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-¡Sólo lo dices para molestarme, Samuel! -Exclama la jóven, acomodándose en la limusina

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-¡Sólo lo dices para molestarme, Samuel! -Exclama la jóven, acomodándose en la limusina.

-No, de veras. Esa mujer era muy hermosa, ¿O que acaso sólo viste lo malo de ella? E incluso, lo malo que ni siquiera ella misma escogió. -Expresa Samuel-, Pero era en extremo atractiva.

Lilia ahora no responde nada.

-Tal vez, hermanita; sólo te sentiste intimidada por la belleza de la jóven Anastasia Blair. -Sugiere Samuel, sin pelos en la lengua-, Te sentiste opacada por su belleza, y tu enorme envidia se manifiesta con odio. Es bastante probable, ¿No?

-Cierra la boca. -Es lo único que dice Lilia.

Minutos después, cuando ya William se encontraba en total estado de sueño, Lilia dice, mirándolo fijamente:

-Se ve tan precioso mientras duerme, parece un angelito.

Samuel no contesta nada.

-A decir verdad, es el hombre más guapo y admirable que he visto en mi vida. -Dice Lilia mientras mira dormir a su primo.

Samuel le toca el hombro, y le murmura:

-Por favor, reprime esas intensas emociones tuyas. ¡Él no es ningún desconocido! ¡Es tu primo!

-Por desgracia lo es. -Dice esta, acariciando con sutileza el cabello del ex detective.

-Entonces, está mal que lo veas de esa forma en que lo haces. -Comenta Samuel.

-Antes los primos podían casarse, no era visto como un acto de insolencia o total incesto. Y no fue hasta hace poco que ha empezado a ser considerado un tanto menos común. -Explica Lilia hablando en voz baja-, Pero no significa que esté mal.

-Lilia, querida; nuestra madre es hermana biológica y completa del señor Thomas Pennington, nuestro tío. -Le aclara Samuel-, William es nuestro primo más cercano, así que por ello se efectúa un mayor problema.

Lilia se queda en silencio, aún observando a su primo dormir.

-Además, William no tiene sentimientos amorosos hacia tí, lo que tú sientes por él no es más que un capricho, ¡Y no es mutuo! -Termina de decir Samuel, en tono lo más bajo posible.

~~~

En las altas horas de la noche se encontraba Henry Bastor llegando al hotel donde seguramente Anastasia Blair lo estaría esperando.

Al entrar, la llama, pero no recibe respuesta alguna.

Minutos después sólo se encuentra una carta que dice:

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Querido Señor Bastor, me siento apenada por mi comportamiento en la velada de los Black, quizá pude haber malinterpretado lo sucedido, sin embargo, decidí darme un pequeño respiro de la poca conformidad que sentí en aquella prestigiosa reunión, y he venido a un parque muy cerca del hotel a caminar un poco.

Sé que es muy tarde, quizás cuando llegues al hotel leas esto, pero llegaré muy pronto.

P.D: ¡Amo estar de vuelta en Londres después de tanto tiempo sin venir aquí! Es esta una ciudad de ensueño, y además, dueña de los más tiernos recuerdos de mi infancia.

Atentamente, A.B
____________________________________

A Henry le alegró en extremo saber que aquella hermosa señorita no estaba enojada con él, o por lo menos que ya se le había pasado el furioso descontento que había tenido en plena velada.

Así que sólo se recuesta en la cama a mirar un poco de televisión.

Psicosis era la película que se encontraba viendo, una recién estrenada hace cinco años, y que había adquirido cierta fama desde su estreno. Y aunque era una película estadounidense, poseía una trama bastante atrapante.

Media hora después Anastasia ya había llegado al hotel.

Henry la invitó a recostarse en la cama con él, y aunque justo al lado estaba la habitación de Anastasia, ésta aceptó sin cuidado.

Hasta que, repentinamente, algo extraño comenzó a suceder, o quizás, sólo extraño para la jóven.

Henry comenzó a acariciar sus piernas muy suavemente, hasta que fue subiendo hasta la entrepierna.

Anastasia lo detiene, lo mira extrañada y no dice nada.

Entonces el hombre junto a ella le propone tener una noche de pasión, a lo que ella no responde con palabras, sólo se va de la habitación de inmediato.

-Estúpida. -Se susurra Henry para sus adentros.

~~~

La limusina de William Pennington ya había llegado a su mansión en Hunsford, así que los tres salen del automóvil y se profundizan adentro.

Luego de cambiarse y ponerse unas ropas de dormir, Lilia comenta:

-Estoy inexorablemente agotada.

Entonces, antes de dormir, Samuel se encuentra charlando con su primo en el balcón que daba a una preciosa vista nocturna.

-¿Qué te dijo Chester? ¿Qué tanto deseaba hablar contigo? Creo que en persona nunca se habían visto.

-Me propuso ayudarlo con un caso. Por supuesto que rechacé.

-¿Y por qué rechazaste? Conociendo a mi buen amigo, probablemente te habrá ofrecido muchísimo dinero por tener la oportunidad de poseer tu ayuda profesional. ¿De qué tantos números habló?

-No especificó ninguna suma. -Responde William seriamente-, Pero, destacó que sería muy elevada.

-¿Entonces que pudo tentarte a rechazar?

-Dos cosas, la primera es que ya estoy retirado, y cuando lo anuncié hace ya tiempo creí que a las personas les había quedado claro.

-¿Y segundo?

-Él no me agrada.

-¡Pero si ni siquiera lo conoces! Primo, Chester Black es un buen hombre, muy profesional, audaz, educado.

William ríe en seguida, y contesta:
-De educado no tiene mucho.

-Dime, ¿Por qué no te agrada si a penas lo conociste hoy? -Samuel frunce el ceño al preguntar.

-Porque sus constantes coqueteos hacia Lilia me producieron cierta repugnancia, ella merece a alguien mejor. No un hombre del que estoy seguro es, en efecto, una mala persona, moral y éticamente hablando. -Explica el ex detective.

Samuel se mantiene en silencio, mirando hacia la pacífica oscuridad de la noche, y pensando en las palabras del hombre a su lado.

El Caso Blair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora