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-Eres un muy buen sujeto, Pedro

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-Eres un muy buen sujeto, Pedro. -Le halaga William-, Eres bastante sensato, sincero, humilde y agradable, siempre quieres el bien para el otro, y eso es admirable. Me agrada que mi hermana esté con alguien como tú.

-¿Y a qué viene tanto cumplido? -Pregunta Pedro.

-Tienes mucha razón, tal vez la tienes toda. -Dice William, ahora con tono serio, pero vulnerable-, Estoy enamorado de Lilia, y, no desde hace poco.

-Lo siento, siento mucho que esos sean tus sentimientos, y que debas reprimirlos. -Le dice Pedro-, ¿Desde hace cuánto sientes eso por ella?

-Desde unos años luego de mi prematuro divorcio. Tengo, probablemente, unos tres o cuatro años enamorado de ella, y me he negado a aceptarlo, no he podido creer que sea yo tan mala persona como para poder poseer tales inadecuados sentimientos. Pues no está bien, y lo sé. -Explica el detective.

-No, William, no te sientas mal por eso. No te sientas mal por estar enamorado de alguien, es algo que simplemente no puedes controlar, no se decide. -Le dice Pedro-, Pero, intenta desviar tu mente de eso, sé que puedes hacerlo.

-Ya dejemos el tema entonces. Necesito enfocarme en el caso Blair. -Manifiesta el detective Pennington-, Pedro, ya sé qué pudo haberle pasado a Emily Rutt, tengo una hipótesis bastante clara al respecto.

Al llegar a la casa Blair, todos se encontraban en la parte de al frente, sentados en unas antiguas y pintorescas mesas de madera.

Habían algunos autos policiales, aún investigaban datos de la escena del crimen.

-Gracias por haber venido a aquí, sé que los cité algo tarde anoche, pero, debo hablarles. -Les dice el detective William.

Los tres niños estaban jugando con una pelota entre los arbustos, William aún no los necesitaba atentos escuchando.

-¿Por qué ha deseado usted hablar, respectivamente, conmigo? -Le pregunta Henry Bastor-, No tengo nada que ver en este asunto.

-Concuerdo, ya he dicho cuál admirable, generoso y bueno es el señor Bastor, no debería molestarse en reunirse aquí. -Dice Anastasia.

-Disculpe que le diga esto, Anastasia Blair, pero, yo puedo desear ver a Henry Bastor cuántas veces yo quiera, y no me interesa más oír sus halagadoras palabras sobre él.

Anastasia abre los ojos con asombro, y desvía la mirada con vergüenza.

-Lo siento, sonó algo grosero. Pero es que necesito ir al grano con este punto. -Dice William.

-Pues adelante, estamos para ayudarle en lo que desee. -Le dice Charlie.

Jackson Corner sólo mira con desdén, indiferencia e inquietud. Deseaba irse, no le agradaba ni Anastasia, ni Charlie.

-La última vez que conversé con Emily Rutt, fue unas pocas horas antes de que fuera asesinada. Algo motivó al asesino a actuar, porque pensó que Emily sabía algo. -Explica William-, Y, Emily actuó, durante nuestra conversación, como si supiera algo. Hablábamos sobre la discusión que tuvo el niño Rubius con su madre horas antes de que esta falleciera.

Todos prestaron atención atentamente.

—¿Qué sugiere precisamente? —Pregunta el señor Corner, de mal ánimo.

—Sugiriero que alguien se contactó con el asesino, alguien que estaba allí presente con nosotros, oyendo la conversación, pero, quizás pretendiendo no prestar atención, no hasta cierto punto. —Explica William—, Emily y yo conversábamos, mientras Lucy estaba allí. La niña se resaltó, recordó algo preciso de la noche en que su madre murió, y, me dijo que Rubius le exigía a su madre ir a buscar un cuaderno en plena madrugada, según lo había dejado muy cerca de la iglesia. Emily intentó decirle a la niña que su madre no había salido de casa, y que el portazo oído pudo haber sido alguien más.

Jackson Corner voltea a ver a Charlie, Charlie mira a Henry Bastor, pero Henry mira al señor Corner, muy atentamente.

—El caso es que... Lucy es una niña muy detallista, ¿Cierto, señorita Blair? —Le pregunta el detective.

Pedro la mira fijamente y nota como esta asiente de forma tímida.

—Bueno. Lucy estuvo allí presente, notó los inmensos nervios de Emily, notó cómo ésta intentaba hacerle cambiar de idea respecto a lo del cuaderno y lo del portazo, y entonces, Lucy echó el cuento a alguien más, y ese alguien más fue es el asesino, o, ese alguien más habló directa o indirectamente con el asesino.

Al llamar a la niña, William le pregunta:

—¿A quién hiciste mención el día de ayer acerca de la conversación entre Emily y yo? ¿A quién hiciste mención de los más pequeños detalles, que, desde luego, notaste?

—Lo hablé con mi hermano Rubius. —Dice la niña.

—¿Qué le dijiste a Rubius? —William frunce el ceño.

—Le dije esto: Emily estuvo muy nerviosa, y sugirió que no fue mamá quien salió de casa a buscar ese cuaderno. Parece que en realidad supiera una larga historia que no deseó contar. —Explica la niña, animadamente—, Algo así le dije a Rubius esa misma tarde.

William abre los ojos cuál platos, y luego se dirige a hablar con Rubius a solas, un poco alejados de los demás.

—¿Lucy te habló de esa conversación?

—Así es, dijo que Emily actuaba como si supiera la verdad acerca de lo de mamá. Pero yo no le dije eso a nadie.

—"Pero yo no le dije eso a nadie", has dicho algo muy clave, Rubius. Yo ni siquiera te he preguntado si se lo dijiste a alguien, lo que significa que sí lo hiciste. ¿A quién le hablaste sobre eso, Rubius?

—No se lo diré, no tengo porqué responder. —Dice el niño con tono muy serio.

William Pennington se da ahora cuenta del enorme problema que hay.

El Caso Blair Where stories live. Discover now