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William ve como caso perdido lograr que el niño responda a sus preguntas, así que sólo se aleja de allí

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William ve como caso perdido lograr que el niño responda a sus preguntas, así que sólo se aleja de allí.

Cuando estaba a punto de montarse en su auto por el lado externo a la iglesia, el detective se queda mirando a Emily Rutt mientras juega con Lucy, muy cerca de la casa Blair.

William lo duda, pero luego cierra la puerta de su auto y se acerca a la criada.

Emily lo saluda muy nerviosa, ¡Ahora el detective se preguntaba por qué todos actuaban tan nerviosos frente a él! Anastasia, Rubius, y ahora Emily.

-¿Qué lo trae por aquí? -Pregunta Emily sonriendo mucho y acomodando su pelo.

-Estaba hablando con alguien cerca de la iglesia, pero, ahora que lo veo, me gustaría preguntarle algo a usted, algo que quizás sabe. -Dice el detective.

Lucy no presta atención a nada y sólo juega con su muñeca y con algunos juguetes más.

-Adelante. -Dice Emily.

-¿Escuchó usted a Rubius discutir con su madre en la madrugada en que falleció la misma? -Pregunta William.

-¡Oh, sí! ¡Así es! Perdóneme usted por haberlo omitido antes, no se me había pasado por la cabeza contarle tan insignificante detalle. -Se disculpa la criada.

-¡Oh! Créame que los insignificantes detalles muchas veces son los más importantes en estos casos. -Expresa William-, ¿Sabe sobre qué discutía el niño con su madre?

-Bueno, ciertamente no lo sé. Creo que era un simple capricho infantil, nada más. —Responde Emily.

Lucy, al oír la conversación, se levanta muy resaltada y exclama:

-¡Oh, sí! ¡Ya me he acordado sobre qué discutían! ¡Sabía que lo había escuchado bien, pero se me había olvidado!

-¿Qué? -William se acerca a la niña con cierta ansiedad.

Lucy lo mira directamente a los ojos y le dice con firmeza:

-Rubius le pedía a mamá ir a la iglesia de Santa Rita, porque según él, había dejado su cuaderno de matemáticas justo en la cerca de la iglesia. Mamá se enojó, y después escuché un portazo.

-¡¿Qué?! -William no puede creer lo que ha escuchado-, ¡¿Es cierto?! ¡¿Entonces Christina salió de casa a buscarle el cuaderno a su hijo?!

-Sí, creo que mami había bebido mucho las horas anteriores, y por ello salió de casa a buscarle dicho cuaderno a Rubius. -Explica la niña-, Porque si hubiese estado sobria, no hubiese salido de casa a altas horas de la noche.

-Lucy, tal vez tu mami no salió de casa, tal vez fue alguien más. -Le sugiere Emily algo nerviosa.

-No, estoy segura. -Dice la niña confiando en sus palabras-, Yo abrí un poco los ojos, y escuché a mami gritar: "¡Yo lo iré a buscar entonces!", Y luego salió del cuarto, y segundos después oí la puerta de la casa sonar. Para cuando llegué de la escuela habían dicho que mami se había ido al cielo, pero yo creí que sólo iba a buscar ese cuaderno.

Horas más tarde, William se encontraba almorzando con los demás en el jardín de su mansión.

—¡Es increíble! —Exclama Pedro—, William, estoy seguro de que ese niño Rubius algo sabe, fue quien envió a su madre afuera en busca de un insignificante objeto que carece de total sentido buscar en la madrugada. ¿Y si Rubius quería que su madre muriera? ¿Y si él tuvo algo que ver?

Claudia le da a su novio un leve empujón, y le comenta:
—¡Es absurdo! Un niño de doce años no podría guiar a su madre a la muerte, no a propósito.

—Es lo mismo que yo creo. —Dice William—, Pienso que probablemente el asesinato de Christina Blair no fue premeditado.

—Pero, en ese caso hay algo aquí que es muy extraño. —Comenta Lilia, con su típica dulzura y carisma—, Dijiste que ese jardinero Albert oyó a dos personas discutiendo fuera de la iglesia antes del asesinato, ya era de mañana, la mujer salió en la madrugada, y, en vista de la ocasión, la iglesia, las hora que pasaron... Significa que el homicidio tuvo un plan previo a su elaboración.

—¿Entonces alguien le quitó el cuaderno a Rubius para que le pidiera a su madre, en plena madrugada, ir por él? No suena convincente. —Dice William.

—O, el niño sí tuvo en verdad algo que ver. —Murmura Samuel, comiendo gustosamente su bistec.

William se queda pensando y pensando.

Minutos más tarde, alguien llegó inesperadamente a la casa.

Era Rossana Pennington, la madre de William.

—¿Qué sucedió, madre? ¿Qué te ha hecho venir aquí con tus bolsos? —Le pregunta Claudia muy extrañada.

—Tu padre, es un bastardo. —Murmura la señora Pennington.

Luego de que esta se siente en el sofá de la inmensa sala, exclama:

—¡El señor Thomas Pennington es un descarado! ¡Nuestras disputas son cada vez peores!

Al decir esto, William llega al salón, junto con Lilia.

Luego la señora Pennington comienza a llorar.

—Lo siento mucho, madre. —Claudia le acaricia los hombros—, Veamos algo de televisión para distraerte.

Al encender la televisión, Claudia cambia los canales, y luego, deja un canal que narraba una noticia impresionante.

—No puede ser. —Murmura William mirando la pantalla.

La noticia narraba un asesinato, ocurrido hace a penas una hora, en la casa Blair.

Una mujer había sido asesinada.

William piensa en Anastasia Blair al instante.

El Caso Blair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora