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El padre Rashford se encontraba en la iglesia, charlando con Brahms Windom, ¡Ambos hombres sí que se llevaban bastante bien!

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El padre Rashford se encontraba en la iglesia, charlando con Brahms Windom, ¡Ambos hombres sí que se llevaban bastante bien!

—¡Oh, sí! ¡Pobre Emily Rutt! Me había pedido ir a la casa Blair, y, al llegar, me la he encontrada muerta en el piso.

—¿Llamó usted a emergencias? —Pregunta Brahms, mientras toma de su cerveza.

—En efecto, espere a que llegaran y luego me retiré, estaba yo aterrado. ¡Es increíble como permite Dios atrocidades así! ¿Verdad?

—¡Oh, vamos! Padre Rashford, ¡No se haga usted la víctima! Sabe de esos fantásticos servicios prestados. —Dice el señor Windom sonriendo casi siniestramente.

—No, no, nada de eso. No son servicios, son ayuda psicólogicas, y formas de sacar la ira. No es bueno retener el carácter vengativo dentro de un individuo, y... La mejor forma de sacarlo, es, sin duda, con la ejecución de hechos significativos.

—Le admiro, padre Rashford. Es usted uno de los mejores hombres que existen en la tierra, no cabe duda de eso. —Le halaga Brahms.

El padre Rashford ríe ruidosamente, y dice:

—No soy el mejor sujeto de todos, pero, comprendo a la perfección el verdadero significado del pecado, y los misterios bíblicos y éticos. ¡Eso me hace, indudablemente, superior a otros! Usted, señor Windom, también pertenece a una alta gama de la evolución. Comprende que si Dios manifiesta con completa claridad, en sus textos bíblicos, que la mujer es inferior al hombre, entonces, eso no se puede poner en duda, y... No se deben poseer objeciones a cerca de la palabra de Dios.

—¡Dios es grande! —Exclama el señor Windom—, Le amo a él, amo su biblia, amo la iglesia.

—Siempre y cuando respetes su ideología, tienes tu lugar apartado en el cielo. —Le dice el padre Rashford sonriendo.

Minutos más tarde, el padre Rashford sale de la iglesia de Santa Rita, y camina directo a su casa.

En el camino pensaba y pensaba.

Pensaba en esa pobre mujer, Emily Rutt, y en su cadáver con la cabeza ensangrentada.

Pensaba en que quizás no se lo merecía, pero, sin embargo, a veces, cuando las personas han hecho cosas terribles o no han podido cerrar sus bocas adecuadamente, entonces alguien más vendrá a cerrarselas, y, estarán en todo su derecho de hacerlo.

Mientras el padre Rashford camina y silva, camina muy cerca de una plaza, logra mirar a un hombre junto a su esposa.

El hombre le da unas cuantas bofetadas a la mujer, y le grita frases como:

—¡Tú eres sólo mía! ¡Entiéndelo de una vez! ¡Deja de usar ropa escotada!

El padre Rashford admira la escena, casi la contempla, sonríe un poco, y luego continúa caminando.

—El hombre es superior a la mujer, la mujer es su sumisa... Dios lo ha dejado ya bastante claro. —Se murmura el padre Rashford para sus adentros.

Al llegar a casa, el padre saluda a su mujer y la felicita por tan deliciosa y fresca cena.

Una de sus nietas estaba de visita en casa, mientras comían, esta comenta:

—Mi mejor amigo ha declarado el día de hoy ser homosexual, y muchos le han caído encima por eso. ¡Ahora lo detestan!

—¡Dios mío! —Exclama el padre Rashford—, Esas personas hacen bien en detestarlo. Pues, la homosexualidad es una abominación, una atrocidad que el hombre se ha permitido en efectuar, aún sabiendo que irán directamente al infierno debido a ello.

—Yo no sé qué pensar, no puedo apoyar algo así, pero tampoco quiero odiarle. —Murmura la jóven muchacha.

—Escucha. —Le dice su abuelo, tocando su hombro—, Si apoyas a ese amigo tuyo, significa que apoyas ese pecado, Dios odia al pecado. Debes alejarte de él lo más pronto posible.

—¿De veras? ¿O si no Dios me castigará también? —Pregunta la adolescente.

—En efecto. —Responde Rashford.

Cuando se había hecho un poco más tarde, Rashford daba un paseo por la plaza leyendo su típica biblia.

Probablemente la razón que justificaba sus extrañas ideas éticas se debía a que él no aceptaba las remodelaciones escritas en los nuevos testamentos, se basaba en los más antiguos testamentos para basar su fé y su profunda ideología.

El padre Rashford toma asiento en un banquito, cuando repentinamente un hombre de unos treinta años toma asiento a su lado.

—Es tan perturbador, tan horrible. —Murmura aquél hombre algo atractivo.

—¿Qué le sucede, buen hombre? —Le pregunta el padre Rashford con cierto interés.

—La criada que vivía en mi casa falleció esta mañana, fue asesinada, presuntamente con un objeto parecido a un bate en la cabeza. —Explica Charlie—, Y... Probablemente me deseen hechar la culpa a mí.

—Es probable que tú seas uno de los sospechosos principales, pero, le querías, ¿No? ¿Querías a esa mujer? —Le pregunta el padre Rashford, ya sabiendo que se trataba de Emily Rutt.

—Ella era... —Charlie hace una pausa—, Una buena persona, muy inteligente, muy sensata, no se lo merecía, no merecía morir.

—La muerte no le llega a quien la merece, sólo a quien le debe llegar. —Murmura Rashford.

Al instante, llega Anastasia Blair y se acerca a ambos.

—Vamos a un hotel, Charlie. —Le dice.

—¡Oh! —Exclama el padre asombrado.

—Nuestra casa es una escena del crimen, pero ella es mi hermana, favor de no confundirse. —Le aclara Charlie.

—Entiendo. Si desean un consejo, oren, oren mucho por el alma de Emily Rutt.

Charlie frunce el ceño y pregunta:
—¿Cómo sabe que ese era su nombre?

El Caso Blair Место, где живут истории. Откройте их для себя