14.

17 2 5
                                    

Anastasia Blair y Henry Bastor habían llegado a Londres desde hacía ya rato

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Anastasia Blair y Henry Bastor habían llegado a Londres desde hacía ya rato.

Se encontraban paseando entre algunas tiendas, puesto que Henry recogería unos caros zapatos negros que había pedido desde hacía varios días.

—¡Son hermosos! —Exclama Anastasia—, Y lucen bastante refinados, ¿Puedo preguntar cuánto costó este par?

—No quisieras saber. —Dice Henry riendo levemente.

Anastasia también ríe, y ambos permanecen mirándose fijamente algunos segundos.

—Ana, me gustaría mostrarte algo, un lugar muy cerca de esta tienda. —Dice el hombre.

Ella sonríe con leve curiosidad, y ambos salen de allí.

Caminan un poco más por la hermosa calle, y llegan a una muy pintoresca tienda.

—Son vestidos. —Murmura Anastasia.

—Pues sí, eres muy buena observadora. —Contesta Henry riendo nuevamente.

—¿Qué hacemos aquí? —Pregunta Anastasia, aún ya conociendo la respuesta.

—Quisiera que te probaras alguno de estos hermosos vestidos, alguno rojo, azul, rosa muy claro, quedarían en perfecto contraste con tu magnífica piel. —Dice Henry sonriendo coquetamente.

Anastasia de inmediato pone un semblante muy serio, y dice:
—Ya yo traje un vestido para la velada de los Black, ¿O acaso piensas que me voy a vestir muy mal y tú atravesarías cierta vergüenza pública al poseer el desdichado honor de tenerme como invitada?

—¡¿Qué?! ¡No! —Henry alza la voz con sutileza—, Es sólo que pensé que te gustaría llevar un traje un tanto más refinado.

—¡Pero si ni siquiera has visto el que traigo en mi bolso! —Exclama Anastasia, naturalmente disgustada.

Y, sin decir más, sólo se retira y va hacia otra parte.

Henry suspira, sintiendo que su comentario ha estropeado el día. No es que pensara que Anastasia no supiera arreglarse para una reunión de tan alto nivel de elegancia, sino que, el vestido debía de lucir por lo menos al nivel de los demás, esto para poder prevenir malos comentarios o diversos prejuicios.

Pero, no sabía muy bien cómo transformar sus pensamientos en palabras adecuadamente formuladas para ser dadas a aquella señorita que acababa de retirarse.

Anastasia llega a una pequeña vereda, en dónde repentinamente el feroz carácter del viento hace volar algo lejos su gorro que casi sobresalía de su cráneo.

Entonces, ella toma paso a perseguir su gorro con el fin de tomarlo, al hacerlo llega al medio de la calle, en dónde por muy poco un auto casi la arrolla, el acto no termina por herirla, pero provoca que ella caiga al suelo del gran susto.

El hombre que conducía estaciona inmediatamente su auto junto a la acera, y se baja de su automóvil y en seguida ayuda a Anastasia a levantarse.

—Lo lamento. No la había logrado ver desde mi auto, venía un tanto distraído.

—¿Y qué tanto pudo estar usted haciendo mientras conducía? —Pregunta Anastasia con un suave tono de aflicción. Pues había pasado un tremendo susto de muerte.

—Si le soy sincero, estaba tomando un cigarrillo que había en mi guantera. —Responde este—, Pero le ofresco mis más sinceras disculpas por el inconveniente.

Al instante llega Henry, quién casi corriendo se dirige directo hacia Anastasia. Estaba un poco extasiado.

—¡Oh! ¿Señor Black? Es un gusto verle. —Le dice Henry a este sonriendo gentilmente.

—¿Es usted el señor Chester Phillips Black? —Pregunta Anastasia con tono curiosesco.

—No, él es mi hermano. —Contesta este—, Yo soy Bernad Black.

—Oh, pues... Es un gran gusto conocerle. Iré como invitada del señor Bastor a su velada el día de mañana. —Dice ésta, no muy segura de decir esto último.

—¡Oh! En ese caso, pues me alegraría mucho verles allí a ambos, especialmente a usted, ¿Señorita...?

—Blair, Anastasia Blair. —Responde la jóven.

—Bueno, quizás mañana pueda yo hacer algo para compensarle respecto a lo recién sucedido. —Dice Bernard—, Probablemente le invite alguna bebida o a una o dos piezas de baile. —Hace una significativa pausa—, ¿O están ustedes comprometidos? En ese caso me disculpo de inmediato.

Y cuando Anastasia estaba a punto de contestar, Henry lo hace por ella:

—Sí, estamos comprometidos.

Anastasia lo mira con asombro y confusión.

—Pues entonces ofresco mil disculpas... Es que es usted una señorita, permítame ser tan audaz para decirlo, bastante cautivadora. —Le dice Bernard.

—Gracias. —Responde esta sonriendo desinteresadamente.

Luego de una cordial y rápida despedida, Bernard se retira en su auto.

—¿Entonces vamos a casarnos usted y yo, señor Bastor? —Pregunta esta casi sonrojada.

—Lamento haber sido tan imprudente y poco veraz al decirle eso al señor Black. Es que... No quería que se hiciera falsas esperanzas, una mujer como usted nunca podría interesarse en una criatura como él.

Anastasia baja la mirada un poco, con semblante algo serio. Las palabras del señor Bastor, en lugar de sonar halagadoras para ella, sonaban un tanto poco gentiles hacia terceras personas.

—El señor Bernard Black es considerablemente agradable, y bastante tolerable en realidad. —Comenta Anastasia, con tono algo bajo.

—Pues, conozcalo un poco mejor y luego podremos charlar más extensamente al respecto. —Sugiere Henry.

Anastasia ríe levemente, y contesta:
—Ya vámonos de aquí, no me apetece obtener ningún caro vestido nuevo.

El Caso Blair Where stories live. Discover now