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—Eres una persona muy especial, Anastasia. No merecías tener a alguien tan malvado y arrogante como Henry Bastor a tu lado.

—¡Qué bueno que lo dejé! —Exclama Anastasia.

—¿Lo dejaste? —Pregunta el detective—, ¿Ya no están juntos?

—Nunca tuvimos algo muy formal, ¿Sabes? Pero, sin duda, ya le dije que no volviera a verme.

—Pero, en la velada de Chester los ví juntos.

—Me estaba insistiendo para volver con él. —Contesta Anastasia—, Y aunque al principio estaba yo cegada, ahora he descubierto y me queda muy claro el tipo de persona que es. Creo que ya no tendremos ningún tipo de relación.

—Me alegra que hayas sido sensata y te dieras cuenta de ello.

Ambos se quedan en silencio unos segundos, hasta que William le dice:

—¿Sabes algo? Una prestigiosa escritora que conocí hace poco me invitó a una feria de lecturas y firmas, si te interesa el tema, me gustaría que me acompañaras.

—¡Claro! Mi pasión por la lectura es bastante grande.

Poco más tarde, cuando William llega a su mansión, almuerza con su familia, siente el ambiente algo callado y tenso, así que les dice a todos:

—Lamento mucho que mi madre y Pedro hayan tenido que parar dónde están. Yo les quería, les quiero a ambos. Es doloroso esto que nos está pasando, como familia tendremos que superarlo. Les visitaremos continuamente, lo prometo.

Todos en la mesa permanecen callados.

Samuel no dice nada, y sólo mantiene la mirada baja. Lilia mira fijamente a su primo, y entonces aparta la mirada. Claudia y el señor Thomas sólo miran su comida, la ingieren y no tienen interés en nada.

—Bueno, en un rato voy a una pequeña feria de lectura, alguien muy especial me ha invitado, así que los veré más tarde. —Al decir esto, William se levanta de la mesa.

—Espera. Quiero ir contigo, quisiera conversar a solas. —Dice Lilia, mirando a William de manera fija.

William no tiene problema en que su prima le acompañe, a pesar de que ya había invitado a Anastasia antes, así que sólo se van juntos en el auto.

Al llegar a una enorme mansión con invitados prestigiosos y ricos, William y su prima saludan a varios presentes.

—Es usted el mejor detective que ha tenido Hunsford, señor Pennington.

—Gracias, señor Hurst, viniendo de usted significa mucho. —Le agradece William— ha trabajado usted mucho con mi padre y me conoce desde niño, le agradezco que valore lo que hago. Aunque, personalmente, me ha dolido mucho resolver este caso.

—Lo sé, y lo lamento mucho por tí. No puedo creer de lo que ha sido capaz tu madre. —Le dice el señor Hurst.

Luego se acerca alguien más a ellos, y le saluda:

—¡Hola! Un gusto verles nuevamente.

—¿Bernard? ¿Qué haces aquí? —Le pregunta Lilia grata por su presencia.

—Se me ha invitado formalmente. Pero no te preocupes, mi hermano no ha está aquí.

El señor Hurst se despide del grupo, y se va a otro lado.

—¿Y dónde se encuentra el señor Black? —Le pregunta William.

—Está un poco afanado en descubrir quién ha asesinado a Harper Collins. —Informa Bernard—, Está perdiendo su tiempo, ya se lo he dicho. Jamás descubrirá lo que allí sucedió, pues fue hace mucho. Ahora mismo, se encuentra en la comisaría indagando junto a algunos investigadores privados que ha contratado recientemente.

—Bueno, si desea él gastar su tiempo y esfuerzo por hallar algún resultado al respecto, que lo haga, nadie ha de detenerlo. —Manifiesta William.

Poco más tarde, William esperaba a dos personas en particular, la primera de ellas ya había llegado.

Anastasia Blair cruzaba la puerta con un vestido y peinado bastante agradable, William deja un momento a su prima y se acerca a ella.

—Creí que no vendrías. —Le dice, sonriendo.

—No podía plantarte. Además, quería venir.

—¿Sólo por la lectura? —Le pregunta William, sonriendo.

—Me gusta mucho estar contigo, William. Aceptaría ir a cualquier lugar contigo, sólo para ver tu tierna cara y tus ojos fijos. —Dice esta, riendo ligeramente.

William también ríe y ambos se quedan charlando un gran rato, pero Lilia insistía casi constantemente en que deseaba hablar con William e informarle algo importante.

—Lilia, podemos charlar después, ahora estoy con Anastasia. —Le decía William.

Lilia lucía impaciente, así que, para relajarse, decide sólo alejarse un poco y buscar tema de conversación con Bernard.

—En un momento te veo, voy al baño. —Le dice Anastasia.

William voltea al pequeño muro y escucha a un famoso escritor hablar sobre él y su libro:

—Muchos piensan que pertenezco a la alta sociedad de Londres, esto sólo porque me crié allí cierto tiempo. Pero, la verdad es que soy del sur, nací en la preciosa ciudad de Oxford, allí, no fue sólo el maravilloso ambiente y la riqueza del paisaje lo que me inspiró a redactar mi novela, sino que también las personas significaron una gran inspiración para mi mente, el conjunto con el que me envolvía, era ciertamente fascinante. Entonces...

Pero sucedió algo, algo interrumpió drásticamente la habladuría de aquél refinado escritor que había vendido poco más de diez mil ejemplares; era una mujer, la mujer gritaba aterrorizada:

—¡Le han matado! ¡Le han asesinado!

—¡¿Qué sucede?! —Le comienzan a preguntar las personas, severamente preocupadas—, ¡¿Qué ha pasado?!

—Una mujer ha sido apuñalada repetidas veces en el baño, me la he encontrado ensangrentada; creo que está muerta. —Informa.

William abre los ojos cuál platos, su respiración se agita.

El Caso Blair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora