En el año 1969, luego de que una mujer fuera asesinada dentro de una iglesia, un ex detective intrigado por el suceso tomará cartas en el asunto y hará todo lo posible por descubrir qué sucedió realmente allí.
Hay muchos sospechosos, hay pocas hipót...
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Un poco más tarde, cuando Pedro y William se encontraban a solas en el salón, este primero pregunta:
-¿Cómo te fue en el interrogatorio con los niños?
-Fue de lo más extraño. -Responde el detective-, Hablé con la niña, Lucy. Y ella dijo que su hermano mayor discutía con su madre en la madrugada en que, poquitas horas más tarde, amaneció ella muerta.
-¿Qué? ¿Y sobre qué discutían? -Pregunta Pedro con mucho interés.
-Ella no lo sabe. Dice que a penas abrió los ojos y vió a su hermano discutiendo con su madre. -Dice William-, Pero, aún existe otro asunto un tanto más extraño... Rubius no quiso conversar conmigo, y no estuvo de acuerdo en contestar ninguna de mis preguntas, por ello no pude hablar con él.
-¿Qué? ¡¿En serio?! -Exclama Pedro-, ¡Es asombroso! Es sólo un niño. ¿Cuál es su inconveniente en hablar contigo? ¿Su padre Jackson no intentó convencerlo?
-No, él sólo dijo algo como: si mi hijo no quiere someterse a un interrogatorio policial, entonces yo no lo voy a forzar, él es libre de hacer lo que desee.
-Es muy extraño. -Murmura el jóven Pedro Smith-, ¿Qué usó el niño como excusa para evadir el interrogatorio?
-Dijo que yo no le agradaba, que no le inspiraba confianza, y que creía que yo era un mal sujeto. -Responde el detective-, Decía que mi presencia le resultaba inquietante, por lo que no aceptaría conversar conmigo.
Segundos después de sólo meditar, Pedro pregunta:
-Y... ¿Cómo se encontraba el estado emocional del niño? Considerando que su madre falleció hace muy poco.
-Bueno, los tres niños desconocen la razón por la que falleció su madre. -Dice William-, Sólo saben que ya no está entre nosotros, se les informó en contextos bastante religiosos y algo fantásticos. Pero Rubius, el niño mayor, de aproximadamente diez años de edad, fue el único de los tres niños en no mostrar ningún signo de desánimo, tristeza o algo parecido. Ese niño, a diferencia de Rory y Lucy, no se encontraba afectado por el fallecimiento de su madre.
Pedro permanece callado, y luego murmura: -Interesante. ¿Acaso no le quería a su madre?
-No, por supuesto que debió hacerlo. Pero... -William hace una pausa-, Más bien parecía como si la muerte de su propia madre no provocara ningún tipo de reacción en él. De hecho, me atrevo a confesar que Rubius se hallaba muy sereno, tranquilo, y en buen estado.
-Debes intentar interrogarle. -Le sugiere Pedro-, Debes hallar a ese niño, convencerlo de aceptar un sutil interrogatorio, y luego confirmar la veracidad de las palabras de la niña.
-Lo sé, sé qué debo hacer.
A la mañana siguiente, William había ido a la comisaría de Hunsford a pedir información más detallada sobre el caso Blair.
-Estas son las fotografías de la escena del crimen. -Le informa un oficial-, La víctima fue encontrada boca arriba, con unas tres horas de fallecida, en pleno estado de post mortem.
-¿A qué hora la encontraron? -El detective Pennington frunce el ceño y mira con atención las fotografías.
-A las nueve de la mañana, la encontró un jardinero de la zona que entró al lugar extrañado al ver la puerta de la entrada totalmente abierta. Luego de encontrar a la muerta, casi al instante corrió a informar a terceros.
-¿Es decir que Christina fue asesinada a las 6:00am? Me habían anunciado que el asesinato se había afectado a las ocho. -Dice William con tono disgustado-, ¿Por qué no me ofrecieron datos precisos desde el primer momento?
-Se nos había dificultado, la hora del asesinato no se es muy segura. -Dice el hombre.
-De acuerdo, a partir de ahora deseo que me den a conocer sólo datos exactos, no quiero hipótesis o probabilidades. -Pide William con tono exigente-, Esto es serio. El asesino está ahora disfrutando de su plena libertad.
-Lo lamento, detective. Trataremos de ser más precisos, estos asuntos requieren de un determinado tiempo.
-La hora del asesinato puede moldear algunas cosas, o cambiar su completo estado. Si no le importa, quisiera saber el nombre y apellido del jardinero que encontró el cadáver de Christina Blair. -Pide el detective.
-Un tal Albert Robson. -Responde el oficial.
-No puede ser. -Murmura William, sonriendo un segundo y luego volviendo a un semblante serio.