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Lilia frunce el ceño, y pregunta:
-¿Por qué dices que el señor Corner te mintió?

-¿Cómo sabes su apellido? ¿Le conoces acaso?

-Así es. Él me prestó una pequeña ayuda en un momento oportuno, se presentó y luego parecía estar coqueteando. -Dice Lilia-, ¡Apostaría mil libras a que ese hombre no anda sólo con una mujer!

-Tienes razón, es casi parte de su carácter ser así. -Concuerda William.

Luego baja las escaleras la señora Pennington junto a su hija Claudia.

-¿Cómo estás, madre? -Le pregunta William.

-¡Tengo un detestable dolor de cabeza que no me ha permitido estar en paz en todo el día! -Exclama Rosanna Pennington, mientras Claudia le ayuda a bajar.

-Pero sólo te da dolor de cabeza cuando estás muy preocupada, ¿Qué es lo que te trastorna? -Pregunta William.

-No estoy preocupada por nada. Es que ayer tomé una botella de vino entero y me la bebí en mi habitación. -Dice la señora Rosanna, al fin ya en el primer piso.

William estaba a punto de preguntarle el por qué de esa acción, pero, el timbre de la puerta sonó, y el camarero Simon fue a abrir en seguida.

-¡Papá! -Exclaman Claudia y William al ver al señor Thomas Pennington entrar.

Claudia exclamaba con regocijo al ver a su querido padre, pero, William exclamaba con sorpresa.

La señora Rosanna mira a su esposo con sumo desdén, y se retira rápidamente al salón principal.

-¿Qué haces aquí? -Le pregunta William, saludandolo.

-He venido a ver a mi familia, y a mi querida y dulce esposa. -Menciona el señor Pennington.

-Disculpe que contradiga su palabra, tío. Pero tía Rosanna no parece muy feliz de verle. -Le comenta Lilia.

-Es que... -Thomas se pone algo nervioso-, Hemos tenido algunos problemas personales. Pero he viajado directamente desde Londres sólo para verla, ¡No puede quejarse de ninguna manera!

-Tal vez sólo necesita su espacio. -Sugiere Claudia.

-Hijo, ¿Quisieras dar un paseo conmigo por el pintoresco y fresco jardín? -Le propone Thomas.

Ambos salen, y mientras caminan, bastante despacio, el señor Thomas le dice a su hijo:

-¿Cómo has percibido a tu madre estos duros días?

-Bastante normal, como siempre. Aunque con un constante semblante afligido, es eso lo único que se escabulle entre su común actitud. -Explica William-, Padre, ¿Podrías comunicarme qué ha pasado entre ustedes? ¿Por qué esa distancia y por qué ella ha venido aquí sólo para alejarse de tí?

-Es que... -Thomas se pone algo nervioso, y luego se interna relajar-, Resulta, Will, que no vine aquí a Hunsford sólo para verle a ella. Vine porque deseo llevar acabo algunos negocios con Chester Phillips Black y su rica familia. Y, y a tu madre le enoja el negocio que haré, por el hecho de que no le agrada Chester, dice que yo voy a arruinar mi prestigio y el de nuestra familia sólo por relacionarme socialmente con los Black. ¿Verdad que tu madre es una completa histérica? Además de melodramatica.

-Me sorprende que no le agrade que te relaciones con Chester, él es un hombre bastante rico y al nivel social de nosotros. -Comenta William.

-Moralidad, William, de eso se trata. En fin, debo ir ya a la mansión Black, así que nos vemos más tarde, ¿Podría venir a cenar?

-¡Por supuesto! No me ofendas preguntándome eso.

Cuando el señor Thomas Pennington se había retirado, William entra a la mansión, mira a su madre Rosanna conversando con Lilia, así que sube a la segunda planta.

Entra a la pequeña sala de reserva, y se encuentra con Claudia charlando con Pedro.

-¿Te recuerdas del comportamiento de mamá? ¡Era irritante! -Le dice Claudia a su novio, mientras ríe.

-¿Qué pasaba con mamá? Si puedo preguntar. -Dice William, introduciendose en la conversación.

Luego de que William toma asiento junto a aquellos dos jóvenes, Claudia le responde animadamente a su pregunta:

—¡A mamá no le agradaba Pedro! ¡Creo que era su actitud tan fría al inicio o su constante y casi excesiva timidez! A mamá le gustan los chicos más espontáneos, pero Pedro era de esos que al principio sólo podía pronunciar tres palabras en toda una cena.

—No pareces un chico tímido, Pedro. —Le dice William, casi riendo también.

Pedro parecía bastante serio.

—Bueno, yo intentaba decirle a mamá que dejara a Pedro en paz, que luego él se mostraría más abiertamente con nosotros y actuaría más jovial. —Continúa hablando Claudia, aún riendo levemente, ¡Todo era comedia para ella! ¡Incluso durante asuntos no graciosos, sólo se reía!

Pero Pedro parece bastante disgustado; William al notar esto, le pregunta:
—¿Te sucede algo?

—No es nada, sólo que... Claudia no está narrando la historia correctamente. —Dice Pedro, aún serio—, Su madre no me quería y no pensaba que yo era bueno para Claudia sólo por una razón, una. Yo soy pobre, y eso a la señora Pennington no le agradaba.

—¡Oh, ya veo! —Exclama William ahora sin sonreír—, Papá es más tranquilo respecto al asunto, pero mamá siempre manifestaba sus deseos de que su única hija hembra contrajera matrimonio con un hombre muy rico. Para mi madre la posición económica y social es bastante importante. Pero dime, ¿Qué hiciste para agradarle después?

—Sólo fuí yo mismo. —Contesta el jóven—, Empecé a expresarle mi amor y aprecio a Claudia, y mi afecto por ella era tan grande que convencí a la señora Pennington. Además de que, luego de conocerme mejor, percibió que yo era un chico gentil, bueno y humilde, y nadie ve nada malo en esos calificativos.

—El error de mi madre fue el prejuicio, sólo eso. —Añade Claudia.

El Caso Blair Where stories live. Discover now