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-¿Entonces, Jackson Corner se vuelve inmediatamente sospechoso de este crimen, sólo por lo que Anastasia acaba de decir? -Pregunta Henry con tono irónico y de burla hacia el detective.

-¡Claro! Porque el tema de lo niños es una gran razón para querer asesinar a su esposa, que muy probablemente detestaba. -Dice Pedro.

William lo mira directamente con desaprobación.

-¿Y usted quién es? ¿También es detective? Es muy jóven usted para poder presumir de poseer mucha experiencia al respecto. -Le dice Henry-, La experiencia lo es todo.

-No en realidad, el conocimiento a veces basta. -Le contesta Pedro.

-Pedro, recuerda lo que te pedí en la casa. -Le dice William con tono excesivamente serio, casi enojado.

Pedro se siente mal consigo mismo al instante, casi se siente como un estorbo allí. Sabe que no debía hablar, pero lo ha hecho.

-¿Entonces quién es usted? Me gustaría a mí saber. -Anastasia se dirige al jóven cuñado del detective, pero ésta hablaba con un tono mucho más gentil y menos hipócrita que Henry Bastor.

-Me llamo Pedro Smith, soy un amigo íntimo del detective Pennington. Pero he venido sólo como acompañante. -Responde Pedro-, En fin, lo que digo carece de importancia.

-Es cierto, volvamos al tema inicial. -Pide William, ahora se dirige hacia Henry-, Dígame algo, señor Bastor, ¿Dónde se encontraba usted el 05 de octubre, antes de las 9:00 am?

-¿También estoy sometido a un interrogatorio? -Pregunta este con desdén.

-Me temo que sí. Es usted, al parecer, muy íntimo de la señorita Anastasia. Lo que me lleva a creer que probablemente son pareja, y, en ese caso, tenía usted entonces cierta relación con Christina Blair. -Le responde William.

Henry ríe con tono burlón, y contesta:

-Para ser usted tan prestigioso como lo es, está muy errado con lo que dice. Anastasia no es mi pareja, a penas estamos establenciendo cierta relación amorosa. Y, para destacar, no conocía yo si quiera a la señora Christina Corner, y me figuro que este era su apellido puesto que aún seguía casada.

-¡Qué curioso entonces! -Exclama el detective Pennington.

-¿Por qué? -Pregunta Anastasia.

-Por nada. -Responde este muy despacio.

Los cuatro permanecen unos segundos callados, William mira a Anastasia, Anastasia mira a Pedro, y Pedro mira a Henry Bastor.

-De acuerdo, entonces, señor Bastor, ¿No será usted tan amable de responder a mi sencilla pregunta? -Habla William.

-Por supuesto. Hace dos días en la mañana estaba yo jugando al golf con mi amigo íntimo, Brahms Windom, cerca del bar Coachella. -Responde Henry con mirada seria y sonrisa leve, no parecía nervioso, pero, la mujer a su lado sí.

-¿Brahms Windom? ¿Estudió él junto a usted la carrera de derecho, por casualidad? -Le pregunta William.

-¿Cómo sabe usted eso? -Pregunta Henry asombrado.

-Pues, tuve la desdicha de encontrarmelo el otro día en la iglesia de Santa Rita, y tenía mucha pinta de abogado. -Dice William, ahora mirando detalladamente la sala donde se encontraba.

-¿Desdicha? -Anastasia frunce el ceño.

-Sí, pues es él un hombre de lo más arrogante, me atrevo a decir. Creo que basta conocerle unos segundos para darse cuenta de ese detalle. -Explica William.

-Sí, opino igual. -Habla Anastasia-, Lo conocí hace unos días, antes de que muriera mi hermana. Y también me lo encontré frente a la iglesia, esa vez junto a algunos extraños ancianos vestidos de negro. Su mirada reflejaba arrogancia, desdén, casi repugnancia hacia otros.

-¿Qué hacía ese hombre junto a la iglesia? -Le pregunta el detective Pennington.

-No tengo idea, pero, me dijo que me alejara, y, además, -Ahora Anastasia hace esfuerzo por recordarse de algo más-, no sé cómo lo supo, pero me dijo que le dijera a Christina que cediera la custodia de sus hijos a Jackson.

-¿Qué? -William se sobresalta-, ¿Es en serio? Pues, entonces necesitaré hablar con Brahms Windom lo más pronto posible.

-Él es un buen tipo. -Lo defiende Henry-, Pues, nos la llevamos bastante bien desde siempre.

-Tal vez dos sujetos igual de desagradables tengan altas probabilidades de llevarse bien mutuamente. -Comenta Pedro, William lo mira con asombro y enojo.

Anastasia ríe, y Henry la mira con descontento.

Minutos después, ahora se encontraba el detective Pennington caminando a solas con la criada Emily Rutt, mientras Pedro se hallaba sentado en un muro admirando el ambiente, y pensando que si no hubiese sido tan imprudente durante el primer interrogatorio, entonces hubiera podido tener presencia en este segundo.

-Yo me levanté muy temprano ese día. -Dice la jóven criada-, Probablemente a las seis de la mañana. Miré los cuartos, preparé a los niños para ir a la escuela, el pobre Rubius estaba algo trasnochado, luego, cuando salieron, fue que me percaté que la señora Christina no se encontraba en su habitación durmiendo.

-Así que probablemente ella había salido de casa antes de que saliera el sol, ¿Cierto? -Pregunta este.

-Sí, es muy probable. -Contesta Emily-, Y, para responder a su segunda pregunta... Mi relación con la señora Christina era muy buena, éramos amigas, me trataba adecuadamente. Pero, cuando estaba ebria solía decirme algunas vulgaridades, burlándose de mi estatus, mi aspecto físico o algo parecido, pero sencillamente es algo a lo que nunca le tomé importancia. Cuando estaba ella conciente teníamos buena relación, aunque puedo presumir que poseo una mejor relación con Anastasia Blair.

-¿Y cómo era Anastasia Blair con su hermana? ¿Le reclamaba o algo parecido? ¿La trataba igual como el desequilibrado de Charlie? -Pregunta William sin pelos en la lengua.

-No, Christina era la que trataba mal a Anastasia. Incluso una vez, hace algunos días, le dió una bofetada en la cara. -Confiesa Emily, casi murmurando las últimas palabras.

-¿Por qué lo hizo?

-Creo que porque Anastasia se iba a largar con Henry Bastor a Londres. Y Christina siempre requería de su ayuda para con sus hijos.

-Entonces... ¿Cree usted que la muerte de Christina haya podido beneficiar de algún modo a Anastasia Blair? -Pregunta el detective.

-Tal vez. Pues, ahora Anastasia no debe cargar con el peso de los tormentosos niños, y ahora tiene más tiempo para ella misma.

El Caso Blair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora