68.

9 2 0
                                    

Unas horas más tarde, el señor Thomas Pennington se hallaba conversando con Chester Black.

Bernard estaba detrás sólo anotando cosas en un cuaderno.

—Bueno, señor Thomas. Ya que hemos finalizado nuestro negocio en el correcto suministro de las empresas que compartiremos, ¿Qué le parece un brindis? —Le propone Chester, sonriendo.

Ambos hombres se dirigen al pequeño bar de la mansión, y entonces, el señor Thomas pregunta:

—Dígame, señor Black, o simplemente Chester, como usted prefiera. ¿A qué se debe este brindis luego de un asunto financiero? Disculpe, pero, aunque acepté, no acostumbro a hacerlo.

—Escuche, señor Pennington, esto fue para comenzar un tema delicado e importante con usted; ¡La relevancia de este asunto puede ser incluso mayor que la de los financieros! El caso es que... Estoy enamorado de su sobrina, Lilia Rotsenburg.

—¡Oh! ¡Pues ha elegido usted bien! Es una señorita bastante jóven, inteligente, admirable, respetable y refinada. Creo que ustedes dos serían perfectos juntos. —Opina el señor Thomas.

—¡Me alegra de forma indescriptible que piense usted así, señor Pennington! —Exclama Chester, con tono alegre pero, repugnante—, Estoy muy enamorado de esa jóven, y, estoy completamente convencido de que ella también lo está de mí. Me mira de una forma muy coqueta, y creo que en el fondo se muere sólo por mi presencia.

Thomas sólo ríe al escuchar aquellas palabras, pensó que habían dos posibilidades: Chester podría estar realmente enamorado de Lilia Rotsenburg, o, por otro lado, simplemente estaba obsesionado con ella y todo se debía a un capricho amoroso.

Para el señor Thomas Pennington, quién era reconocido por su adecuada y admirable ética y moralidad, el capricho amoroso se basaba en sentimientos de afecto o aprecio irracional hacia determinadas personas, a pesar de saber que una relación entre ambos no funcionaría en verdad, probablemente por la carencia de afecto del otro.

Y, aunque Chester Black no le parecía un buen partido para su sobrina, no se oponía, en realidad le daba igual. Si se tratara de su adorada hija Claudia, el asunto sería, indudablemente, muy distinto.

—Le voy a proponer matrimonio a Lilia, en cuanto antes mejor. Quiero que ella sea mía. ¿Usted cree que los padres de Lilia lo acepten fervientemente? —Pregunta Chester.

—No creo que pueda existir fervor ante un hombre que no conocen aún, pero, mi hermana le agradan los matrimonios convenientes, y más si a dinero se refiere. —Expresa Thomas—, Así que dudo en que haya algún problema. ¡Cásese usted con mi sobrina y sea felíz!

La sonrisa de Chester en ese momento, era tan grande, que probablemente se volvía irritante a la vista. Lilia Rotsenburg era una mujer muy difícil de conquistar, ¡Pero Chester creía que esa tarea ya la tenía ejecutada!

~~~

—Ya te lo he dicho, Henry. Ya no tengo sentimientos hacia tí, se han desvanecido, como la lluvia en verano, o como una sombra en completa oscuridad. —Le dice Anastasia.

Henry estaba sentado frente a la lápida de Emily Rutt, y Anastasia sólo caminaba de un lado a otro junto a él.

—Ana, siempre estoy complacido con tu dulce y tranquila presencia, me gusta el sonido de tu voz, y me agrada incluso cómo te ves cuando estás enojada. —La halaga Henry—, Así que por favor, dame otra oportunidad. Esas cosas horribles que dije sobre tí no fueron ciertas, ¡Las dije sólo para intentar herir al detective Pennington!

—¿Qué? ¡Es absurdo! —Exclama Anastasia—, A William Pennington no le hiere que tú me ofendas frente a él y otros presentes, sabes muy bien que lo que tú dices sentido no tiene.

Henry ríe levemente por unos segundos, y luego le dice:

—¿No te has dado cuenta, verdad?

—¿De qué? ¿De que eres un brillante ofensor? —Pregunta la mujer.

Henry se levanta, le toca las manos y le dice:
—William debe tener sentimientos por tí, o eso he percibido. Así que te ofendí para herirlo a él y hacer que se aleje, sólo eso.

—¡Estás loco! —Exclama Anastasia—, Él sólo piensa en el caso.

—No, piensa en tí. ¿No te das cuenta la forma en que te mira? ¿Y no te das cuenta cómo su mirada cambia drásticamente cuando te ve junto a mí? Su mirada se torna más seria y su voz más fría cuando ve que te abrazo... No lo tolera.

—No. Tú estás diciendo estás cosas sólo para que yo crea que fue la razón por la cuál me ofendiste fuera de la funeraria. ¡No hay justificación para lo que hiciste, y lo sabes! Además, el detective William dió a comprender, con sus palabras, que tú ya me habías ofendido antes, pero yo no estaba presente; ¿Es eso cierto?

—¡Desde luego que no! —Niega Henry—, Él lo dijo para separarte de mí, ¿Qué no te das cuenta?

—Ya déjame en paz. —Al decir esto, Anastasia se aleja.

Henry voltea la mirada con desdén, mira la tumba de Emily Rutt, le escupe encima, y le dice:
—Tú ni siquiera me agradabas, criada.

El Caso Blair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora