75.

5 2 0
                                    

Bernard abandona entonces el salón y va tras Lilia.

—¡¿Qué?! ¡No puede ser posible! —Exclama Rosanna Pennington.

—¡¿Mi sobrina está enamorada de mi hijo?! —Pregunta el señor Thomas Pennington en completo estado de asombro y decepción.

Samuel se acerca inmediatamente a William y le dice:
—¡¿Tú tienes que ver con todo esto?!

—No entiendo tu pregunta. —Le dice el detective en tono muy serio.

—Conozco a mi hermana, y sé que lleva tiempo enamorada de tí, pero ella jamás lo hubiese manifestado en público. ¿Correspondiste a sus sentimientos, verdad? —Le pregunta Samuel, hundido en enfado e ira—, ¡Ella es tu prima! ¡Es poco más de diez años menor tú!

—Es una jovencita que no sabe lo que quiere, ese es el caso. —Dice la señora Pennington, acercándose a su sobrino e hijo—, ¿O acaso tú también estás enamorado de ella, hijo?

Las manos de William comienzan a sudar, y se pone excesivamente nervioso.

—Hermano, ¿En serio ustedes dos se gustan? ¡Es algo sumamente extraño! Creí que le querías como a una hermana, nadamás. —Le dice Claudia, acercándose también a él.

—Will, no puedo creer esto que ha pasado, cuando mi hermana se entere querrá matar a Lilia por lo que ha dicho aquí. —Le dice Thomas, también acercándose a William. 

Pedro nota que todos están arrinconando a su cuñado, pero él no puede evitar nada ni alejarlos. Sabía que era un asunto familiar, él nada tenía que ver allí.

Anastasia se acerca entonces a Pedro y le pregunta:
—¿Fue por ello que me sugeriste abandonar mis sentimientos por el detective? ¿A él en serio le gusta su prima?

Pedro no sabe qué responder, sólo está viendo cómo la familia de William lo ataca casi descontroladamente por sus sentimientos por Lilia, los cuales, lógicamente, fueron descifrados con lo recién sucedido.

Los invitados, al sentir tanta tensión y drama ajeno en el ambiente, prefieren sólo abandonar el salón.

—¡Esto es increíblemente horroroso! —Le dice Chester a William—, Me daría vergüenza ser tú, William Pennington. ¡Qué manchado quedarás luego de esto!

Pedro y Anastasia son los únicos que ven todo el abucheo hacia William desde lejos en el salón.

—Dime algo, Will. Cuando tú y mi hermana durmiendo juntos en la misma cama hace unos días, ¿Tuvieron acaso relaciones sexuales o algún incentivo para que ella lo anunciara? —Le pregunta Samuel, con rabia y enojo.

—¡No! ¡Por supuesto que no! Sólo dormimos y ya, no pasó nada. —Dice William.

—Estás mintiendo, sé cuándo lo haces, algo debieron haber hecho juntos allí. —Dice Claudia, horrorizada ante el asunto.

—¡¿Te acostaste con ella?! —Le grita Samuel, quién acto seguido golpea a su primo con demasiada fuerza en el rostro, y lo hace caer.

Anastasia se acerca de inmediato y se interpone entre ambos. Pedro también se acerca a intentar calmar a los demás.

Samuel intenta evadir a Anastasia para golpear a su primo nuevamente, así que sólo la empuja hacia un lado, se acerca a William y lo golpea otra vez en la cara.

William no responde a los golpes, sólo dice:
—¡No hicimos nada!

La cara del detective ahora está cubierta de sangre, entonces Anastasia se interpone nuevamente y empuja a Samuel con fuerza hacia atrás.

—¡Alejense de él! —Les grita Anastasia—, Si se comportan de esta forma entonces ustedes no son su familia, sólo llevan la misma sangre. No permitiré que le hagan ningún daño, ni que lo golpeen ni que le insulten, no mientras yo esté aquí.

Todos se quedan en silencio mirando a Anastasia, pero William sólo la toma por una mano y se aleja de allí con ella.

Al salir de la mansión por la puerta trasera, William le dice:

—Lamento que tuvieras que presenciar todo eso.

El jardín trasero se encontraba bien iluminado, pero, desolado.

—No, detective. No iba a permitir que le hirieran, y mucho menos su propia familia. No importa qué haya hecho usted para merecerlo. No me gusta verle en tal estado.

—Gracias. —Le agradece William—, Pero por favor, no crea usted lo que ellos creen. Yo no me he acostado con mi prima.

—¿Pero sí está enamorado de ella? —Le pregunta Anastasia, con cierta expresión en la cara que reflejaba aflicción.

William no responde, sólo baja la mirada.

—No se preocupe, no importa. —Le dice Anastasia, abrazándolo—, No importa lo que usted siente por ella, no es tan malo cómo ellos piensan.

William acaricia entonces las mejillas de Anastasia, y le dice:
—Usted es la mujer más hermosa que he conocido en mi vida.

—Sé que lo dice sólo porque estoy aquí consolandole, pero créame que no me gusta ver a nadie sufrir así. —Le dice Anastasia—, Sólo quisiera...

William pone su dedo índice en los labios de Anastasia, y le dice:
—Shhhhh. No hable más. Me dan ganas de hacerla callar, y usted sabe cómo se debe callar a las personas.

Acto seguido, William acaricia el rostro de Anastasia y luego la besa fervientemente, ella también lo besa, y ambos se besan ansiosamente, con ganas, con pasión, y sin deseos de parar.

El Caso Blair Where stories live. Discover now