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A la tarde siguiente, Christina estaba conversando con Anastasia un momento en la sala, y aunque los gritos de Lucy y Rory mientras jugaban salvajemente no colaboraba en absoluto para que ambas pudieran tener una conversación tranquila, pues por l...

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A la tarde siguiente, Christina estaba conversando con Anastasia un momento en la sala, y aunque los gritos de Lucy y Rory mientras jugaban salvajemente no colaboraba en absoluto para que ambas pudieran tener una conversación tranquila, pues por lo menos podían oírse mutuamente.

—Lamento lo que te hice ayer. —Le dice Christina—, Aunque no parecía, estaba un poco ebria.

—De acuerdo, no importa. —Contesta Anastasia con desinterés.

—Escucha, sólo necesito que seas un poco empática conmigo en estos momentos. —Le pide Christina—, Estoy atravesando una cruel situación en la que podría perder a estos niños para siempre.

—Lo sé, pero tal parece que quisieras precisamente eso, puesto que no dejas el alcohol ni un sólo día. —Dice Anastasia, alzando la voz para que su hermana pudiera escucharla.

—Es que es muy duro lo que me está sucediendo, hermanita. —Al decir esto, Christina se harta de sus dos hijos y les pide a gritos salir de la sala y jugar al jardín. 

Lucy se pone a llorar, y Christina sólo la golpea por las nalgas para hacerla salir más rápido.

Anastasia hace una expresión de inconformidad, pero su hermana a penas sí la mira.

—Ana, mi esposo me quiere quitar a mis hijos, no puedo dejar mis adicciones y siento que estoy sumida a una constante depresión, a nadie parece importarle. Y ahora tal parece que tú te quieres fugar con un hombre que a penas conoces, y, vas a provocar que tu presencia aquí sea estrictamente necesaria. Necesito que me ayudes a cuidar de mis hijos. Pues Emily debe cocinar, limpiar y planchar, y casi no tiene mucho tiempo para los niños.

—Christina, no son mis hijos. Tú deberías hacerte cargo.

—¡¿Pero que acaso no los quieres?! Porque si así fuera no tendrías ni el menor inconveniente en cuidarlos el tiempo que fuera necesario. ¿No te gusta ayudarme a mí? ¿Tu pobre hermana que a penas sí puede levantarse de la cama? —Al decir esto, Christina pone un tono de voz de inocencia, como si Anastasia fuese la villana de la historia, o, como si el mundo estuviera realmente en su contra.

Anastasia suspira, y contesta:
—Puedo cuidarlos en mi horario fuera de trabajo, pero no te aproveches de mi bondad. No extiendas a sabiendas las horas que me hago cargo de ellos, y no te dispongas a fingir que estás muy agotada cuando sólo estás indiscutiblemente ebria.

—De acuerdo, pero por favor ayúdame a cuidarlos, yo haría lo mismo por tí. —Murmura Christina.

Anastasia vuelve a suspirar.

Unos días más tarde, Anastasia se encontraba empacando algunas pocas cosas en un bolso muy reducido. Se quedaría dos días en Londres, en el transcurso en que se efectuaría la famosa velada de los Black.

Al finalizar, entra Charlie salvajemente a la habitación.

—Emily y Christina me dijeron que te largas. —Dice con tono muy frío y extrañamente calmado.

—Me invitaron a una prestigiosa reunión en Londres. Sólo me quedaré dos días en la capital, nada más. —Contesta esta con semblante muy inexpresivo.

—¿Quién te invitó? Si puedo tener el placer de saber. —Dice Charlie—, Aún desconozco esa importante parte de la información.

—Carece de relevancia alguna. —Dice, saliendo de la habitación y evadiendo a su hermano.

Este la toma fuertemente por el brazo y le dice lo siguiente:
—Escucha bien, ni se te ocurra tener relaciones sexuales sin protección o alguna aberración de carácter similar.

Anastasia se extraña ante tales palabras.

—Pues, si llegas a quedar embarazada, no creas que ese apuesto hombre será lo suficientemente caballero como para hacerse cargo. Y no quiero tener en mi casa un estorbo más. —Termina de decir Charlie—, Pues ya con tres se me está colmando la paciencia, si es que acaso tengo.

Anastasia permanece callada unos segundos, mirándolo fijamente, hasta que sólo dice muy fríamente:
—Ésta no es tu casa, papá tuvo tres hijos, no uno.

Luego sale de casa, camina un poco más, y entra al auto de Henry.

—¿Cómo estuvo todo? —Pregunta este.

—Probablemente esperaba más gritos el día de hoy, pero todo fue, relativamente, tranquilo. —Dice Anastasia.

Y entonces, ambos emprenden un viaje no muy extenso hacia la famosa ciudad de Londres.

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—Queridos primos. —Les dice William mientras los tres estaban almorzando en el comedor inferior que daba vista al jardín—, El día de mañana voy a una reunión de excelente prestigio, se me ha invitado y he sido lo suficientemente cordial para aceptar, pese a ya saber, por lógica, las razones por las que se me ha invitado. Así que, no me encontraré aquí el día de mañana... Voy a Londres.

—¿Vas a Londres? ¿A la famosa velada que realizará la familia Black? —Pregunta Samuel—, Pues, creo que he comentado con anterioridad que he efectuado desde hacía tiempo una gran amistad con el señor Chester Phillips Black, y este mismo, me ha invitado también a su humilde conmemoración familiar.

—¿En serio? ¿Tú también tenías pensado ir? —Pregunta el dueño de la mansión.

—¡Claro! Y Lilia con gusto me acompañará. —Responde Samuel.

—Pues, en un rato voy a llamar a la limusina para tener el placer de viajar mañana. —Dice William sonriendo levemente.

—Perfecto. Me figuro que es menos de una hora de viaje, ¿Cierto? —Pregunta Samuel.

—En efecto.

—De acuerdo, entonces espero que la pasemos de maravilla, me alegrará conocer finalmente a ese famoso Chester Black. —Comenta Lilia.

—Y no sólo Chester estará allí, hermana. Sino también muchas más personas pertenecientes a la aristocracia, millonarios, artistas, entre muchos otros.

El Caso Blair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora