82.

4 2 0
                                    

—¿Qué harás entonces, Will? —Le pregunta Samuel.

—Debo acabar con el caso Blair. No puedo dejarlo a medias. —Dice el detective.

—¿Pero serás capaz de hacerlo? ¿Podrías tener tal osadía? —Le pregunta Lilia.

—Por supuesto; si no la tuviera, no me hubiese dedicado a esta profesión.

Minutos después, William se acerca a Charlie y a Joanna, y les dice en tono muy frío:

—Hay algo que debo hacer. Por favor esperen aquí, volveré pronto.

Así que, William se retira junto a sus dos primos, y al llegar a su mansión, lo primero que hace es ordenar a la servidumbre:

—Todos retirense, los quiero lejos de esta área.

El señor Thomas Pennington bebía té junto a su hija Claudia de manera muy tranquila en el comedor principal, aquél que se encontraba junto al jardín trasero.

William entra, detrás de este entra Samuel, y más atrás Lilia.

—Hola chicos, ¿Cómo están? —Los saluda el señor Pennington—, Samuel, ¿Por qué saliste de esa forma tan apresurada hace rato? ¿Sucedió algo?

Pero, antes de que alguien pudiera responder, el rostro del señor Thomas Pennington cambió de forma muy drástica, se puso pálido, su semblante estaba disgustado, aterrado y sorprendido, todo esto al ver a su sobrina Lilia.

—¿Qué pasa, papá? —Le pregunta William—, ¿Por qué miras a Lilia de tal forma?

Thomas Pennington sigue aún en shock mirando a su sobrina, su frente comienza a sudar y su cara continúa aterrada mirándola fijamente.

Claudia no comprende el semblante de su padre al ver a Lilia, así que pregunta:

—¿Qué sucede?

—Fuiste tú, tú lo hiciste. —Le dice William a su padre, acercándose a él—, Todo esto es culpa tuya. Lo que le sucedió a Anastasia es culpa tuya.

—No entiendo de qué me estás hablando, hijo mío. —Le dice Thomas Pennington, con la voz temblorosa, aún mirando fijamente a Lilia.

Lilia frunce el ceño y no comprende por qué su tío la mira de tal forma.

—No puedo creerlo. —Le dice William a su padre—, ¡Tú le hiciste esto!

Al instante, William golpea fuertemente a su padre en el rostro, algo de sangre comienza a asomarse, y Samuel lo detiene velozmente, diciéndole:

—¿Qué te pasa? ¡¿Por qué golpeas a tu padre?!

William tiene la respiración agitada justo ahora, se aleja de todos en la habitación, baja la mirada, intenta calmarse, y luego, cuando por fin lo ha logrado, se pone firme y empieza a hablar en voz alta:

—A Pedro y a mí nos ocurrió algo extraño una vez, hace poco. Nos encontramos con Anastasia y Charlie Blair en un café, y al salir, hallamos una extraña nota amenazante e impresa justo encima de mi auto. Cuando llegué a casa ese día, sin que nadie pudiera percatarse, le pregunté a la servidumbre quién había salido de casa durante la tarde. Y comentaron que la única persona que había salido, había sido Claudia, presuntamente, a tomar un café.

—No comprendo lo que estás diciendo. —Le dice su hermana, algo nerviosa.

—Mi madre no salió de casa ese día, y, Pedro estaba conmigo, por lo tanto, ninguno de ellos dos pudo haber puesto la nota en el auto. Si miramos a los presentes en esta casa, la única persona que pudo haberlo hecho, eres tú, Claudia. —Le dice William.

—Es ridículo, ella no lo haría. —Dice Thomas—, Claudia es un tesoro, no hay nadie más dulce que ella.

—Lo sé. —Dice William—, Claudia es dulce, tierna, y muy bondadosa. Pero, mi querida hermana menor tiene un defecto muy grande, y es que se deja manipular enormemente por su familia, si su familia le pide hacer algo, ella lo hace sumisa. Si su familia, le pide contribuir en un homicidio, ella, luego de atravesar un ataque de nervios y pánico, lo haría.

—No comprendo tus palabras, hermano. —Le dice Claudia, sollozando—, ¿Me estás acusando de algo?

—Cuando les rebelé a todos ustedes que mi madre y Pedro habían provocado el homicidio de Christina Blair, —Habla el detective—, Lilia actuaba, naturalmente sorprendida, Samuel igual, Bernard y Chester también. Los únicos en los que no pude percibir una reacción lo suficientemente buena fue en mi padre y en mi hermana. Todos sabemos que Claudia es una pésima actriz, y estoy seguro de que lo heredó de mi padre.

Todos permanecen mudos mirándose las caras, mientras el detective Pennington continúa:

—Cuando comencé a prepararme para mi profesión, tuve que estudiar mucho los semblantes, las muecas, los movimientos corporales, cualquier mínimo dato que pudiera revelar que alguien estaba mintiendo o actuando de más, o, que alguien era, indudablemente, un sospechoso. Estudié todos los rostros en ese momento, y los únicos que no actuaban bien sorprendidos, eran el de mi padre y mi hermana Claudia. Lo que significa sólo una cosa, y es que... Toda mi familia colaboró en el homicidio de Christina Blair, todos. Aunque, probablemente, no mis dos primos.

—Yo no tuve nada que ver. Claudia me lo confesó aterrada y yo quise decirtelo. —Le dice Lilia—, Juro que yo no tuve nada que ver.

—Yo tampoco. Lilia me lo dijo cuando me llamó al teléfono esta tarde, y yo no podía creermelo. —Comenta Samuel.

—Por ello, me sorprendió mucho al inicio de mi descubrimiento, que mi madre y Pedro supieran donde vivía exactamente Christina Blair. Así que, naturalmente, era lógico que mi padre había sido la mente de todo, y les había dado la ubicación exacta de esa casa. —Explica William—, Y, aún hay algo peor en todo esto. Hay algo que explica la naturaleza malvada del ser humano, hay algo que sugiere que mi padre es un hombre muy cruel capaz de hacer cualquier cosa.

—¿A qué te refieres? —Le pregunta Samuel, extrañado. 

—Claudia le confesó a su prima Lilia la enorme culpa que sentía al participar activamente en un homicidio, y, por supuesto, esto mi padre Thomas lo sabía, su hija debió, seguramente, decirle que lo había divulgado a alguien. —Explica William—, Lilia entonces les manifiesta mi padre y a mi hermana que irá velozmente a contarmelo a mí, pues sabe que esto necesita saberse. Pero, a mi padre no le agrada esto, no quiere que él y su hija vayan a la cárcel, así que, al saber que mi prima Lilia y yo iremos a cierto lugar, manda directamente a un asesino a sueldo a matar a su sobrina.

Claudia comienza a llorar y a preguntarle a su padre si es cierto, pero él sólo está callado y con una mirada fría.

William se acerca entonces a su padre, y con los ojos cristalizados, le dice:
—El problema es que este homicida, esa persona que has enviado para matar a tu sobrina, se ha equivocado de mujer. Y ha apuñalado a la equivocada.

El Caso Blair Where stories live. Discover now