga demasiado la invitación, y me conmociona mucho tu oferta. Pero, ¿Crees que alguien como yo, de mi posición económica y social, deba asistir a tal velada, que será, naturalmente, el lugar de reunión de tantas personas prestigiosas y altamente ricas?

-Ana, me sorprende mucho como te restas tanto valor a tí misma. Eres una persona increíblemente hermosa, sólo me ha bastado una semana para descubrirlo, y, no puedo presumir que sea el descubrimiento más grande que he hecho, ya que cualquier persona sería, fácilmente, capaz de darse cuenta de tu inmenso valor.

Ambos se quedan en silencio unos segundos, y Anastasia comenta:

-Tal vez no soy tan increíble como tú piensas.

-Ojalá sólo fuera modestia de tu parte, pero es doloroso darse cuenta que en verdad piensas así. -Dice Henry-, Tal vez esto se deba al círculo que te rodea, tal vez no has salido realmente de él.

-Lamento si te desagrada mi forma de pensar.

-Absolutamente que no. Sólo que deseo que te des cuenta de tu verdadero valor. Valor que, perdona que lo diga, probablemente Charlie y Christina se han encargado de opacar en la fácil percepción de tí misma. Por favor, acepta venir conmigo, me harías un gran honor.

Luego de unos segundos de estado casi meditabundo por parte de Anastasia, esta responde, con una leve sonrisa:

-De acuerdo, te acompañaré.

El Caso Blair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora